La perturbadora historia de la carcelera cuya crueldad espantó a los mismísimos nazis 

Si algún preso osaba mirar a Ilse Koch, recibía una paliza que solía acabar en la muerte.

La perturbadora historia de la carcelera cuya crueldad espantó a los mismísimos nazis 
La perturbadora historia de la carcelera cuya crueldad espantó a los mismísimos nazis 

Con Ilse Koch, carcelera de los campos de concentración nazi, la muerte tuvo cara de mujer. En la Alemania del Tercer Reich no hubo lugar para el género femenino dentro de los estadios superiores, aun así existieron agentes femeninos en diversos puestos con cuotas poder sobre otros.

Siendo una adolescente, durante la posguerra, Ilse comenzó a frecuentar tabernas repletas de oficiales nazis y consiguió trabajo como secretaria dentro de la organización. Años más tarde conoció a Karl-Otto Koch, oficial en ascenso de las SS. El 25 de mayo de 1936 se casaron. Él tenía 39 años y ella 30. Juntos engendraron tres hijos y una maldad casi sin precedentes, que descompuso a los mismos nazis.

Koch trabajó en diversos centros de concentración y cuando fue transferido a Buchenwald, Ilse fue nombrada Oberaufseherin (supervisora) por las SS. Desde entonces desempeñó un papel activo en las atrocidades cometidas allí. Debido a su crueldad extrema fue conocida con diversos apodos como la "bruja" o la "zorra" Buchenwald. 

"Uno de sus pasatiempos favoritos –especifica el investigador español Ismael Marinero-  era vestirse de manera provocativa y mostrar sus encantos ante los recién llegados al campo. Si algún preso osaba mirarla directamente, recibía una paliza que solía acabar en muerte". También los obligaba a mostrarles el pene para golpearlo con algún objeto contundente.

Kurt Glass, prisionero al que el matrimonio tomó como jardinero de la casa familiar, realizó algunas de sus declaraciones sobre Ilse:

” […] Era una mujer muy hermosa de largos y rojos cabellos, pero con la suficiente sangre fría como para disparar a cualquier preso en cualquier momento. Tenía en mente fabricar una pequeña lámpara de piel humana, y un día en el ‘Appellplatz’ se nos ordenó a todos desnudarnos hasta la cintura. Los que tenían tatuajes interesantes fueron llevados ante ella, para escoger los que le gustaban. Esos presos murieron y con sus pieles se hicieron lámparas para ella. También utilizaron pulgares momificados como interruptores […]”.

Las acciones de este matrimonio nefasto recibieron amonestaciones por los propios nazis. Se inició una investigación interna. A lo largo de la misma descubrieron órdenes de Karl Koch de matar prisioneros en el campo luego de robar sus propiedades. También hizo asesinar al médico alemán que trataba su sífilis, con el objeto de que nadie supiera que la había contraído.

La suerte de la pareja acabó. Por deshonrar tanto a sí mismo como a las SS, Koch fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento el 5 de abril de 1945. Una semana más tarde las tropas estadounidenses liberaron el campo.

Ilse enfrentó varios juicios. Se salvó de ser condenada a muerte en dos oportunidades y finalmente terminó ahorcándose en la prisión de Aichach, el 2 de septiembre de 1967.

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