La carrera por la sucesión ya empezó también en el PJ - Por Luis Abrego

La carrera por la sucesión ya empezó también en el PJ - Por Luis Abrego
La carrera por la sucesión ya empezó también en el PJ - Por Luis Abrego

2019 parece estar a la vuelta de la esquina, y con ello, la imprescindible necesidad de articular estrategias para conseguir objetivos políticos. En el oficialismo, los nombres abundan tras la imposibilidad de que Alfredo Cornejo sea reelecto. La oposición, aún adormecida tras una interminable seguidilla de derrotas, parece querer desperezarse, aunque sin demasiada lucidez.

Ayer, en las páginas de Los Andes, la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti blanqueó el rumor que circulaba entre la militancia: quiere ser candidata a gobernadora para “derrotar a Cornejo”. Su decisión, una interpelación que tiene mucho de generacional, adelanta los tiempos y una discusión que en el propio peronismo nadie parece querer dar todavía. Y además, plantea un serio desafío para los sectores más ortodoxos, referenciados en los intendentes, tras la aparente dilución por diferencias internas de sectores como el Azul de los hermanos Bermejo, o la dificultosa tarea de tracción que exhibe el espacio de los hermanos Félix, o la dispersión de dirigentes tras la virtual desaparición de la ex Corriente de Ciurca.

En ese sentido, la estructura de Fernández Sagasti recorrió el camino inverso y ha crecido desde su núcleo original, la organización juvenil La Cámpora, a una base de sustento más sólida y amplia como fue Unidos y Organizados, de inmodificable lealtad con la ex presidenta Cristina Fernández y donde confluyen otros espacios K (algunos no peronistas) que dieron pie a la creación de Unidad Ciudadana, el sello más reciente con el que el kirchnerismo quiere resistir “el avance” de Macri pese a la dura derrota bonaerense que sufrió en su debut.

En Mendoza, en cambio, la vanguardia camporista es mirada con recelo por la dirigencia tradicional, a excepción de quienes acompañan sus planteos a menudo destemplados: el diputado nacional Guillermo Carmona y el senador provincial electo, Alejandro Abraham.

Lo cierto es que el inicio de la ebullición preelectoral local se da en sintonía con los primeros pasos que en el mismo sentido intenta dar tanto el kirchnerismo como el peronismo a nivel nacional, aunque, con notorias y más definidas diferencias. Ayuda a clarificar el panorama la divisoria de aguas que en ese sentido representa Cristina. La adhesión y el rechazo interno parecen darse en términos similares entre el generalato, pero con la particularidad que los gobernadores peronistas no sólo han mostrado una clara actitud colaborativa con el gobierno de Cambiemos, sino que no les interesa construir (o reconstruir) el futuro del peronismo detrás del liderazgo de la ex presidenta.

Así, una reciente cumbre partidaria en  San Luis, motorizada por el kirchnerismo y a la que sólo adhirió Alberto Rodríguez Sáa (a la que incluso asistió Amado Boudou tras recuperar su libertad) fue replicada días atrás con otra, en apariencia mucho más poderosa en Gualeguaychú, donde los gobernadores, bajo la conducción parlamentaria de Miguel Angel Pichetto, más el aporte del massismo y el randazzismo, dieron una inequívoca señal de un PJ de pie para 2019 pero sin Cristina. Ese es el mismo peronismo que votó en el Congreso la reforma previsional y la tributaria, pero también los jueces de la Corte, la reparación histórica para los jubilados y el acuerdo con los fondos buitres que significó la salida del default. Todos ítems que el kirchnerismo, ideológicamente,  rechaza de plano.

En Mendoza, las cosas no parecen tan claras. Por el contrario, aquí nadie excluye a nadie y todos se juntan con todos, más por necesidad que por convicción. ¿Obligará ahora el estiletazo que representa la postura de Fernández Sagasti a la toma de definiciones de aquellos sectores partidarios que en privado critican modos y métodos K pero que en público comparten actos y boletas? ¿Será la próxima Legislatura un escenario de rupturas y diferenciaciones entre la avanzada kirchnerista y los representantes de los intendentes que aprueban presupuestos (y endeudamientos) para Cornejo? ¿Será la disputa interna por los cargos la que rompa las formas hasta aquí intactas al interior del PJ, más por cinismo que por coincidencias?

En todo caso, una cosa está en claro: el desafío de la unidad para el PJ expresa algo más que un eslogan. Apenas un imperativo de supervivencia.

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