La ayuda de Cristina que Scioli no quiere

Desplazar jueces o designar militantes de La Cámpora en la AGN, son los aportes que incomodan al candidato.

La ayuda de Cristina que Scioli no quiere

Por Carlos Sachetto - Corresponsalía Buenos Aires 

Otras dos escandalosas arbitrariedades de Cristina Fernández operaron los últimos días como ratificación de que aquella expresión “vamos por todo” seguirá vigente hasta el último instante de su mandato, aunque no logre hacerla realidad. Ni la inminencia de una elección decisiva para el kirchnerismo en la que debe conquistar votos que acompañaron a propuestas opositoras el 25 de octubre, ni la necesidad de su candidato Daniel Scioli de demostrar que él será diferente, lograron convencerla de no cometer lo que ya debe admitirse como un reiterado error político.

Cada vez que arremete enceguecida, encuentra reacciones que la obligan a ceder espacios en el terreno de la credibilidad. Le ocurrió con la llamada Ley de Medios, también con la de democratización de la Justicia, la de conjueces de la Corte y otras varias iniciativas que no tuvo más remedio que agregar en el casillero de los fracasos.

Ahora ordenó remover al juez Juan Carlos Geminiani, integrante de la Sala II de la Cámara de Casación Penal por temor a que declarara inconstitucional el acuerdo con Irán, a partir de lo cual podría echarse luz sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman. Ese tema la obsesiona por las consecuencias judiciales y políticas que podría tener en el futuro.

Hay diferencias

Cuando Cristina anunció aquel “vamos por todo”, su poder estaba intacto. Hoy está en franca retirada, aunque ella no lo perciba de ese modo.

Los integrantes de la Corte Suprema de Justicia habían acordado declarar inconstitucional la ley de subrogancias, o de jueces suplentes, pero no lo iban a hacer hasta después del balotaje para no interferir en el proceso electoral. La torpeza del desplazamiento de Geminiani los obligó el martes a firmar de manera anticipada la sentencia.

Para la Presidenta fue un golpe durísimo. En un plazo de 90 días, todos los jueces designados por esa ley deberán dejar sus cargos. La mayoría de ellos -se sabe-, responden al kirchnerismo y fueron allí con el propósito de evitar que prosperaran causas en las que se ven involucrados funcionarios del Gobierno. Entre ellas está la causa Hotesur, que compromete en forma directa a la familia presidencial.

El fallo de la Corte fue firmado por unanimidad de sus miembros, aunque se supo que un asesor de Carlos Fayt intentó alguna disidencia, pero el propio Fayt ratificó su voto. Lo otro que llamó la atención en Tribunales es que siendo un tema sensible para el Gobierno, se sumara sin objeciones Elena Highton de Nolasco.

La aclaración de sus amigos llegó con rapidez: “Es cierto que Elena tiene una relación especial con Cristina, pero en los casos de gravedad institucional siempre vota así”, dijeron. También pudo saberse que fue ella la que introdujo la idea de extender por 3 meses la permanencia de los jueces “truchos”, como los llama la oposición.

Ese plazo, que generó fuertes críticas en quienes querían terminar de inmediato con los subrogantes mal designados, fue puesto para que el nuevo Congreso tenga tiempo de sancionar una nueva ley, estableciendo, entre otras cosas, que esos magistrados deben ser votados por los dos tercios del Senado, como lo establece la Constitución.

El otro escándalo fue el nombramiento y juramento de dos auditores de La Cámpora en una irregular sesión de Diputados. A la Presidenta no le interesó guardar las formas y ofreció un nuevo argumento a la oposición para asociar ese estilo de gobierno a la continuidad que propone Scioli.

Un búmeran

El viernes, Cristina negó que haya una “campaña sucia” contra Macri y -como siempre- se puso en el centro de la escena asegurando que ella ha sido y es víctima de una “campaña cloaca”. El tono de su discurso, con el candidato presente, volvió a ser confrontativo y autoritario, justo lo que los gobernadores peronistas que acompañan a Scioli habían pedido que se evitara.

Según los estrategas de la campaña de Cambiemos, la preocupación que les despertó la campaña sucia sobre Macri, dio paso, al cabo de unos pocos días a una ola de chistes en medios y redes sociales que pusieron en ridículo a quienes creyeron que así ayudarían al Frente para la Victoria. Las encuestas que se han conocido hasta ahora otorgan ventaja al macrismo por obra de una ola que sigue creciendo.

Pero aunque dos semanas es poco, la dinámica política que se verifica en un momento crucial de fin de ciclo no permite deducir que la elección esté definida. El 22 irá mucha gente a votar y lo hará con insatisfacción. Por uno u otro candidato.

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