La caída del planteo de reacomodamiento de la deuda provincial que pretendía el Gobierno se daba por descontada. Varias voces del PJ habían hecho pública la decisión política de no avalar el “roll-over” y en el oficialismo pretendían más que nada que la pauta presupuestaria avanzara en la Legislatura con su contenido general. Obviamente, se sabía que la negativa opositora al tema puntual del endeudamiento llevaría a un replanteo sobre la distribución de recursos y de las prioridades en materia de obras públicas, fundamentales en tiempos preelectorales.
Pese a esa visualización previa de una derrota parcial, en general en el cornejismo la media sanción sin el endeudamiento fue tomada con mal humor. Aducen en el oficialismo que pese a la unidad manifestada en el recinto durante la sesión de Diputados, el principal sector de la oposición mantuvo siempre posturas cambiantes, sin interlocutores definidos. Como que existía una decisión y un convencimiento de oponerse más por intuición que por convicción.
Es que en el camino hacia el proceso electoral del año próximo, el PJ mendocino se destaca por la unidad lograda, para muchos endeble aún, pero unidad al fin. Lo que no se vislumbra del todo todavía es una estrategia clara. Omar Félix se va de la presidencia partidaria habiendo sorteado diferencias fuertes con los sectores kirchneristas y Guillermo Carmona llega muy pronto con el objetivo de la unidad por sobre todo y un aparente respaldo unánime.
Volviendo al debate del Presupuesto, en el Gobierno seguían con atención las negociaciones de los diputados oficialistas, pero la orden de Cornejo fue avanzar con el tratamiento y votación sin esperar mayores definiciones de eventuales negociaciones de última hora con los legisladores del peronismo.
Ante el apuro por definiciones desde el cornejismo, justamente para no dilatar los hechos, quienes están más cerca de los cinco intendentes del PJ hasta llegaron a sugerir postergar el debate una semana para tener una postura más clara desde los departamentos. Sin embargo, los hechos demostraron luego que la estrategia unificadora para esta coyuntura terminaría otorgándole al principal sector de la oposición una victoria que le reconforta. De paso, muchos en el peronismo recordaron la cerrada negativa, cuando la UCR era oposición en la gestión de Francisco Pérez, a la aprobación de los presupuestos en 2014 y 2015. En verdad, no hay motivos para medir ambas situaciones y compararlas, pero el freno a la renegociación de la deuda fue el estandarte ganado en la batalla. Saben en el justicialismo que no es fácil ganarle pulseadas al cornejismo en el poder; eso se valora.
El Presupuesto llegó al Senado sin los cinco artículos específicos de la deuda. La aprobación que falta, de la Cámara alta, estaría garantizada si el PJ mantiene su postura: aval a la pauta de gastos y recursos pero sin endeudamiento. El oficialismo puede volver a imponerse, como en Diputados, con mayoría simple contando con el despacho previo de comisiones. Y saben en las filas de Cambia Mendoza que insistir con la incorporación de las erradicadas cláusulas le haría sufrir otro traspié, en este caso innecesario.
Sí, ya se plantea desde las bancas que responden al Gobierno la posibilidad de buscar instrumentar una legislación que faculte la utilización del “roll-over” sin tener que recurrir a su abordaje cada año. Una idea que hoy aparece como de lejana concreción, con más razón a las puertas de un proceso electoral.
El día a día de las internas. La posibilidad de que el intendente de Junín se sume a la ronda de postulantes para la conducción del Ejecutivo en 2019 quedó instalada a partir de una serie de rumores que circularon por las vías del radicalismo.
El tema es curioso, porque se sabe que Mario Abed no quiere ser calificado como el “delfín” de ningún referente local del radicalismo y tampoco pretende quedar enrolado en alguna corriente. Se siente muy radical y cree tener derecho a aspirar a alguna postulación que supere por sus propios méritos su prolongado paso por la intendencia de Junín.
No está lanzado ni tendría previsto hacerlo en un plazo cercano, pero si la precandidatura a gobernador llegase a surgir, “bienvenida sea”, suele comentar entre sus cercanos.
Su relación con Cornejo es normal, ni eufórica ni distante. Hay mutuo respeto y reconocimiento a las gestiones que uno y otro encabezan. Se comenta que un encuentro bastante reciente en la Casa de Gobierno limó diferencias que pudiesen haber subsistido. El Gobernador quiso escuchar todo lo que el intendente tuviese para expresarle. Sabe muy bien que el escenario electoral que le tocará enfrentar probablemente no le permita darse el lujo de tener dirigentes distantes en su propio espacio.
El Gobernador estuvo presente hace poco en la inauguración de la bodega municipal ideada por Abed en el departamento del Este acompañado por el ministro Kerchner, el funcionario afín a la actividad vitivinícola, pero también una de las fichas puestas por el titular del Ejecutivo pensando en la sucesión. Hay quienes opinan que ambos, el ministro y el intendente, podrían llegar a cerrar un círculo de entendimientos muy importante de cara a la carrera hacia las urnas. A Cornejo no le disgustan algunos acuerdos en momentos clave.
El nombre de Abed ya circuló previo a la campaña a las legislativas del año pasado como una probable apuesta de Cornejo para la lista de candidatos a diputados nacionales.
El tiempo dirá si finalmente el juninense se suma a esa pulseada en la que también están anotados los intendentes Suárez y García Zalazar, por el radicalismo, y De Marchi, por el macrismo. ¿Cobos? Su respetado silencio genera especulaciones. Pero si no se postula y sí lo hace Abed, nunca faltará quien diga que éste lo representa. Por eso el “cacique” de Junín no quiere saber nada con rótulos de la interna de su partido y, si se decide, hará valer su trayectoria en su departamento, con varios años de buen respaldo popular y pese a las controvertidas reelecciones indefinidas. No hay que olvidar que previo a la definición de candidaturas para las legislativas del año pasado, el nombre de Abed se escuchó en el Gobierno como posible aspirante a una diputación nacional.
Cornejo entiende que un tiempo de definiciones políticas se aproxima. La oposición ya le demostró que puede hacer valer su peso legislativo y las encuestas lo llevarán a tener que decidir qué escenario pretende para que surja su eventual sucesor.
