Jovita Kemelmajer y María Luisa (Marisa) Porcar son las organizadoras y directoras de la Diplomatura de Posgrado sobre Creatividad y Conocimiento. Este estudio –afirman– se encuentra inserto en la corriente pedagógica que concibe a la educación como un proceso holístico, es decir, pensado desde las potencialidades creativas (imaginación, intuición). Además, en esta diplomatura se integran todas las capacidades del pensamiento lógico, tales como los procesos mentales elementales y superiores, y lo que se refiere a la apropiación de conocimientos y valores.
Para ello, es fundamental romper con los patrones básicos que nos rodean y trabajar fuertemente en el desarrollo de habilidades y actitudes. Esto permitirá generar nuevos esquemas de pensamiento que contribuyan a desarmar patrones rígidos y convencionales, y promoverá diferentes maneras de considerar las situaciones y enfocar los problemas.
"Hay una necesidad en la gente de indagar y conocer sobre la creatividad, ya que atraviesa todos los ámbitos de la vida; no habríamos llegado adonde estamos si no hubiera sido porque a alguien alguna vez se le ocurrió mejorar lo que ya estaba hecho", destacó Kemelmajer.
La creatividad por sí sola es la capacidad que posee un individuo de crear e idear algo nuevo y original, mientras que la innovación por su lado, es el arte de convertir las ideas en productos, procesos y servicios nuevos y mejorados que el mercado reconozca y valore, aseguró Porcar. Innovar es producir, asimilar y explotar con éxito una novedad, de manera que aporte soluciones inéditas a los problemas y permita responder a las necesidades de las personas, de las empresas y la sociedad en general.
Ambas coincidieron en que es muy importante trabajar en conjunto la innovación y la creatividad, ya que no puede existir una sin la otra. Muchas veces esto no se entiende, por lo que las personas se preguntan en qué pueden innovar y no piensan en los procesos que se necesitan para llevar adelante los proyectos. No es solo hacer algo original y nuevo, sino que esto tenga un peso, una trascendencia y que realmente sea un aporte para la sociedad, ya que si no, no se considera innovador.
La creatividad, si bien es cierto que es un don personal, no en todas las personas nace espontáneamente, por lo que hay que trabajarla mediante técnicas y generar un clima específico para trabajar estos procesos y poder ser un creativo no espontáneo. Para esto, es necesario derribar el mito de la inspiración y estudiar la creatividad para no ver las cosas unidireccionalmente sino con un amplio espectro. "Es por esto que en la diplomatura vemos la creatividad desde un aspecto psicológico, desde las neurociencias, desde las técnicas y desde la educación", afirmaron.
Creatividad educativa
Educar en creatividad favorece y potencia los recursos individuales y grupales dentro del procesos de enseñanza-aprendizaje. Para ello, es imprescindible crear una atmósfera creativa en el salón de clase.
La educación creativa parte de un proceso por el cual la creatividad se encuentra ligada a la mayoría de los ámbitos de la actividad humana. Es necesario entonces pensar la creatividad como potencial humano.
"No creo que nuestra educación como sistema sea actualmente creativa porque, de hecho, todo el sistema creativo lo venimos copiando de otros países y no somos capaces de crear un sistema propio, a medida de nuestras necesidades y características", finalizó Kemelmajer.