La gran incógnita pasa por establecer a qué responde la situación. Pero lo cierto y lo concreto es que la pérdida de casi 2 mil hectáreas de producción de frutas en la provincia, produce mucha inquietud.
Puede ser que haya algunos productores que decidieron implantar nuevas variedades que respondan a los mercados o que destinaron esas tierras a la plantación de viñedos u otros cultivos.
Pero lo preocupante se centra en que es posible que esas tierras, ahora incultas, sean volcadas a emprendimientos inmobiliarios, especialmente aquellas fincas ubicadas en los alrededores de los centros poblados. También inquieta la posibilidad de que hayan adoptado la decisión de abandonar las plantaciones por falta de rentabilidad.
Sean cuales fuesen los motivos del cambio de realidad, es un tema que debe preocupar tanto al gobierno como a la dirigencia política en general. Porque lo que está en juego es mucho, tanto en el caso de los trabajadores rurales que se quedan sin fuente laboral como aquellos que se desempeñaban, en muchos casos con puestos fijos durante el año, o bien en los denominados trabajos "por temporada" en las fábricas que elaboraban esa producción.
En ese marco de situación aparece casi como una gota de agua en el desierto la reapertura de la pulpera de San Rafael, luego de una inversión de 60 millones de pesos, que podrá procesar entre 15 y 20 millones de kilos de fruta (damasco, membrillo, durazno, pera, ciruela y manzana) y que generará un mínimo de 15 empleados por turno.
Loa números dados a conocer por una reciente nota de Los Andes son claros y concretos. De acuerdo con el pronóstico de cosecha del Instituto de Desarrollo Rural, en dos años se redujo en 603 hectáreas la superficie de durazno con destino a industria; en 72 ha de duraznos con destino al consumo en fresco; en 445 ha las de ciruela para consumo; en 275 ha las de pera y en 548 hectáreas las de manzana.
Años atrás, un fuerte productor de frutas del Alto Valle del Río Negro advirtió durante una entrevista que los mercados son cambiantes y dio como ejemplo lo sucedido con la manzana, en la que se dejó de producir aquella variedad con una excelente presencia a la vista, pero que cuando se consumía luego de haber pasado por frigoríficos se transformaba en un fruto "arenoso" y hasta con cambios en el sabor. Aspectos similares destacó cuando hizo referencia a la pera o el durazno.
También cabría recordar la advertencia que realizaron, también años atrás autoridades del Sur provincial cuando, ante una protesta de productores, destacaron que gran parte de la producción de damascos respondía a plantaciones utilizadas a modo de cortavientos, pero que se trataba de frutos que no eran aptos para la comercialización porque se sobre maduraban muy rápidamente.
De acuerdo con el planteo formulado por la Asociación de Productores y Exportadoras de Fruta Fresca de Mendoza, la actividad está diezmada en lo relativo a los frutos de pepitas, mientras en el caso de las de carozo, como el durazno, hay una superproducción que, sumada a la presión de Chile, afecta a los precios. Hizo referencia a la ciruela, que ha bajado mucho en el consumo en fresco, agregando que el aumento en los costos ha obligado a muchos productores a salir del negocio.
Desde el Gobierno se advierte que son conscientes de lo que sucede, señalando que reconocen el reclamo de los productores, pero destacando que se trata de una política agraria que arrastra varios años de errores, con una "pulverización" de las economías regionales.
El funcionario del área expresó que se está planteando la posibilidad de realizar el año próximo un nuevo censo agrícola que refleje la realidad del campo. Resulta necesario que la actividad privada mantenga reuniones con los organismos oficiales a los efectos de diagramar políticas que permitan la permanencia del productor en las fincas, ya que de lo contrario están en juego miles de fuentes de trabajo, con el consiguiente problema social que ello trae aparejado.