La Carretera Austral es como la columna vertebral de este sector de la Patagonia trasandina bañado en fiordos. La ruta sureña es la principal vía de transporte terrestre de la Región de Aysén, ubicada en la undécima región chilena. Abarca unos 1.200 km desde Puerto Montt hasta Villa O'Higgins, serpenteando entre bosques, ríos, cascadas, lagos, montañas y glaciares.
Es una ruta escénica que acerca al visitante a los rincones más espectaculares de la zona, pasando por pequeñas y pintorescas localidades y surcando paisajes exclusivos, típicos de la Patagonia.
Herencia teutona
Iniciamos la travesía por el tramo sur de la carretera, arrancando en la ciudad de Coyhaique, para viajar 225 kilómetros rumbo noroeste hacia Puyuhuapi, un pequeño poblado de 700 habitantes a orillas del canal Puyuhuapi. El poblado, que tiene wi fi abierto en la plaza pública, parece un pueblo fantasma pero por aquí aseguran que en enero y febrero está lleno de viajeros.
El pueblo creció con la llegada de los colonos alemanes en la década de los 50, quienes dejaron su marca indeleble en la arquitectura y la gastronomía. La impronta europea se fusiona con las costumbres locales más antiguas de los chonos, habitantes primigenios de la región, canoeros, marisqueros y cazadores de lobos marinos, animales cuya piel utilizaban para vestirse.
Puyuhuapi es el eje para conocer el Parque Nacional Queulat que, además del glaciar del mismo nombre, tiene sitios preciosos como el Bosque Encantado. Y hacia allá vamos.
"Soy parte del inventario", dice con una sonrisa Sergio Manríquez, guardaparques del Parque Nacional Queulat. El hombre lleva casi 30 años custodiando las riquezas de este rincón enmarcado entre lagos, bosques, volcanes y picos nevados. Claro que tres décadas parecen poco tiempo si se las compara con los miles de años que lleva "colgado" el glaciar que reposa en lo alto de la montaña.
Se trata del Ventisquero del Queulat, un hito de la naturaleza que se descubre luego de atravesar un puente colgante, una morrena y andar por el bosque siempre verde, un sendero de coihues, tepas, lumas y arrayanes.
El ventisquero es un manchón blanco de hielos eternos en una hendidura en la montaña rocosa, que alimenta con una caída de agua hipnótica el Lago Témpanos. Una postal que volveremos a ver días después, navegando al otro lado del parque, en el último tramo de esta travesía por la región de Aysén.
En Puyuhuapi, además, hay una buena variedad de alojamientos y un par de operadores que organizan excursiones al parque y alrededores. Bicicletas, travesías en kayak y navegaciones por el fiordo, caminatas y pesca con mosca.
La isla escondida
Dicen que Raúl Marín Balmaceda es el lugar más antiguo de la región, fundado en 1898. Como no hay pruebas fehacientes, la localidad de Balmaceda, fundada en 1904, figura oficialmente como la más antigua.
"Están trabajando para fortalecer esa parte de la historia que no está escrita -explica Sebastián Barceló, guía de la secretaría de turismo de Aysén-. La historia de ellos está ligada a la isla de Chiloé. De allí vinieron los primeros pobladores. Parte de la historia de aquí está ligada a los chonos, los canoeros que habitaron estas zonas. Marín es el pueblo más antiguo, tiene 125 años, son tres o cuatro generaciones".
Jonathan Hechenleitner trabaja mucho en pos de que su pueblo sea reconocido como el primero de la región, y de muchas cuestiones más que hacen al desarrollo turístico sustentable de esta pequeña isla. Es bisnieto de un colono alemán llegado de Frutillar en 1951.
"Yo creo que debe haber venido porque él era el primero de la familia nacido en Chile. Siempre se habla de la colonización y los esfuerzos en las familias alemanas, pero ellos nunca vivieron la aventura de la colonización", ensaya buscando una explicación al por qué su bisabuelo vino a esta islita, donde no había prácticamente nada.
"Nosotros nos hemos ido formando con rasgos culturales de muchas partes, y eso nos da una riqueza de identidad que aún no tiene nombre. Estamos recolectando esa información. Esto no es una sola cultura, un solo rasgo, sino una mezcla de varias culturas que genera nuestra propia identidad", se explaya el joven, al recibirnos en la puerta de su alojamiento, mate en mano.
