La ayuda desinteresada

El voluntariado social se compromete a ayudar a quienes están en situación de vulnerabilidad o en emergencia, allí donde el Estado no llega. Es una forma de vida que debe ser apoyada por todos.

La ayuda desinteresada

Los Andes difundió hace 3 semanas una nota sobre la cantidad de organizaciones sociales que actúan en Mendoza, y resulta llamativo que ese número alcance al de 29.000 agrupaciones, cifra que se discrimina entre 19.000 inscriptas oficialmente y unas 10.000 que lo hacen de oficio.

Una organización social es un grupo de personas, grande o pequeño, vinculadas por un objetivo e interés común. Están circunscriptas en este concepto las asociaciones de vecinos, las entidades que apoyan a las personas con discapacidad, las cooperativas, las comisiones de bibliotecas populares y públicas y cualquier forma de organización social que busque la mejora socio-económica en el contexto donde actúa. Y, modernamente, debemos mencionar a las que actúan concientizando sobre la violencia de género o de ciertas enfermedades.

Están abarcadas también las llamadas ONG (Organizaciones no Gubernamentales), muy en boga y desde hace tiempo en aquellos países que intentan salirse del abrazo nada amistoso de la hegemonía capitalista.

Todas estas organizaciones sociales reciben el nombre de Sociedad Civil Organizada. ¿Por qué nacen las organizaciones sociales? “Para llenar los vacíos del Estado”, coincidieron en responder varios de los representantes de asociaciones consultadas. Allí donde hay necesidades insatisfechas, un grupo se organiza y trabaja para dar soluciones, generalmente en épocas de crisis.

Personas que ocupan su tiempo de descanso, de esparcimiento en aras de un bien general. En Mendoza, estas organizaciones han ido aumentando y actualmente la Dirección de Personas Jurídicas provincial contabiliza 19.000 asociaciones inscriptas.

De acuerdo a la investigación hecha por este diario, además de las organizaciones que podrían calificar de oficiales por estar registradas, se calcula que unas 10.000 más funcionan de hecho, sin personería jurídica. En todas ellas trabajan diariamente cientos de voluntarios que se esfuerzan en pos de lograr un beneficio para la sociedad. Sería imposible abarcar en estas líneas la cantidad de acciones que despliegan estas nobles entidades. Citemos, por ejemplo, el trabajo encomiable de Cullunche en defensa de la vida, el ambiente y la ecología.

Gracias a su acción se ha frenado bastante la cacería ilegal. En los cordones de los centros urbanos poblados y a veces dentro de ellos mismos, hay comedores y merenderos que proveen el alimento a seres marginados, sin posibilidades, y a muchos niños que no tienen garantizadas las correspondientes raciones de alimento y nutrición en sus hogares.

También están avanzando mucho en sus logros las instituciones que procuran insertar en la sociedad a las personas con discapacidad, además de protegerlas. Hemos citado al pasar a los voluntarios de los cuerpos bomberiles. Pensemos cómo estarían las cosas sin el esforzado servicio de estos nobles servidores, muchos de ellos personas jóvenes, que concurren a todo tipo de emergencias, en algunos casos como primer eslabón en la cadena de auxilio.

Los incidentes de tránsito con víctimas mortales o secuelas físicas de por vida para sobrevivientes constituyen una agobiadora y triste realidad. Contra ese flagelo lucha denodadamente Voluntarios en Red y en otra línea de trabajo, también lo hace Compromiso Vial por Mendoza.

En la defensa de los animales se esmeran, entre otras agrupaciones, el Movimiento de Protección Animal y la Asociación Protectora Animales Maltratados (Apram).

Los jóvenes se involucran mucho en estas cruzadas, afortunadamente. Según estudios, los integrantes de la feliz edad de la juventud son los que más participan de manera colectiva y organizada. La lista es grande y citamos como ejemplo la militancia del proyecto Manos a la Obra.

Pero, para mantener estos sistemas de ayuda de la sociedad civil hay que disponer de más voluntarios, porque muchas organizaciones se encuentran en situaciones muy penosas y con pocos brazos para alcanzar las metas propuestas, corriendo el riesgo de convertirse en sellos de escritorio.

Por eso es urgente que más ciudadanos se involucren en el voluntariado, como una forma de vida y de ayuda a los más vulnerables a salir de la pobreza y las limitaciones. Es tarea del Estado, pero mientras la estructura oficial, la que nos gobierna, presente baches o debilidades, frente a las debilidades del Estado, es bueno que más personas colaboren para moldear un modelo social más justo.

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