La serie "La Casa de Papel" resultó un éxito resonante; éxito superior a lo que podían imaginar sus creadores y excedió las expectativas de sus actores.
Según comentarios periodísticos este thriller, de permanente suspenso, "conquistó millones de corazones" con una trama sustanciosa y una ingeniosa estructura de relato.
Los televidentes quedaron atrapados entre el desarrollo concomitante del atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre y el relato emotivo sobre las particularidades personales de cada uno de los asaltantes.
Estoy de acuerdo: la serie es un trabajo televisivo excelente, con muy buena producción, un gran compromiso actoral y el acierto de una historia captadora. Pero sostengo que, en sí, es muy objetable.
No estoy de acuerdo con los que piensan que uno desea que los ladrones triunfen. Dicha postura responde a un pensamiento infantil que proviene de los cuentos de hadas, de príncipes y princesas donde todo se resuelve con un final feliz y el espectador-lector se satisface con una sonrisa porque la situación terminó bien. No importa si el que gana es el malvado -que intenta convencer que no es tan malvado- y que asume características de héroe.
Este criterio no es razonable e implica un mal ejemplo. Sostener que los ladrones no son tales porque "en realidad fabrican su propio papel moneda" sin meter en su saco billetes fabricados con anterioridad es no saber distinguir entre lo que pertenece legítimamente al que es dueño de la cosa por ley y lo que se roba en contra de la ley.
La banda de "La casa de papel" puede fabricar billetes -que cada delincuente se llevará para satisfacer sus egoístas sueños y ambiciones- porque las máquinas que los producen son propiedad del Estado; los papeles llevan el dibujo, los sellos y las garantías que otorga el país.
Los billetes les sirven a los ladrones -y ellos los podrán utilizar- porque hay una institución nacional que garantiza dichos billetes como de curso legal.
Los billetes constituyen moneda de pago porque están respaldados por el tesoro nacional, tesoro que se integra con las contribuciones de todos aquellos que pagan sus impuestos con más los bienes que componen el capital del país.
Los ladrones de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre atracan a sus conciudadanos y a su patria. Roban el erario público.
Si alguien se introduce en nuestro Banco Central y hace funcionar las máquinas para "imprimir sus propios billetes", ello no significa que le pertenecen. No realiza ningún trabajo legal propio. Está cometiendo una estafa enorme, ilícita e inmoral.
Además, los ladrones de "La Casa de Papel" nunca manifiestan que utilizarán el dinero robado como magnánimo aporte para resolver problemas del prójimo o necesidades sociales.
Sólo piensan en sí mismos: viajar a una isla, tomar sol, vivir en una cabaña frente al mar, y escapar de su propia realidad que no comprenden.
Ninguno se compromete en el manejo de una empresa, ni ofrece dar trabajo a otros necesitados. No quieren asumir los riesgos que corren las empresas privadas. Están fuera del orden social; son parias por decisión propia.
Según las historias que cada ladrón lleva a cuesta, se sabe que están al margen de la ley. No son santitos. Todos son cuestionables. Evitan el camino correcto y se justifican porque "el sistema" no les ha permitido tener una vida honesta. Arguyen que la culpa de sus decisiones y de su presente no es de ellos; la tienen los otros. Típica actitud de los psicópatas y de los aprovechados.
Para justificarse en sus fechorías se llaman a sí mismos "la resistencia". ¿La resistencia a qué? La resistencia a la miseria, al hambre, a la soledad, a la enfermedad, a la adicción ¿se resuelve a través de una sustracción millonaria ilegal?
Creo que hay muchos modos de resistir. Una de ellas es poner manos a la obra, no para delinquir, sino para salir adelante con la dignidad del trabajo honesto y decoroso, el respeto a lo ajeno, el respeto a sí mismo, el honor, la ética.
En cuanto a las máscaras de Dalí -que se han vuelto producto de venta masiva- observo que sólo se enmascaran aquellos que esconden intenciones aviesas. El rostro oculto, junto al uso de un arma, aterroriza y provoca desconfianza. El buen ciudadano tiene limpias las manos y transparente la mirada.
Lo único rescatable en el pernicioso mal ejemplo de la serie "La Casa de Papel" es la música y la canción "Bella ciao", canción popular adoptada por los simpatizantes del movimiento partisano italiano, que luchaban contra las tropas fascistas y nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Los ladrones de la serie no son partisanos. Son delincuentes comunes.
Añado algunos datos que destacan el trabajo de nuestros músicos argentinos respecto a esta pegadiza melodía, músicos que lograron que la canción se conociera a nivel mundial: "La Banda Argentina Carmina Burana"-oriunda de Firmat (Provincia de Santa Fe)- hizo un cover del tema (2010), sobre la versión partisana, incluida en el disco "Odas para la danza del átomo".
Fue la primera banda argentina en hacer un simple de este tema. A su vez, el grupo argentino "La Fanfarria del Capitán" versionó este clásico durante más de diez años de giras por todo el mundo, lo incorporó en su trabajo discográfico "La Giravida" (2016) y publicaron un video clip de la canción en su canal de Youtube, (2017). Fue la primera banda en divulgar un video clip oficial dedicado a esta canción.
Todo ello mucho más notable y sano que el objetable argumento de "La Casa de Papel" que embauca con apologías de delitos.