La concordia política - Por Lucas Alan Galla

La concordia política - Por Lucas Alan Galla
La concordia política - Por Lucas Alan Galla

La realidad social contemporánea de la Argentina nos muestra un enfrentamiento de intereses sectoriales e ideológicos, donde los diferentes grupos civiles buscan imponer un modelo de país por encima de los intereses reales y esenciales de la sociedad.  Hoy en día somos cómplices, víctimas, actores, victimarios, etc., de un partidismo exagerado, donde el debate de lo que queremos y debemos ser, no se da en un ámbito de diálogo y respeto sino, al contrario, se ha entrado en una vorágine de intolerancia, mentiras y vulgaridades.

No se piensa en el bienestar de la familia argentina sino que el objetivo es la captura de poder, seguida de su ostentación. Nuestro país viene de atravesar décadas de corrupción política, social y cultural. Hemos perdido el respeto por lo que es la Argentina ya que ignoramos su historia, estamos desmemoriados sobre la grandeza de nuestros próceres y de las calamidades cometidas por nuestros dirigentes.  Se ha perdido el sentido común de las cosas y, en efecto, el hecho de poder alcanzar el fin último de toda sociedad que es el Bien Común . Este está teñido bajo toda esta pelea o batalla ideológica, cultural y de poder que hoy se vive. Actualmente, la política, es menospreciada por la mayoría de la ciudadanía, porque para la gente es sinónimo de corrupción, mentira y fraude.

Es muy comprensible tal juicio, ya que es producto de la experiencia vivida y adquirida, a través de años y años de malos gobiernos y malos representantes, que lejos estuvieron de servir a la ciudadanía. Al contrario, ya sea por negligencia o comisión, trabajaron para satisfacer intereses ajenos y nocivos al Bien Común de la sociedad. La política es la expresión más alta de amor de los hombres viviendo en sociedad; y por la sociabilidad del hombre es que ésta nace.

La política es el medio por el cual la sociedad puede alcanzar su Bien Común, es el puente que poseen los hombres para lograr su plenitud de manera mancomunada. Por este motivo es la expresión más alta de caridad, porque a través de la política los hombres se ponen al servicio de sus semejantes. Usted o yo nos ponemos al servicio de nuestro prójimo o vecino. Esa es la esencia noble de la política. La vida civil de las personas en sociedad, debe ser guiada por la política. La función de esta es conducir a los pueblos para que alcancen su desarrollo, iluminando la inteligencia, fortaleciendo la voluntad y ordenando los afectos, de la humanidad en sociedad. Por eso debe ir siempre de la mano de la moral.

Y si la política debe ir de la mano de la moral, es preciso que sus principales agentes, los políticos, sirvan a la ciudadanía a la luz de la misma.  De aquí surge una doble necesidad, la de una clase dirigente alejada de la corrupción y de los vicios del poder, y una sociedad que acompañe y exija en el día a día que tales ideales no sólo se alcancen, sino que también sean perfectibles. Para que una sociedad tenga la posibilidad de subsistir, se necesita un acuerdo que subordine los intereses sectoriales al bien del conjunto social.  Este acuerdo de voluntades o esta voluntad de concordia política se funda en un repertorio de principios básicos:

No puede ni debe negar nuestra historia; debe estar al servicio de la vida y la familia; debe procurar la dignidad de cada argentino a través de la educación, el trabajo y la salud; debe respetar la Constitución, debe promover el desarrollo y el humanismo en todos los órdenes; debe estar al servicio de Dios como fuente de toda Razón y Justicia. La solidaridad política marcada en una amistad por el interés general, basada en principios, tradición, legado de los próceres, sucesos y logros comunes, debe marcar nuestra pujanza y fortaleza como pueblo.

Este sello cultural marca nuestro Norte que, a la vez, será el sostén ante cualquier adversidad, corrupción, miseria o crimen contra la patria. Éste es el desafío que deben hoy asumir nuestros gobernantes: el de enfocar el rumbo a seguir respetando toda diversidad sectorial que se subordine al bien común. Donde el Estado no deje de hacer ni haga todo por sí mismo.

Que las partes se subordinen al bienestar del Todo Social, y que se abandonen las luchas sectoriales que buscan hacer de ese todo una parte. Que el partido sea arma de construcción y no de destrucción.  Esto no es imposible, aquí radica la naturaleza y el arte de nuestros dirigentes y de su acción política: en hacer posible todo lo que parece imposible, sin mentiras ni evasiones, pero si con acciones y soluciones.

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