Como el de Caetano, el de Molotov era el último concierto de su gira por Argentina.
A la bomba incendiaria frijolera no la escuchábamos en casa desde 2007, justamente el año del lanzamiento de su disco anterior, el que muchos consideran el más fallido, "Eternamiente".
Ahora, la situación era muy distinta. Ellos se vinieron a presentar lo que quizá es una total reivindicación, uno de los mejores trabajos de un tiempo a esta parte del cuarteto, su sucio y crudo "Agua maldita", que ya lleva cinco meses probándose en vivo y eso se ha notado desde el primero al último acorde del recital del domingo en el Ángel Bustelo frente a más de 1500 espectadores.
Es que a Los Molochos se les nota el placer por el toque en vivo, están más picantes que nunca y en muy buena forma escénica.
Prácticamente el concierto no tuvo ni fisuras, ni mucho menos suavidades. El rock y hip hop estallaron como dos frentes de tormenta y Micky, Tito, Paco y Randy vinieron a ser lo que mejor hacen; estremecer al público con un generoso repertorio que incluyó grandes dosis de estrenos y saltos en el tiempo.
En una primera parte descerrajaron material fresco y con algunos clásicos, muy bien sincronizados con un VJ que proyectó imágenes de documentales y filmes bizarros de México en blanco y negro de los años 40 y 50, relevando la alienación industrial, las guerras mundiales, el submundo clandestino del Pin Up y los cabarets, muy acordes con el manifiesto político, hedonista y de crítica social que la banda ha tenido en estos veinte años de carrera.
En este caso, las imágenes tienen ese propósito lúdico de fijar aquellas frases reaccionarias que siempre prenden fuego y su crítica cáustica contra el racismo, la doble moral católica y el clasismo tan enraizados en la sociedad mexicana.
Este salpicado de 220 Watts incluyó Noko; el cover chingano de Falco, "Amateur, rock me Amadeus - del álbum "Con todo respeto" de 2004 - ; la sarcástica "Santo Niño de Atocha" ; "Oleré y oleré y oleré el UHU"; "Chinga tu madre" - del imperecedero "¿Donde jugarán las niñas?" de 1997 ; "Here we kum" - de "Dance and dense denso" de 2003 - ; el súper hit "Lagunas metales" ; No existe", "La raza pura es la pura raza", con la colaboración en pantalla de Darryl "D.M.C.", el fundador de la banda de culto Run-DMC.
Después, comenzaron a salpicarse hacia el pasado, con temas que hace años no escuchábamos en vivo como "Parásito" de "Apocalypshit" de 1999 ; "Blame Me" de "Eternamiente", en el que se produjo el primero de varios cruces entre Randy y Paco Ayala trocando sus instrumentos.
Le siguieron "Changüich a la chichona" y un vibrante mix entre "Perro negro granjero", cruzado con el cover de ZZ Top "La Grange" y de los mexicanos Three Souls in my Mind y El Tri.
A esa altura del concierto, Tito ya se había despachado con una ristra de insultos : "¡Un gran chinga tu madre al gobierno mexicano que es una mierda!", gritó.
De hecho, cada vez que pudo, nos hizo recordar un cartel escrito a mano en el escenario con la frase "Faltan 43", en alusión a los ruralistas desaparecidos de Ayotzinapa. Y con "Gimme tha Power"; "Frijolero" y una versión extendida de "Hit me" (Gimme tha Power II)", la música y las letras hablaron por sí solas y se resignificaron del pasado al presente con elocuencia.
En la recta final, los ingredientes inflamables incluyeron dos versiones; una rockera y una muy punk del cover de The Misfist "Marciano (I Turned Into a Martian)". Ya con veinte canciones tocadas, el concierto rumbeó hacia obras nuevas todavía no editadas, aunque presentes en sus vivos como "Crazy chola loca" y un divertido revoltijo entre "Blanca Navidad"/ "Hava Naguila" y "Dance and Dense Denso".
Ya en zona de bises, el cuarteto volvió con el recordado "¿Donde jugarán las niñas?" con "Molotov Cocktail Party"; "Mátate Teté" y una versión XXL de "Puto", en el que colaboraron como MC uno de sus asistentes y tres integrantes veinteañeros de la banda puntana Réquiem.
