La Argentina, aplazada en competitividad

La Argentina se ubica en el puesto 38 entre 42 países estudiados sobre la problemática de la competitividad. La mala gestión económica nacional ha contribuido abiertamente para que las economías regionales -como es el caso de Mendoza- estén sufriendo las

La Argentina, aplazada en competitividad

Los problemas se generaron en 2010 y se han multiplicado hasta el presente. El cepo al dólar; la moneda norteamericana desfasada respecto de la inflación; las trabas a las importaciones; el costo del transporte; las retenciones a las exportaciones, entre otros puntos, han provocado un cóctel explosivo que están pagando las economías regionales.

Todo ello enmarcado en una tozudez de parte de las autoridades nacionales que, lejos de escuchar las quejas -en muchos casos súplicas- de los productores del interior del país, prefieren continuar con su política, razón por la cual al interior del país no le queda otra alternativa que esperar que las autoridades que asuman el 10 de diciembre produzcan el cambio necesario que permita recuperar los espacios perdidos.

Los números son concluyentes. La actividad vitivinícola, que por ser la más organizada permite realizar un seguimiento más concreto, tuvo un crecimiento exponencial en las exportaciones, a razón de dos dígitos por año, durante más de quince años. Sin embargo, en los últimos cinco no sólo dejó de crecer, sino que primero ingresó en una meseta y en los últimos dos los números quedan en rojo.

El mismo planteo se está dando, en el caso de Mendoza, con las exportaciones de ajos y de frutas; la situación afecta también al Alto Valle del Río Negro -que compite con nosotros en lo que a producción se refiere-, a los cítricos de Tucumán, a las aceitunas y el aceite de oliva de La Rioja y Catamarca en la producción del Norte del país.

El único sector que pareciera no haber caído en la crisis es el de los granos de la Pampa Húmeda, porque se trata de una actividad a gran escala que no tiene valor agregado, pero las quejas se hacen escuchar desde la industria lechera o la carne.

Cada vez que se hace alusión a los problemas de competitividad, los funcionarios nacionales aseguran que los motivos están dados por la situación internacional.

Parte de razón -mínima- tienen, porque Brasil, el principal mercado hacia el cual van dirigidos los productos de las economías regionales, atraviesa una difícil situación económica, mientras los países europeos deben recurrir a los subsidios para calmar a sus productores.

Pero también hay que aclarar que ni Brasil ni Europa tienen la culpa de nuestra inflación, ni de los costos del transporte en un país gigantesco como el nuestro, ni de las retenciones por exportaciones y tampoco de las restricciones para importar. El principal culpable de los problemas que están atravesando las economías regionales es el Gobierno nacional.

Para ratificar lo señalado, veamos lo que dice la consultora Acebeb.com, que colocó a la Argentina en el puesto 38 entre 42 Estados analizados, al hacer referencia a los problemas de competitividad. En el caso de América Latina, supera sólo a Brasil (ubicado en el puesto 40) y a Venezuela (en el 42).

El estudio comprende los rubros ambiente macroeconómico, marco regulatorio para los negocios, estructura de base, inserción internacional y marco institucional.

Analiza también otras variables, como la falta de libertad y el exceso de regulaciones, las trabas burocráticas que desalientan el comercio exterior, la desmesurada intervención del Gobierno en la economía, la falta de seguridad jurídica, la ausencia de una justicia independiente, la desprotección del derecho de propiedad, la inseguridad y las denuncias de corrupción que no tienen la suficiente investigación.

Resta poco para que la actual gestión gubernamental entregue el poder a las autoridades electas, por lo cual es difícil que en lo inmediato se produzcan cambios. De allí que resulta indispensable que quienes asuman el 10 de diciembre modifiquen la situación, hagan al país más competitivo, mejoren las condiciones para los inversores y las economías regionales puedan volver a recuperar los espacios que se han perdido en los últimos cinco años.

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