La corrupción sobrepasa lo imaginable

En una declaración reciente, la Iglesia Católica argentina afirma que la corrupción ha penetrado en todos los rincones del país, incluso en la propia institución religiosa, haciendo referencia a los millones de dólares que un ex funcionario pretendió esco

La corrupción sobrepasa lo imaginable

El Episcopado de la Iglesia Católica argentina emitió una declaración en la que no sólo efectúa un claro rechazo a todo tipo de corrupción (como ya lo había hecho en su reciente documento sobre el Bicentenario), sino que de manera particular asume también su cuota de responsabilidad sobre dicho mal, en cuanto institución.

Algo que sin lugar a dudas tiene relación con los conocidos hechos gestados por el ex funcionario José López en un monasterio de Buenos Aires, donde intentó introducir bolsos con dinero malhabido.

Los obispos admiten que "en el último tiempo se han conocido hechos que vinculan a personas de la Iglesia en la Argentina con posibles casos de corrupción". Y frente a ello se pronuncian en el sentido de rechazar todo hecho de "corrupción público o privado, pero de manera particular los que involucren a miembros de la Iglesia".

A partir de allí piden por una Justicia independiente, para que desaparezca de una vez por todas la impunidad en la República Argentina. Y para eso ofrecen toda la colaboración de la Iglesia.

En esa misma dirección conceptual, el obispo emérito de San Isidro, Jorge Casaretto, afirmó a un medio nacional, refiriéndose a la situación ocurrida en el monasterio de General Rodríguez, que "hemos quedado avergonzados y doloridos; queremos que se clarifique totalmente este tema, la Justicia es fundamental".

Para a continuación afirmar que “la Iglesia siempre mira con preocupación a los casos de corrupción actual, que sobrepasan lo imaginable".

Porque de eso en definitiva se trata, de que hemos llegado a un extremo, de que hemos tocado fondo. Siempre existió la corrupción en el Estado y también en la actividad privada, pero en los últimos años ella se instaló como algo estructural, como un Estado dentro del Estado con sus propios códigos, donde la corrupción era el medio y el fin de la acción política. Y todo se subordinaba a ella.

En ese sentido, más allá de valorar el reconocimiento de la Iglesia en cuanto a lo que a ella misma pueda tocarle en el drama de la corrupción por parte de algunos de sus miembros, la sociedad argentina en todos sus estamentos debería ponerse a reflexionar sobre qué nos está ocurriendo colectivamente.

Porque haya empezado desde abajo o desde arriba, lo cierto es que la corrupción hoy anida en los más diversos sectores de la nación. Como si de algún modo se hubieran aflojado todos los controles y anticuerpos, dejando que la enfermedad nos afecte en mayor o en menor medida a todos.

Algunos directamente por asumir la corrupción como un modo de vida, pero otros por tolerarla o callarse la boca ante la evidencia de la misma.

Frente a quienes pretenden insinuar que la corrupción es un hecho aislado que afecta exclusivamente a pocos individuos, la observación de la Iglesia sirve para advertirnos que es absolutamente todo lo contrario: que se trata de todo un sistema profundamente insertado en el Estado y en muchas partes de la comunidad civil, al que es preciso extirpar de raíz porque su gravedad ya no admite ningún remedio menor.

El ya tristemente célebre caso López debe ser contemplado en su verdadera entidad, ni aislado ni excepcional, sino como la punta de un iceberg donde se refugian infinidad de hechos hasta ahora impunes a pesar de que muchos, muchísimos, sabían de su existencia.

Pues bien, llegó la hora de la Justicia, pero también de la admisión de los errores propios y de la construcción de una cultura cívica y de un sistema de controles que destroce definitivamente al mal.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA