Analizando los grandes sectores de la economía provincial encontramos que el de Comercio, restaurantes y hoteles, que representa casi el 25% del Producto Bruto Geográfico (PBG) tuvo una importante caída en la participación nacional al caer de 6,4% en 2004 a 3,7% en 2017, es decir, casi a la mitad.
Aparentemente acá estamos frente a un problema estructural porque los compradores, si bien modificaron hábitos, siguieron consumiendo.
Dado que los datos toman los últimos años, es preciso recordar que en 2009 comenzó el atraso cambiario, cayó el turismo receptivo y las exportaciones y se hicieron muy populares los viajes de compras a Chile o Miami.
Otro sector preocupante es el de Explotación de minas y canteras, que comprende, básicamente, la explotación de petróleo. En este caso, de una participación de 10,2% en 2004 cayó a 6,7% en 2017.
Esto tiene dos explicaciones. En primer lugar, el agotamiento de los yacimientos tradicionales, tanto de la Cuenca cuyana como los de la Cuenca neuquina. La política petrolera no generó incentivos para la exploración de nuevos yacimientos, mientras que adjudicaciones anómalas en las gestiones de Celso Jaque y Francisco Pérez demoraron mucho la recuperación. Por otra parte, Neuquén tuvo un gran desarrollo de la zona de Vaca Muerta, que se acentuó en los últimos dos años por lo que hoy la distancia sería mayor respecto de Mendoza.
Vaca Muerta tiene una extensión en la parte mendocina de la Cuenca neuquina pero no se pudo desarrollar porque hubo presentaciones judiciales de organizaciones ambientalistas que se oponían a la práctica del fracking, un sistema de estimulación hidráulica que se usa para extraer petróleo de la roca madre, además de usarse como método para arrimar las masas oleosas hacia las zonas de bombeo.
Esta práctica se usa hace más de 80 años en los yacimientos locales, pero las organizaciones comenzaron con las acciones judiciales a partir de que el gobernador Cornejo reglamentó la práctica para asegurar condiciones ambientales. Los recursos judiciales llegaron hasta la Suprema Corte provincial, que declaró la constitucionalidad de lo actuado y a partir de esto se espera que pueda comenzar el desarrollo de esta zona ya que no aparecen nuevos yacimientos convencionales.
Un tema que los mendocinos todavía no asumen es que una porción muy importante de la riqueza provincial ha venido de la mano del petróleo en los últimos 80 años. Tanto es así que el 50% del producto bruto industrial de la provincia se genera en la Refinería de Luján de Cuyo.
Además, hay un importante sector de la metalmecánica que provee a la industria petrolera, incluso en otras provincias por tener empresas muy calificadas. La diferencia con Neuquén se acelera en este punto porque el desarrollo de Vaca Muerta insume grandes inversiones, moviliza comunidades y lo seguirá haciendo en los próximos años.
Otro sector que ha mostrado un notable retroceso ha sido el agropecuario. Mientras la pampa húmeda tuvo un notable crecimiento de los volúmenes de producción de granos, merced a fuertes inversiones tecnológicas, Mendoza vivió un retroceso basado en que el atraso del tipo de cambio afectó las exportaciones, pero, además, hubo un atraso en inversiones del sector frutihortícola, que hizo caer muchas empresas industriales.
El sector vitivinícola también sufrió las consecuencias con pérdida de mercados, transferencias de empresas y una tendencia a la concentración. El sector agrícola local está asentado sobre fuertes requerimientos de capital, con campos muy caros e insumos muy costosos (agua, luz, sistemas anti heladas, antigranizo) y con ese stock de capital se generan productos de bajo valor de mercado.
En síntesis, Mendoza necesita seriamente cambiar la mentalidad productiva, tanto en los empresarios como en la política, que subsidia modelos antiguos e indefectiblemente condenados al fracaso.
Cuando se habla de cambiar la matriz productiva, es un tema que depende del sector privado, de sus inversiones y sus riesgos. El gobierno debería proveer las condiciones necesarias para que esos empresarios puedan hacerlo, como bajar impuestos y eliminar trabas burocráticas.
El mejor ejemplo fue la inversión en una fábrica de papas fritas congeladas. Era un negocio que a nadie se le había ocurrido. Un empresario investigó, invirtió, compró 2000 hectáreas en Pareditas, una zona casi extrema y consiguió un inversor estratégico internacional. Si esto hubiera dependido de una iniciativa estatal, no habría fructificado.