Por Rosendo Fraga - Analista político. Especial para Los Andes
La política exterior ha estado en el centro de la gestión Macri. La decisión de Barack Obama de visitar la Argentina crece en significación como gesto. Si bien es la sexta vez que llega al país un presidente de los Estados Unidos, es la primera que viene sólo a la Argentina en América del Sur.
Roosevelt y Bush hijo estuvieron por encuentros interamericanos y Eisenhower, Bush padre y Clinton visitaron otros países de la región además de la Argentina. La visita cae en Semana Santa y por ello el mandatario estadounidense prolongaría un par de días más su estancia en el país para descansar en Bariloche.
La visita del presidente francés, François Hollande, mostró al gobierno argentino interesado en avanzar en el Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.
Macri debería observar que la semana pasada tuvo lugar la 12ª ronda de negociación para el Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos y la Unión Europea, que Obama quiere dejar concluido a fin de año, antes de dejar el poder. Que el Mercosur sea el área latinoamericana de este acuerdo, como tres de los cuatro países de la Alianza del Pacífico lo son en el Tratado de Libre Comercio Transpacífico, es un objetivo a proponer.
El encuentro en Roma con el primer ministro italiano puso en evidencia un objetivo argentino: ser sede, en 2018, de la Cumbre de jefes de gobierno del G20. En cuanto al encuentro con el Papa mostró su distancia con Macri, como lo reflejaron los medios de comunicación extranjeros. La reunión no sirvió para acercar posiciones, más allá de los discursos y las manifestaciones del gobierno argentino.
Ahora, el epicentro de la política estará en el Congreso, tras el discurso de Macri en la apertura de las sesiones ordinarias. Usó la última oportunidad para denunciar la herencia recibida. Si no lo hacía, después los problemas pasaban a ser percibidos como del gobierno en ejercicio para la mayor parte de la opinión pública. El ala política del Gobierno (el ministro del Interior y el radicalismo) logró imponer su punto de vista al respecto sobre el equipo asesor más próximo, en el que descuella el ecuatoriano Jaime Durán Barba, el que argumentó la tesis de que no es conveniente dar malas noticias. Desde el área económica también se aconsejó no mostrar una Argentina con dificultades, lo que puede ahuyentar las inversiones. En este marco, Macri se centró en propuestas (fue el estilo de Massa en su campaña) para combatir la corrupción, reformar y modernizar la Justicia, sanear el sistema electoral y neutralizar los efectos de la inflación en los sectores de menores ingresos, entre otras. Pero hoy el Ejecutivo necesita que el Congreso resuelva temas claves: el acuerdo con los holdouts, que requiere mayoría simple en ambas cámaras; el acuerdo para la designación de nuevos integrantes de la Corte, que al igual que los embajadores, oficiales superiores de las Fuerzas Armadas y el Directorio del Banco Central requieren dos tercios de los senadores presentes y la convalidación de los Decretos de Necesidad y Urgencia, para lo que es necesario el dictamen de la Comisión Bicameral de Trámite Legal Parlamentario y la aprobación de una cámara por mayoría simple.
Esto lleva a la negociación con el peronismo, que es la clave de la gobernabilidad en la etapa que se inicia. De los 8 DNU de Macri, Massa objetó sólo uno: el que anula la restitución del 15% de la coparticipación a todas las provincias firmado por Cristina Kirchner en sus últimos días de gobierno. Sin el voto del representante de Massa en la mencionada Comisión Bicameral, Cambiemos no puede aprobarlos. El Ejecutivo tuvo que aceptar un acuerdo por el cual devolverá ese 15% de la coparticipación a las provincias en forma escalonada durante los próximos cinco años, terminando a fines de 2020 incluyendo el monto retroactivo desde hace ocho años. En realidad se trata de una manifestación del “arte del acuerdo” que propusiera Macri al asumir el gobierno. Este antecedente muestra el camino de las próximas semanas: posiblemente el oficialismo logrará sus objetivos en el Congreso, pero a costa de negociar y ceder, como Vidal en enero en la provincia de Buenos Aires, cuando la mitad del peronismo le dio los dos tercios para autorizar el endeudamiento provincial. La Gobernadora ha optado por una coalición parlamentaria permanente y denunciar la herencia desde el primer día, al decir que ha recibido una provincia quebrada, con un estilo político diferente al del Presidente.
En cuanto al Congreso del PJ, confirmó que todavía no hay condiciones para que emerja un nuevo liderazgo, lo que recién podría suceder tras las elecciones de 2017.
Con la política encauzada, es “la calle” donde surgen amenazas políticas para el gobierno de Cambiemos. Débil en el Congreso y los gobernadores y amenazas judiciales crecientes -como lo muestran la acusación de homicidio del fiscal Sáenz en el caso Nisman y la citación a indagatoria de Cristina por parte del juez Bonadío- el kirchnerismo gira a la izquierda haciendo de la protesta en la calle su curso de acción más importante. El 17 de febrero, 40 agrupaciones kirchneristas y aliadas realizaron 200 cortes de ruta en todo el país reclamando la libertad de Milagro Sala. El próximo 24 de marzo -40 aniversario del último golpe militar, con Obama en el país- el kirchnerismo por primera vez en ocho años realizaría una marcha junto con la izquierda. El 13 de abril, cuando declare Cristina ante Bonadío, tendrá lugar una movilización kirchnerista en todo el país bajo la consigna de “Si tocan a Cristina...”.
En este marco, adquiere significación la reunión que mantendrán los gobernadores en la Casa de Gobierno el próximo martes, la que pondrá a prueba el mencionado “arte del acuerdo”.