La carta abierta de Maradona, Kempes, Menotti y Bilardo a Messi

Los DT dotaron a Diego futbolista y a Mario de una base de referentes grupales que los liberaran para hacer su juego. Hoy, Leo no los tiene.

La carta abierta de Maradona, Kempes, Menotti y Bilardo a Messi

Por Fabián Galdi, Editor Más Deportes Digital - fgaldi@losandes.com.ar


A un año de la final del Mundial 2014 y cerca de dos semanas de la definición de la Copa América 2015, el epicentro del posicionamiento antagónico en dos grandes corrientes de pensamiento pasa por Lionel Messi como si éste hubiera sido determinante en sendas derrotas ante Alemania y Chile, respectivamente, y no hubiera tenido influencia en el camino para que la Selección llegase a ser finalista en dos competencias de máxima gravitación a escala planetaria.

¿Puede centrarse el problema sólo en Leo? ¿El resto de los futbolistas es ajeno? ¿Y los entrenadores respectivos tampoco son relevantes a la hora de la mirada taxativa sobre el hecho?

Hay un punto cada vez más visible que no puede soslayarse a la hora del análisis conceptual y es el de si hay referentes de peso en los planteles argentinos de las dos últimas décadas, más allá de los casos de Roberto Ayala, Diego Simeone y Juan Sebastián Verón en etapas anteriores o de Javier Mascherano en la actual.  No los hay si ésta es la vara para medirlo. No lo son Ángel Di María, Sergio Agüero, Marcos Rojo o Ezequiel Lavezzi, por citar algunos. Al cuatro veces Balón de Oro se le carga una mochila llena de piedras a la hora del juzgamiento. Demasiado, quizá, si es que no se toma el contexto como parámetro.

En una entrevista concedida a MÁS Deportes en 2009, Mario Kempes contó en medio de la nota qué le había sucedido durante un entrenamiento del seleccionado argentino a poco de comenzado el Mundial'78. En un momento de la práctica, César Menotti se le acercó y le dijo: "Usted, Mario, se siente perdido cuando no toma contacto con la pelota. Búsquela, aunque esté lejos de su posición. Le hará ganar confianza, siempre."

El atacante, uno de los más fabulosos que haya integrado una selección nacional, captó la esencia del mensaje de su entrenador. En una constelación de estrellas, entre las que estaban armadores de la talla de Norberto Alonso, Daniel Valencia y Julio Ricardo Villa junto a un delantero central de manual como Leopoldo Luque, el "Matador" fue encontrando su juego liberado de la posición inicial de nueve clásico hasta transformarse en un todo terreno. Bajó, a veces, hasta cerca de su área, al menos en función de colaborador defensivo, y desde allí participó del circuito corto que se armaba espontáneamente para proteger el balón y luego progresar en la transición defensa-ataque. En poco tiempo se convirtió en un futbolista completo, en cualquier sector del campo de juego.

En aquél entonces, la principal polémica que se había generado en la opinión popular respecto de cómo había quedado armado el plantel albiceleste había sido la exclusión de un surgente #Diego Maradona, quien en el corte definitivo compartió su frustración con Humberto Bravo y Víctor Bottaniz. Según la prensa de la época, el joven de 17 años se escondió detrás de un árbol hasta estallar de llanto.  Un año después, en el Mundial Juvenil 1979, el por entonces diez de Argentinos Juniors fue la figura rutilante de una de las formaciones más brillantes de todos los tiempos en el plano nacional, la cual se consagró campeona del mundo en Tokio tras ganar todos sus partidos con un volumen de juego altísimo.

En sendos casos, los dos campeones mundiales dirigidos por el "Flaco" contaron, tanto el de mayores como el de juveniles, con una base que combinaba una personalidad acorde a las circunstancias  con la jerarquía de cualidades técnicas que potenciaba la figura del jugador insignia dentro y fuera de la cancha. En la Selección del '78, Ubaldo Fillol, Daniel PassarellaAmérico Gallego y Osvaldo Ardiles completaban un cuarteto de líderes por ascendencia natural que permitía liberar de las esperables presiones a un Kempes de 23 años de edad, quien se terminó constituyendo en una de las claves del título a partir de una segunda ronda en la que brilló en su esplendor máximo. En la formación del '79, el mismo rol de liderazgo lo cumplían Juan Simon, Rubén Rossi, Juan Barbas y Osvaldo Rinaldi, por lo que Maradona - 18 años - se dedicó a mostrar su genialidad en el campo de juego sin tener que enfocarse en funciones de sostén de grupo fuera de ésta.

Carlos Bilardo aplicó un criterio idéntico en cuanto a la selección de futbolistas para la conformación de un plantel. Más allá de las características de juego y de la formación desde el punto de vista técnico, el "Narigón" buscaba prioritariamente aquello que en la jerga futbolera se conoce como "director técnico dentro de la cancha". Es más, luego de las dificultades en las eliminatorias para la clasificación hacia la Copa del Mundo de 1986, el entrenador armó  un Mundial.

Messi está acostumbrado a sistemas de juego colectivo en los cuales se cumplen funciones que se naturalizan en los ejecutantes. Así, se lo busca como la gran referencia tanto para la construcción del circuito como para la resolución de la jugada. Ejemplos, sobran: Andrés Iniesta, Xavi, Sergio Busquets, Dani Alves, Jordi Alba, Neymar Jr. o Luis Suárez suelen conectarse en triangulaciones cortas o largas para que Barcelona progrese en asociaciones de conjunto y no a partir de actos individuales. Tanto en Brasil 2014 como en Chile 2015, se observó la tendencia del jugador argentino a darle el pase a Leo sólo cuando no aparecen rivales entre el eventual lanzador y el receptor; ergo, parece bloquearse quien controla el balón si es que antes de la cesión tiene que limpiar terreno delante de un adversario.

Es un error medir el juego de Maradona con el de Messi sencillamente porque las épocas son diferentes. Diego podía armar un arranque hasta de lateral izquierdo en diagonal - gol de Caniggia a Brasil en Italia'90 - y hoy cualquier sistema de marcación zonal evitaría que Leo pudiera hacer lo mismo. Dos genios del fútbol arte, que inclusive mantienen una relación personal respetuosa y cordial, que deben ser medidos de acuerdo al contexto para evitar confusiones. Mientras, que el árbol no tape el bosque: ya no surgen referentes que permitan darle condiciones ideales a quienes marcan la diferencia. Ése es el tema más preocupante y no si Leo debe hacer todo por todos y para todos.

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