La biblioteca municipal Julio Fernández Peláez, la principal de Maipú, cumple el lunes medio siglo de existencia, con motivo de haber sido creada en mayo de 1965, a instancias del educador, escritor e historiador del mismo nombre, hombre público que murió en 1969.
Hoy su legado está representado por su hija, María Esther Fernández Peláez, quien a sus 90 años recuerda lúcidamente qué pensaba su papá sobre un lugar destinado a los vecinos y los libros.
Fernández Peláez asumió la función de director ad honorem de Cultura, en los primeros años de la década del '60, y rápidamente pidió al municipio la creación de una biblioteca y del archivo histórico departamental. Era intendente Remberto Berazategui.
Los primeros ejemplares que nutrieron la estantería de la entidad -600 en total- provinieron de la biblioteca particular del historiador, y otros fueron adquiridos por la repartición.
De aquellos textos fundadores se encuentran, por ejemplo, las obras de John Knittel, un escritor suizo conocido por sus narraciones sobre viajes y su relación con el partido nazi alemán, y una compilación de narraciones de ganadores de los Premios Pulitzer, de 1958.
Con el paso del tiempo, la Fernández Peláez fue creciendo y sirviendo a camadas de estudiantes, quienes encontraban entre sus paredes los textos que les permitían superar las obligaciones de la escuela primaria y el nivel secundario.
Las primeras bibliotecarias fueron Nelly Pistone de Allaca, María Rosa Muzaber y Nancy Pavanello. Para la fundación y los años posteriores, el edificio de la biblioteca, ubicado en Patricias Argentinas y Presidente Sarmiento, era adecuado y cómodo, pero con el transcurso de los años esa condición se fue degradando.
En 1998-1999 la institución resultó afectada en sus instalaciones, situación que se subsanó tras un tiempo, pero en setiembre de 2004 los techos de la entidad cedieron y las autoridades resolvieron cerrarla y trasladar los ejemplares a dependencias del Club de Leones local. Después de 2 años de refacciones, en 2006, la casa de los libros volvió a abrir sus puertas.
En el edificio recuperado se continuó la atención del público, pero seguía siendo antiguo y poco y funcional.
En el marco del programa provincial de construir una biblioteca en cada departamento, la Fernández Peláez fue demolida en 2012, dando inicio a la construcción de una flamante sede, que se inauguró el 12 de octubre de 2014.
Hoy es una organización con un inmueble de agradables líneas, cómodo y bien iluminado.
La actual directora, Liliana Palermo, y sus colaboradores están orgullosos del establecimiento, compuesto de 2 salas de lectura (una en el solar antiguo, que fue restaurado), 2 salas de libros (depósitos), sanitarios y una pequeña cocina.
En la actualidad el patrimonio es de 38.000 ejemplares y los empleados atienden a unos 400 usuarios mensuales, que van creciendo periódicamente, e igual número conforman los asociados. También en esta locación funciona la sede de las bibliotecas populares.
Los socios disponen de servicio de internet y apoyo escolar en distintas materias. Y los más pequeños cuentan con un rincón infantil (a partir de los 4 años).
El interesado encontrará también un taller de encuadernación, un servicio que casi ya no prestan dependencias de este tipo.
Una curiosidad es el "Almacén de libros olvidados", donde se guardan volúmenes, mayoritariamente antiguos, de gente que se ha cambiado de domicilio y no tiene espacio en su nueva residencia para albergarlos. Esos tomos pueden ser consultados por el público, pero si el titular de los mismos quiere recuperarlos en algún momento, vuelven a su dominio.
Asimismo, hay habilitado un centro de copistas para personas ciegas. Al promediar la mañana de ayer, el socio Hernán Navarro (22) se encontraba en el edificio con 2 cometidos.
"Vengo a consultar los diarios porque estoy buscando trabajo, y cuando veo algo que me interesa, envío desde aquí mi currículum vitae (CV) a través del correo electrónico; de otra forma sería más complicado", explicó el jovencito.
En tanto, unos jóvenes participaban de una clase de apoyo de Matemática, a cargo de las docentes Yanina Carmona (28) y Julieta Herrero (27), quienes señalaron el carácter gratuito de esa instrucción, dispuesta por la Dirección de Educación municipal, que las contrató para ese menester. Otras asignaturas que se tratan son Lengua, Inglés y lo concerniente a los niveles primario y secundario de enseñanza.
"El papá se empeñó mucho en esta institución; no concebía a Maipú sin una biblioteca pública. Consideraba que el estudiantado necesitaba beber en la fuente de los libros”, contó Esther, hija de Fernández Peláez. Agregó: “Él cedió con gran beneplácito muchos ejemplares de terceros y los propios, que conformaban su biblioteca privada, como "La Andíada o canto esencial de América del Sur" y la "Historia de Maipú".
La escritora Rosa Gladys Bianchi recordó que fue asidua concurrente a la Fernández Peláez, ya que "cuando era estudiante en el secundario no existía internet y los libros para consultar estaban solamente en esta casa, situación que nos permitió ampliar lo que nos enseñaban en el aula".
Dijo que se siente muy complacida porque sus investigaciones -2 tomos sobre la historia de Malargüe y otra sobre Maipú y sus pobladores, están en las estanterías de la entidad.
Los actos
Los actos para recordar el 50° aniversario comenzarán mañana con una exposición de artistas plásticos locales, a las 10.30. El domingo habrá una posta ciclística por las bibliotecas, a partir de las 9 y, a las 17, un encuentro de murgas por la cultura del libro.
El lunes 25, a las 9.30, se ofrecerá un chocolate y bailes típicos criollos (pericón nacional). A las 16 del martes 26 se ofrecerá en la institución (Patricias y Sarmiento) el relato "Te cuento: la historia de la biblioteca".