Los ciudadanos que hemos convivido familiar y públicamente en actividades de nuestra provincia durante el pasado siglo XX, somos personas privilegiadas por haber disfrutado de relaciones cordiales, simples y serviciales.
Había predisposición a que toda la ciudadanía contara con los servicios públicos imprescindibles, que las relaciones fueran respetables entre la vecindad, sin pasiones políticas de comité, fanatismos ni intereses económicos que produjeran "grietas" por deshonestidad o impunidad.
Esos hábitos permitían que cada encuentro en la vía pública fuera motivo de cordiales saludos y comentarios de temas vinculados a la salud, las actividades laborales y el desempeño de los hijos en la escuela. Esas circunstanciales reuniones finalizaban para las señoras con una invitación a visitarse en las tardes del radioteatro del momento o a comer un asado un próximo domingo, con familiares y amigos. Se demostraba el aprecio y respeto, prevalecía el cariño, la estima y la calidez para compartir momentos sanos y desinteresados, sin importar quién tenía mejor casa, auto o fortuna.
Los hábitos del siglo XXI son tan materialistas, que los ciudadanos de una misma comunidad a veces se conocen poco y cuando se saludan mezquinan el tiempo para darse la mano o un simple abrazo y aunque sean vecinos, a veces no se conocen. Frente a la indiferencia observada en los actuales hábitos, a mis 96 años me cuesta encontrarme con amigos de mi edad porque lamentablemente la mayoría ha partido. Sin embargo, me agrada compartir con personas menores que yo, que cariñosamente me llaman "el viejo", haciendo un culto de la amistad porque los buenos amigos los tenemos siempre. En ocasiones de reuniones puedo contar hechos y cosas ocurridas en nuestra provincia, que recuerdo con claridad porque la memoria no me falla.
Al hablar de la memoria, comentó un trabajo que leí en la revista dominical de La Nación, autoría del doctor Joaquín Narvaja, profesional especializado en Neurociencia de la Universidad College, de Londres, titulado "Rejuvenecer el cerebro". Destacaba el artículo que el ejercicio físico no solo es fundamental para nuestro cuerpo sino también para el cerebro, expresando que para la Neurociencia el cerebro sufre cambios con la edad. Uno de ellos acontece en una región chiquita llamada hipocampo, que es la que nos permite generar nuevos recuerdos, aunque se señalaba en la nota que cada año el cerebro pierde 1% de la memoria, a partir de los 20 abriles. El doctor Narvaja recomienda simplemente hacer gimnasia o por lo menos caminar 40 minutos tres veces por semana. Felizmente intuitivamente voy a un gimnasio hace 45 años y he sido muy caminador toda mi vida. Por eso puedo hacer diferentes trámites a la mañana y en la tarde, participar de reuniones, tomar parte de juegos de cartas y escribir.
Retomando lo dicho al comienzo, mantengo muy fresco en mi memoria el cariño y el buen trato de los jóvenes de antaño hacia los mayores y viceversa. Y traigo al presente la escuela pública primaria, aquella del uniforme único, el guardapolvo blanco. Recibíamos el cariño, la paciencia y la capacidad de las maestras, que además hacían de segunda madre. No faltaban nunca ni auspiciaban paros ni eran sindicalistas, se relacionaban con los familiares de los alumnos y cuando algún niño tenía dificultades en alguna materia, lo invitaban a su domicilio, más allá del horario de clase. Los padres en retribución colaboraban con el establecimiento a través de la cooperadora escolar. También evoco las fiestas patrias del 25 de Mayo y 9 de Julio, con los desfiles cívico-militares en las calles de la ciudad de Mendoza o en los departamentos. Un gran acontecimiento en este sentido fue el centenario de la muerte del general José de San Martín, el 17 de agosto de 1950, y la consiguiente declaración del Año Sanmartiniano.
En lo personal pondré otro ejemplo de la cordialidad que reinaba entre los vecinos. Fue cuando se enteraron que a medios del pasado siglo XX dispuse realizar mi primer viaje a Europa con mi esposa. Muchos amigos, encabezados por las autoridades de la Unión Comercial e Industrial de Mendoza, nos ofrecieron una cena de despedida en el Salón de los Espejos del histórico Plaza Hotel. Me entregaron un pergamino y quedó establecido que a mi regreso, les haría un relato del periplo, lo que cumplí religiosamente.
Finalizo esta crónica para contarles a los más jóvenes que Sociales era una sección que Los Andes publicaba diariamente para difundir diversos acontecimientos, como aniversarios de casamiento, cumpleaños, nacimientos y viajeros. Algo muy esperado eran los enlaces de los días sábados porque aparecían fotos de la novia, los padrinos, testigos y la iglesia donde se celebraba la ceremonia. Era la forma en que los mendocinos nos enterábamos los cambios de estado civil de las personas, con detalles de las características de las fiestas y los asistentes. En Mendoza, en aquellos años éramos pocos, pero nos conocíamos mucho.