En una tarde soleada y a ritmo de samba, multitudes de brasileños vestidos con los colores verde y amarillo de su selección llegaron al estadio Itaquearo para vivir la inauguración de la Copa Mundial, que regresa al país después de 64 años.
Al menos durante la ceremonia de apertura y previo al silbatazo inicial que pondría en marcha el choque entre Brasil y Croacia, el ambiente dentro y en los alrededores del estadio era de fiesta.
Las masas de torcedores brasileños convergían con otros aficionados de otros países, incluyendo latinoamericanos, que llegaron a respaldar sus equipos y de paso testimoniar la inauguración.
Luego, un autogol de Marcelo dio la ventaja a los croatas e hizo que cundiera el nerviosismo entre el público local.
Pero en el segundo tiempo Brasil logró doblegar la “resistencia” croata y de esa manera se encaminó a lo que fue su primer triunfo en la Copa.
A partir de ese momento la marea “verdeamarelha” volvió a sonreír y disfrutar de la gran fiesta.