La batalla del petróleo

A partir de datos históricos en nuestro país, el autor analiza lo que significa en pérdidas de divisas el vernos obligados a importar petróleo y gas.

La batalla del petróleo

Se cumplieron ya 57 años desde que el entonces flamante presidente de la República Argentina, Dr. Arturo Frondizi, el 24 de julio de 1958, a menos de noventa días de haber asumido la primera magistratura del país, anunciara, por la cadena nacional de radios, el inicio de lo que llamó “La batalla del petróleo”.

Sostuvo aquel día en su discurso que “la importación de petróleo estaba sumiendo en la pobreza y el atraso a nuestro país”, designando al doctor en química Arturo Sábato en YPF con las facultades y poderes del directorio, y a Esteban Pérez en Gas del Estado.

En la década anterior se habían producido hechos gravitantes, tanto para nuestro país como para el mundo global, que determinaron la urgencia de implementar y concretar un agresivo plan de perforaciones petrolíferas para frenar el enorme drenaje de divisas que provocaba la importación de petróleo y combustibles refinados.

En el mundo había concluido la Segunda Guerra Mundial y se estaba en pleno proceso de la llamada “Guerra Fría” entre dos bloques claramente diferenciados, uno encabezado por Estados Unidos y el otro por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

En la Argentina, luego del golpe militar de 1943, que depuso al gobierno civil, y después de un interregno de tres años, el entonces coronel Juan D. Perón asumió el poder, que ejerció hasta que fue depuesto por un golpe militar en 1955. Dos años antes, el presidente Perón, que había destinado una enorme cantidad de recursos económicos impulsando el consumo en los sectores populares y en algunas fallidas aventuras industriales (por caso, la fabricación del recordado auto Institec, el proyecto de desarrollo de la fusión nuclear controlada, como fuente inagotable de energía, que llevó adelante el físico alemán Ronald Richter y que culminó en un fracaso completo, etc.), intentó aumentar la producción petrolera gestionando un acuerdo con California Argentina SA, una empresa subsidiaria de la Standard Oil de

California, a la que le intentó entregar en concesión un área de 50.000 km2 en la provincia de Santa Cruz, y que no alcanzó a concretar por su derrocamiento producido en setiembre de 1955.

Al asumir Frondizi su gobierno, el 1° de mayo de 1958, la Argentina importaba más de la mitad del petróleo que consumía a un costo superior al 80% del déficit de la balanza comercial. En 1975, en su libro “El Movimiento Nacional”, Arturo Frondizi expresaba: “En 1958 nuestro gobierno estableció como prioridades al petróleo, la siderurgia, la energía, la química pesada, el aumento de la actividad agropecuaria y la modernización de la infraestructura de transportes”.

Luego agregó: “La primera prioridad fue asignada al petróleo por dos razones básicas: se contaba con reservas cubicadas que garantizaban el inmediato éxito de una política energética de extracción, y el peso de la importación de crudo y derivados había llegado a ser tan gravoso que insumía la tercera parte de la capacidad de compra de las exportaciones (entre 1950 y 1958 la balanza de pagos acusó un saldo desfavorable de 1.427 millones de dólares; la importación de petróleo representó en igual período 1.688 millones de dólares)”.

No vamos a abordar lo referente a la política petrolera de los años siguientes, los errores, la desidia y la falta de inversión de los sucesivos gobiernos que determinaran, durante la gestión del presidente Kirchner, la pérdida del autoabastecimiento de petróleo que se había logrado más de medio siglo atrás.

Sólo cabe reflexionar sobre el extraño destino de la Argentina, cuyos gobiernos siguen indefinidamente “tropezando con la misma piedra”. En 2015, como en 1955, el Gobierno, afligido por la enorme sangría de divisas que produce la importación de petróleo y gas, luego de muchos años de ignorar el problema, intentó, sin lograrlo, incrementar la extracción de “oro negro” cuando ya finaliza su gestión. Es que, como dice el adagio popular, “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”.

Es de esperar que el nuevo gobierno, de cualquier signo que sea, tenga en cuenta el éxito, pese a las grandes dificultades que se debieron enfrentar, de “La batalla del petróleo”, y dedique sus primeros y mayores esfuerzos a eliminar ese tremendo déficit que, una vez más, ha vuelto a castigar al conjunto de los argentinos.

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