La biblioteca de Arturo Roig y su traslado a la UNCuyo

El traspaso del archivo y fondo bibliográfico del filósofo y humanista mendocino a la casa de altos estudios que lo formó, constituye un hecho trascendente para la cultura mendocina. Se trata de 7.000 ejemplares y 3.000 documentos, ahora al alcance de est

La biblioteca de Arturo Roig y su traslado a la UNCuyo

Desde la semana pasada, la biblioteca personal del filósofo, pensador e historiador mendocino Arturo Andrés Roig ocupa un ámbito iluminado, de sosiego, meditación y lectura en la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Cuyo, que ya llevaba el nombre del humanista fallecido en 2012.

Es un acervo de 7.000 ejemplares y 3.000 documentos de archivo y anotaciones que investigadores, estudiantes y la comunidad mendocina podrán consultar, con lógicas restricciones para preservar, el rico patrimonio, de daños y posibles hurtos, en una sala vidriada especial, separada de las estanterías y mesones de lectura de la biblioteca de la casa de altos estudios. Los usuarios sólo podrán acceder al material a través de ese espacio y no habrá préstamo de ejemplares.

En el armado de este lugar se respetó el orden y la distribución que don Arturo había dispuesto en vida para su colección de libros y revistas sobre filosofía, historia, literatura y otros temas que eran de su interés, con especial orientación al pensamiento argentino y latinoamericano. Se encuentran también libros y publicaciones de su autoría, manuscritos, trabajos en versión original y apuntes.

Además se procuró recrear el ambiente de estudio y trabajo que el filósofo tenía en su casa de calle Vicente López de ciudad, a través de un escritorio con sus artículos y objetos personales, entre los que se encuentran apuntadores, enseres varios, su maletín y la vieja máquina de escribir.

Este aporte a la cultura mendocina fue posible merced a la generosidad y altruismo de los cuatro hijos del escritor -Hebe, Elizabeth, Arturo y Horacio-, quienes dispusieron sin miramientos y enorme generosidad que el tesoro de papel que su progenitor acumuló por décadas pasara íntegramente al centro de educación superior que lo había formado.

Cualquier fundación científica o literaria del extranjero no hubiera titubeado en invertir una suma importante de dinero para incorporar a sus dominios la colección de valiosos libros de grandes filósofos, investigadores y pensadores de la humanidad, además de títulos de escritores nacionales y las propias obras de Roig.

Y si ha de merituarse la generosidad de los descendientes, también debe resaltarse la actitud de la Universidad, que movilizó recursos y un equipo profesional para la catalogación y traslado de las obras a su nueva sede, habilitando un rincón agradable y cómodo.

El trabajo se llevó a cabo durante meses con denodado esfuerzo y dedicación por parte de personal del Sistema Integrado de Documentación (SID). Toda la sociedad mendocina puede y debería concurrir a conocer este ámbito y recordar y valorar la figura de quien lo gestó.

El rector Daniel Pizzi destacó que el mayor homenaje que se podía hacer a Arturo Roig es “responder a aquello que se vincula con el ADN de la Universidad, que es ni más ni menos que la búsqueda de la verdad, aquello que nos hace libres. Queremos honrar la vida de don Arturo por sus aportes al conocimiento latinoamericano a través de este ambiente”.

Elizabeth Roig, en representación de los allegados del humanista, dio testimonio de la satisfacción de la familia por el destino final de los libros de su progenitor, al señalar que “...hemos sido hijos de esta institución. La UNCuyo es parte de nuestra casa paterna. Saber que la obra de nuestro padre se encuentra aquí, es seguir sintiendo que estamos en su casa. Nosotros continuaremos trazando este ámbito de afectos y trayectorias que se vinculan entre lo académico y lo personal”.

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