Jonathan es muy activo, inquieto y entusiasta. Estudió bioquímica en Santiago pero siempre supo que su lugar en el mundo era aquí. Además de ser el principal impulsor del turismo en la isla, Presidente de la Junta de Vecinos, activista de la organización Patagonia sin Represas, dueño de la Hostería Valle del Palena, tiene un emprendimiento familiar de conservas de mariscos y pescados. "Nos criamos arriba de los botes, una idiosincrasia de pesca, de mar", cuenta.
Jonathan nos lleva a recorrer la isla, que tiene trescientos habitantes y se encuentra ubicada en la desembocadura del río Palena, en el Golfo del Corcovado, frente a Punta Guala, que marca el límite con la Décima Región. Caminamos hacia la playa, pasamos por la escuela y el nuevo muelle. Por la tarde nos guía orgulloso a través de los dos senderos interpretativos que armaron entre toda la comunidad. Completar el recorrido toma tres horas, entrando por el bosque y saliendo por las dunas.
"Lo generamos a través de un proyecto comunitario, como forma de conservar el bosque y para que la gente se acostumbre a pasear por aquí, y no se dejen llevar por las nuevas tecnologías", explica el guía. "Esto es parte de lo bonito de Marín: estás en un pueblo de casas dispersas en medio del bosque; es algo que le da una mística especial. Cuando la gente pasa por aquí en barco, no ven las casas y se preguntan si hay gente viviendo".
Un día después, vamos hacia Puerto Cisne, navegando durante seis horas por el Golfo del Corcovado. Pasamos por una pequeña colonia de lobos marinos y pingüinos, con una panorámica fantástica del volcán Melimoyu (cuatro puntas). Paramos en el pueblo de Melimoyu, que tiene una decena de casas y pobladores nomás, y en una isla con vestigios arqueológicos de los chonos. Llegamos al atardecer a Puerto Cisne, para seguir por la ruta austral rumbo a Coyhaique.
Los pagos de don Felidor
Partimos a media mañana hacia Villa Cerro Castillo, un pueblito de casas pequeñas y coloridas, ubicado a unos cien kilómetros de la ciudad. En el camino, el chofer detecta unos cóndores volando bajito. Nos detenemos a observarlos. Más allá, en una pampita de pasturas verdes, como las que se ven en gran parte de la carretera, un puestero arría su rebaño de ovejas.
Villa Cerro Castillo tiene una población de unas 400 personas, pero muchas se fueron yendo en los últimos años. "Se dedican a la venta de ganado. Antes tenían quinientos animales pero ahora tienen cuarenta ovejas y no les alcanza para vivir -explica Sebastián Barceló-. Lo que pasa es que las grandes ciudades como Coyhaique crecieron mucho y la gente se traslada hacia allá en busca de trabajo".
Pero don Felidor Sandoval, hombre de campo si los hay, eligió quedarse y optó por el turismo. El tipo, fanático y campeón de rodeo, lleva ocho temporadas con su emprendimiento turístico Las Araucarias, un campo donde recibe a los viajeros, hace un cordero al asador tierno y delicioso, organiza cabalgatas y trekkings, y tiene un par de domos para que los visitantes pernocten.
"Antes me dedicaba al campo, y de a poquito empezamos con las excursiones al Cerro Castillo", cuenta, mientras condimenta y humedece el cordero con una vinagreta casera. "Es un cordero de temporada, tiene cuatro meses. Es blandito, no como los que comen por allá, al otro lado de la cordillera, que se alimentan de puro coirón, pasto duro. Acá los pastos son blandos", bromea e invita con una cerveza artesanal.
Enseguida, nos acoplamos a un grupo de jóvenes israelíes a una cabalgata hasta la costa del Río Ibáñez. Felidor, ávido jinete, tiene una veintena de caballos mansos, ideales para que cualquiera que monte por primera vez pueda guiarlos, aunque sea en un breve paseo.
Las mejor excursión, dice, es la que va hasta el cerro, mitad a caballo mitad a pie, hasta llegar a un glaciar y un mirador panorámico. Pero esta vez no podrá ser; es una travesía de todo el día y no hay tiempo, tenemos que regresar. Felidor dice que tenemos que hacerla, que vale la pena, e invita a volver.
Datos útiles
Sky y Lan vuelan hasta Coyhaique, con escala en Santiago. Más info: www.lan.com, www.skyairline.cl
Dónde Dormir
Coyhaique: Hotel El Reloj: www.elrelojhotel.cl;
Dreams Patagonia: hoteldreamspatagonia.redhotelera.cl