Por Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar
Alfredo Cornejo sabe que corre con una gran ventaja: el enojo social con la gestión de su antecesor, Francisco Pérez, le da un aire mayor al que suelen tener todos los gobernadores cuando asumen. El tradicional “romance” durante los primeros 100 días de gestión puede estirarse esta vez y él va a jugar con ese beneficio a su favor hasta el límite.
Quizás por esto busca, revuelve documentos y se toma su tiempo para hacer el diagnóstico hasta en el último rincón del Ejecutivo. Las decisiones corren por su cuenta y sus delegados en cada área son los ejecutores. Fiel a su estilo, el Gobernador no quiere dar ni un paso en falso.
Con el respaldo que le da su poder partidario, ni se molesta por los radicales que protestan porque no tienen mucho espacio en un gobierno que creían iba a ser propio pero terminó en manos sólo del cornejismo.
Aún con algunos baches en el organigrama, Cornejo ha decidido poner todas sus energías en aquello que prometió durante la campaña: “ordenar” el Estado mendocino. Esa misión pasa ahora exclusivamente por revisar lo que recibió; más adelante llegará el turno de trazar el futuro.
Al control personal de los viajes de sus funcionarios sumó esta semana un decreto que impide nuevos ingresos de personal, algo que ya había dispuesto pero no cumplió Pérez; limita adicionales salariales, acelera jubilaciones y hasta acota la lista de funcionarios que contarán con celulares pagados por el Estado.
El de los teléfonos parece un tema menor, casi un trámite, pero se transformó en un indicador más de la herencia del peronismo.
Cuando asumió la nueva gestión, se encontró con que los ex funcionarios de Pérez se habían apropiado de aparatos y números. Con este panorama y con el nuevo gabinete usando sus propios teléfonos, Cornejo quiso hablar con el encargado de administrar los celulares.
Cuentan en Casa de Gobierno que el empleado en cuestión, sin rango alguno, no podía creerlo cuando le dijeron que el Gobernador quería hablar con él y menos aún cuando vio cómo se enfurecía al enterarse que no había listado alguno con los ‘beneficiarios’ ni idea remota del gasto mensual.
Durante la semana que pasó, el nuevo Gobierno avanzó contra los peronistas que ocuparon cargos políticos y Pérez les quiso asegurar un conchabo o un mejor sueldo cuando él se fuera.
Cornejo dejó sin el cargo en planta o el ascenso a 82 amigos y allegados a su antecesor y hay otros 200 en evaluación. La contracara de los “paquistas” que echó son los que ratificó: hay al menos cuatro funcionarios de la anterior gestión que lograron continuidad con el radical.
Por ahora, esos “acomodados”, unos insólitos ñoquis en la Subsecretaría de Trabajo y celadores suplentes fueron los apuntados, además de una denuncia genérica contra los anteriores jefes del Ministerio de Cultura por contratos irregulares.
En esa sucesión de anuncios en tres días, que buscó también darle protagonismo a algunos de los ministros, el que pareció salirse del sobrio libreto cornejista fue el director general de Escuelas. Jaime Correas habló de “delitos de lesa educación” al comunicar la baja de 101 celadores que llegaron como suplentes y se quedaron para siempre.
La frase efectista pareció pensada más para llamar la atención y ganarse el título de algún diario que para fundamentar una denuncia judicial concreta, de la que hasta ahora no hay novedades.
Preparando el terreno
La arremetida contra esos ahora ex estatales parece estar directamente entrelazada con el primer e inminente gran desafío que deberá sortear en la liga mayor de la política mendocina: las paritarias.
Como los recios defensores centrales que ‘aleccionan’ al habilidoso del equipo rival apenas comienza el partido, Cornejo quiere marcarles la cancha a los gremios, avisándoles que está dispuesto a todo.
En la misma línea va la denuncia judicial contra los militantes de la Tupac Amaru que cortaron el Acceso Este y el nudo vial de Costanera el viernes. Es una advertencia a los estatales también de que no permitirá piquetes y que la Justicia intervendrá, tal como prometió al asumir.
Este primer obstáculo además le servirá para medir el respaldo popular que tiene y que algunas encuestas ubican alto por el arranque de la gestión y, sobre todo, el desastre que lo antecedió.
El Gobernador se sentará frente a los gremios con la legitimidad que le dan los 500 mil votos que obtuvo en las elecciones, pero también con el “desgaste” de los dirigentes sindicales, que terminaron en alguna medida asociados al despilfarro de Pérez.
El discurso crítico y de mayor orden del radical durante la campaña, al que se sumó incluso el candidato peronista Adolfo Bermejo, caló profundo en gran parte de la sociedad y erosionó sobre todo al sector duro del sindicalismo estatal.
Cornejo suele repetirles a los suyos que a la conducción de ATE la respalda el voto de apenas unos cientos de afiliados, no todos, así como recuerda que Raquel Blas obtuvo sólo 8.000 votos y perdió cuando se presentó como candidata del Partido Obrero en las primarias nacionales.
Los gremios también se preparan para la batalla y tuvieron un encuentro donde fijaron las pautas para la negociación: rechazan un porcentaje prefijado, exigen la reincorporación de trabajadores despedidos y, contradictoriamente, insisten en la necesidad de concursos para ingresar al Estado.
Pero hasta ahora son ATE, Sitea y los Judiciales los que sostienen el discurso más duro. Ampros y el SUTE se han mostrado conciliadores, incluso con el despido de los “acomodados”. ATSA seguramente se mantendrá en la misma línea y no confrontará.
El Gobernador, por su lado, no quiere regalar ni un punto porcentual en las paritarias porque sabe que del resultado de este primer desafío depende, en buena medida, lo que suceda en los siguientes años cuando deba enfrentar la misma negociación.
También es consciente de que el éxito de su gestión en buena medida se definirá en los acuerdos salariales con los estatales, porque sólo bajando algunos puntos la participación de los sueldos en el presupuesto tendrá chances de salir del déficit y proyectar un nuevo rumbo para la provincia.
Entre los escenarios que se plantean en el Gobierno, está obviamente el de los paros masivos, durante varios días y con protestas callejeras.
Cerca de Cornejo aseguran estar dispuestos a resistir e incluso a dar aumentos por decreto para romper los conflictos: el argumento es que son muchos los que desisten de parar una vez que ven el aumento reflejado en su cuenta bancaria.
Pero claro, una cosa es decirlo y otra soportar la presión popular por la falta de clases y hospitales. De cuánto pueda tirar la cuerda y a la vez erosionar los paros dependerá si logra lo que se proponen.
Los gremios también tienen un desafío mayor este año: Celso Jaque y sobre todo Pérez fueron ‘generosos’ y terminaron cediendo a sus pedidos, tanto que lograron aumentos superiores a los de la mayoría de los gremios privados en los últimos años. Cornejo a priori se muestra distinto.
Pero, como ya se dijo, no es el único cambio: también es muy distinto el contexto social y político para los sindicatos desde aquel “Si cree que Jaque miente, toque bocina”, que inventaron los judiciales y les significó un amplio respaldo durante sus marchas.
La batalla dialéctica ya empezó. Habrá que ver quién está dispuesto a ir más a fondo cuando se trate de algo más que palabras.