Hoy, a días del centenario de su nacimiento, pululan en el mundo los homenajes en torno a la figura del autor de “Rayuela”, de este modo también existe un "boom editorial" que edita, re-edita, publica (y factura) inclusive textos que el mismo autor se tomo el trabajo de obviar en vida, este puede ser el caso del ya best-seller editado por Alfaguara: "Papeles inesperados", un libro que compila una serie de textos inéditos (poemas, auto-entrevistas, crónicas, y demás) que el autor se había ocupado de dejar fuera de "Historia de Cronopios y de Famas", "Libro de Manuel", o "Un tal Lucas", llegan ahora a la luz de la mano de Aurora Bernárdez, heredera de la obra de Cortázar. Esto, sumado a las recientes y múltiples reediciones motivadas por el aniversario de la primera edición de Rayuela: ilustradas, comentadas, criticadas y hasta explicadas.
Existen hoy, en honor al padre de los Cronopios, muestras exorbitantes, como la que se da en Barcelona (por citar alguna), lugar donde el escritor apenas residió unos años durante su infancia, pero que cuenta con gran cantidad de documentos y libros del autor, donados por la misma Aurora Bernárdez.
Muestras, reediciones y homenajes dan hoy la vuelta al mundo y seguramente se repetirán por algo más de 80 días.
Una tendencia de la que Mendoza no se mantiene al margen y donde también se realizarán distintas acciones como ya sucedió en 2012 cuando se colocó una placa conmemorativa en la esquina de Las Heras y Castelli, lugar donde residió el escritor nacido en Bruselas, durante el periodo de 1944 y 1945. A esta acción se sumará la inauguración de una parada de colectivos con el nombre de "Julio Cortázar", que la municipalidad de Godoy Cruz piensa instalar frente a la biblioteca municipal Manuel Belgrano en la calle Tomba al 50, a cuatro cuadras de donde viviera en su estadía en Mendoza el escritor, y además un homenaje que se realizará en la llamada Semana de las Letras, dedicada ilustre vecino, docente y escritor.
Esto sumado a varias notas de un estilo similar a éste que se repetirán (como viene sucediendo) en los diarios, revistas y medios locales. Uno de los mejores homenajes locales quizás sea el que vienen manteniendo desde hace algunos años Sebastián Henríquez y Miriam Di Gerónimo a través de la cátedra abierta Julio Cortázar, donde se puede estudiar felizmente al Cronopio mayor.
Por último (y no menos importante), una buena forma de celebrarlo quizás sea simplemente leyéndolo, de primera mano, sin intermediarios, en el texto original, elegir uno de sus libros, abrir las páginas y disfrutar.
Corazón de cronopio
En 1953 se casó por primera vez con la traductora Aurora Bernárdez, con quien vivió en Francia, Italia y Argentina.
En 1967 se separa de Bernárdez y se enamora de la lituana Ugné Karvelis con quien convive (sin casarse). Luego se separaría de ella y conocería a la escritora norteamericana Carol Dunlop, con quien se casaría por segunda vez. Finalmente, luego de la muerte de Dunlop, Aurora Bernárdez fue quien estuvo a su lado hasta el final de su enfermedad en 1984. Fue sepultado en el cementerio de Montparnasse junto a la tumba de Carol Dunlop.
Animal político
“En los años ‘44 y ‘45 participé en la lucha política contra el peronismo, y cuando Perón ganó las elecciones presidenciales, preferí renunciar a mis cátedras antes de verme obligado a 'sacarme el saco' como le pasó a tantos colegas que optaron por seguir en sus puestos”, declaraba Cortázar.
Luego de ser convocado como jurado del premio Casa de las Américas (Cuba, 1963), le escribe (en febrero del ´67), a su amigo Francisco Porrúa:
“El amor de Cuba por el Che me hizo sentir extrañamente argentino el 2 de enero, cuando el saludo de Fidel en la plaza de la Revolución al comandante Guevara, allí donde esté, desató en 300.000 hombres una ovación que duró diez minutos”.
Durante los ‘70 se desplazó a Chile para asistir a la ceremonia de toma de posesión como presidente de Salvador Allende y, más tarde, a Nicaragua para apoyar al movimiento sandinista, donde se encuentra con Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal. Es también en esta época que pidió junto a escritores como Borges, Bioy Casares y Octavio Paz, la liberación del apresado Juan Carlos Onetti.
En el ‘78, Cortázar se refirió (en la Revista Eco) al "genocidio cultural" que sufría la Argentina durante la dictadura cívico-militar. En el ‘81, en protesta contra el gobierno militar argentino optó por la nacionalidad francesa, aunque sin renunciar a la argentina.
En 1983, con el retorno de la democracia en Argentina, Cortázar hace una última visita, donde en contraste con el clamor de la gente, el radical Raúl Alfonsín se niega a recibirlo. Luego dirá que fue un malentendido.