Las personas de nivel socioeconómico bajo tienen 3 veces menos posibilidades de acceder a un trabajo de calidad, aquel que les de algún tipo de seguridad como estabilidad y aportes jubilatorios.
Por el contrario, suelen quedar relegados a empleos de informales, marginales, que son los primeros que se destruyen y de menor paga, por supuesto, al estar por fuera de la normativa tampoco garantizan derechos laborales. Otra opción son sus propios pequeños e insuficientes emprendimientos.
El informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) "Heterogeneidad y fragmentación del mercado de trabajo (2010-2018)" le pone números a esta realidad. Al evaluar la razón de probabilidad de estar inserto en un empleo pleno según el nivel socioeconómico, el nivel bajo tiene 35% de chances respecto de las que tendría alguien de nivel medio alto, peor aún quien se encuentre en el rango "muy bajo" ya que sólo tendrá un 16% en relación a las oportunidades para el medio alto. El medio bajo tendrá 69%. Las condiciones los relegan a trabajos precarios, del sector que denominan micro-informal. Las probabilidades de que alguien de nivel socioeconómico muy bajo se ocupe en este sector son 13 veces mayores que las de alguien del sector medio alto mientras que para el segmento bajo son 7 veces superiores.
Desde la perspectiva de la UCA el nivel socioeconómico del hogar es el factor que más incide en las limitaciones de inserción en trabajos de calidad. Considera que tanto las desigualdades sociales persistentes como la pobreza estructural, no son el resultado de un déficit en materia de capital humano, sino el correlato de un modelo productivo desigual y heterogéneo, con impactos regresivos a nivel sociolaboral y distributivo.
"Al menos durante las últimas décadas (…) el sistema económico argentino no ha dejado de acumular barreras productivas que han ampliado los núcleos de marginalidad y profundizado las desigualdades estructurales", resalta.
La falta de formación es uno de los elementos que muchos destacan.
Vilma Jilek, de Fundación Accionar, destacó que en general no tienen la preparación ni la experiencia porque no suelen terminar el secundario y los que acceden a la universidad son muy pocos. Lo que suele suceder es que abandonan por cuestiones económicas: tienen que trabajar, no pueden pagar el traslado ni los apuntes. Si son mujeres suelen tener que cuidar hijos, hermanos o personas dependientes.
El informe hace un esbozo de las características de los trabajadores del sector micro-informal que en términos generales posee una mayor proporción de mujeres que el sector privado formal, una mayor proporción de trabajadores sin secundario completo y un mayor porcentaje de residentes en hogares de nivel socioeconómico muy bajo.