Un día después del octavo sábado consecutivo de protestas que terminaron con enfrentamientos, represión y detenidos, cientos de mujeres mostraron ayer en distintas ciudades de Francia la otra cara de las protestas de los llamados chalecos amarillos.
Con el expreso objetivo de demostrar que no todos los miembros del movimiento de protesta utilizan métodos violentos, cientos de mujeres se reunieron en la plaza de la Bastilla, en el centro de París, para marchar a través de las principales avenidas de la ciudad, siempre vigiladas de cerca por un masivo dispositivo de seguridad policial.
También hubo marcha sismilares en Toulouse, en el sur de Francia; en Caen, en el norte; y en Saint Nazaire y La Rochelle, en el oeste.
Muchas de las mujeres decidieron ir con sus hijos pequeños. Las escenas contrastaron con las del sábado cuando grupos de manifestantes más numerosos volvieron a cargar contra las fuerzas de seguridad y desataron la ira contra las autoridades, que ya parece incontrolable.
Desde el inicio de las protestas, más de 1.500 manifestantes han resultado heridos, 53 de ellos de gravedad, y casi 1.100 policías sufrieron algún tipo de lesión.
Además, al menos diez personas murieron, principalmente en accidentes relacionados con las barricadas y cortes de rutas de las primeras semanas.
La lista de demandas de los denominados "chalecos amarillos" es larga y de amplio espectro, incluye tanto reclamos medioambientalistas, como salariales.