La aspirina, una medicina milagrosa por antonomasia

Las personas que confían únicamente en las habilidades preventivas de esa pastillita quizá la usen de manera inapropiada.

La aspirina, una medicina milagrosa por antonomasia
La aspirina, una medicina milagrosa por antonomasia

La aspirina, la medicina milagrosa por antonomasia, desde hace mucho ha sido el medicamento de cabecera para millones, un remedio que lo puede todo, que es fácil de conseguir y además es barato. Alabada por su capacidad de aliviar el dolor, la fiebre y la inflamación, la aspirina ha sido un elemento básico en el botiquín de hogares y primeros auxilios desde hace más de un siglo.

Sin embargo, en los últimos años su reputación se ha visto mancillada porque se han reconocido efectos secundarios potencialmente graves, sobre todo un sangrado peligroso en el cerebro o en el tubo digestivo. Dada la longevidad de la aspirina y que se puede comprar sin receta médica, los consumidores a veces pasan por alto los riesgos y tienen menos cuidado del que es médicamente recomendado.

Los informes generalizados de que la aspirina puede ayudar a prevenir ataques cardíacos, derrames cerebrales y cáncer colorrectal han llevado a muchas personas a tomar una aspirina regular o de dosis baja (para bebés) todos los días sin consultar primero a sus médicos o tener en cuenta su susceptibilidad a complicaciones. Las personas que confían únicamente en las habilidades preventivas de la aspirina, o en los consejos de amigos y familiares, quizá la usen de manera inapropiada, haciendo que la balanza se incline más hacia los riesgos que a los beneficios.

Si en tu caso la aspirina funciona como un milagro o una amenaza depende en gran medida de saber dónde encajas en el espectro de sus beneficios y riesgos conocidos. Hay una excepción importante: si crees que estás teniendo un infarto, inmediatamente después de llamar al 911, mastica una aspirina regular de 325 miligramos o cuatro de dosis baja con la esperanza de limitar los efectos dañinos de un coágulo.

A diferencia de los medicamentos anticoagulantes, que interfieren con los factores de coagulación en la sangre, la aspirina actúa evitando que las plaquetas se peguen entre sí y formen coágulos que pueden bloquear una arteria. En las personas que ya han sufrido un infarto al miocardio o un derrame cerebral o se sabe que tienen vasos sanguíneos muy estrechos alimentando el corazón o el cerebro, una terapia diaria con aspirina puede reducir el riesgo de un futuro ataque cardiaco o accidente cerebrovascular.

Los hombres mayores de 50 años y las mujeres mayores de 60 años con diabetes que también cuentan con uno o más factores de riesgo para enfermedades cardiacas, como hipertensión o antecedentes de tabaquismo, también podrían beneficiarse de tomar una aspirina al día.

Un estudio sobre el riesgo de la aspirina y el cáncer realizado con 146.152 adultos mayores y publicado en diciembre en la revista Jama Network Open descubrió que tomar el medicamento tres o más veces a la semana se asociaba con un menor riesgo de muerte en general y un menor riesgo de muerte por cáncer, especialmente cáncer colorrectal y otros cánceres gastrointestinales.

En su consejo más reciente para personas sanas, el Equipo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos recomendó -en mayo del año pasado- dosis bajas de aspirina para prevenir enfermedades cardiovasculares y cáncer colorrectal en adultos de 50 a 59 años con una esperanza de vida de al menos 10 años, con un riesgo de 10% o más de desarrollar una enfermedad cardiovascular que no tienen mayor riesgo de sangrado y están dispuestos a tomar aspirinas durante al menos una década.

Este consejo es exclusivamente para las personas que aún no están tomando medicamentos que aumentan el riesgo de sangrado, por ejemplo, un anticoagulante o un medicamento antiinflamatorio no esteroideo como el ibuprofeno o el naproxeno.

Ese mismo consejo para usar dosis bajas de aspirina como una medida preventiva se aplica a adultos sanos de 60 a 69 años, según el equipo de trabajo, pero la decisión de hacerlo debería ser “individual” y tomarse en consulta con un médico, dicen los expertos.

Para los adultos menores de 50 años o mayores de 69, el grupo de trabajo concluyó que la evidencia actual era insuficiente para justificar el uso preventivo de la aspirina, en dosis bajas o de cualquier otra manera. Todavía no es posible decir que los beneficios potenciales son mayores que los riesgos.

El poder antiagregante de la aspirina puede disminuir la capacidad de coagulación de la sangre después de una lesión, y también puede irritar el revestimiento del tracto gastrointestinal. El sangrado gastrointestinal puede aparecer como heces negras o quizás vómito con sangre (si se ha desarrollado una úlcera sangrante), aunque en algunos casos el sangrado es tan lento que es posible que no lo notes. Tener muchos hematomas puede indicar que la sangre de una persona no se está coagulando adecuadamente. En efecto, la posibilidad de una complicación hemorrágica aumenta en las personas mayores, cuyos tejidos tienden a hacerse más delgados con la edad. 

Para las personas que ya han sufrido un ataque cardíaco o un derrame cerebral, el valor protector de la aspirina puede ser mayor que sus riesgos en una proporción de aproximadamente seis a uno, según Michael Gaziano, cardiólogo del Hospital Brigham and Women's y profesor de Medicina de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. "Creo que la mayoría de las personas que tienen episodios de hemorragia por aspirina no mueren", afirmó en la Carta de Salud de Harvard. "Pero muchas personas que tienen un infarto al miocardio o un derrame cerebral sí, por lo que la decisión es clara", apuntó.

Sin embargo, la evidencia disponible indica que las personas que podrían beneficiarse más de las dosis bajas de aspirina no suelen tomarlas. En un estudio de adultos de Wisconsin publicado en la revista Journal of Family Practice, sólo 31% de los que probablemente se beneficiarían de la aspirina la tomaban de manera cotidiana.

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