Pese a los pronósticos de mal tiempo y al hecho de que esta vez el 7 de agosto cayó en martes, mucha gente se hizo de un momento y peregrinó hasta el santuario de San Cayetano, en las afueras de Junín, donde miles de personas pasaron un instante frente a la gruta levantada a espaldas de la capilla, para venerar la imagen del santo del pan y del trabajo. Ya de noche, un grupo participó de la misa central y de la procesión entre los viñedos del Molino Orfila.
Esta vez, la necesidad de trabajo y el temor frente a una crisis económica que golpea se hizo sentir entre el pedido de los fieles y así, la balanza entre aquellos que fueron a agradecer y los que se acercaron a pedir, se inclinó hacia estos últimos.
"Está difícil todo y cuesta llegar a fin de mes", opinó Miguel, un plomero de San Martín que llegó en bicicleta: "Tengo trabajo y vengo para que no afloje porque en la casa somos con mi señora y cinco chicos".
Como cada año desde hace más de una década, el 7 de agosto en Orfila arrancó con la misa de la medianoche, llamada 'De los Trabajadores' y que mostró una capilla repleta: "Estuvo colmada, también la carpa que armamos afuera e incluso hubo gente en los alrededores", comentó el padre Pablo, a cargo de la parroquia de Junín y de los festejos patronales.
"Vine a agradecer el trabajo que tengo y a pedir para que mi señora encuentre algo", contó Roberto, a mitad de una fila de 200 metros que culminaba en la gruta: "Mi esposa tuvo trabajo hasta marzo en una fábrica de dulces, pero redujeron el personal y ella se quedó afuera".
Según la organización hubo más gente esta vez que el año pasado, pero también mayor preocupación por el momento del país: "Una manera de medir la necesidad de la gente es ver la cantidad de donaciones", contaba en la siesta uno de los más de 30 jóvenes a cargo de recibir y ordenar los miles de kilos de alimentos y ropa que la gente llevó, y que en los próximos días será distribuida por Cáritas a las parroquias de toda la región: "Cuanto más necesita la gente, más abierto tiene el corazón para dar".
Misas
Hubo en Orfila media docena de misas y la principal de ellas, que se ofició a las 20 con el obispo auxiliar Marcelo Mazzitelli, fue la antesala de la tradicional procesión de antorchas que cada año recorre las calles del santuario.
"Hay problemas, hay angustia pero veo que también hay esperanzas en muchos de que la situación va a mejorar", opinó un joven seminarista, que junto a una docena de religiosos, estuvo en los jardines de Orfila.
"San Cayetano es un santo querido por el pueblo y en las crisis la gente se acerca más", comentó el padre Pablo y completó: "Hay una sensación de temor, pero también hay esperanza, eso no se pierde".
Muchos de los que cada año se arriman por el santuario lo hacen para pedir por ellos y su familia, pero también están los que además, elevan una oración por el resto, como Irma, de Rivadavia: "Soy jubilada y tengo para vivir, pero hay que mirar un poco para el costado y ver a la gente que la pasa mal, por eso vengo, para pedir por los que necesitan".
El viento molestoy frío aflojó de a ratos, pero la gente no se acobardó. "En Argentina el pan sobra, lo que pasa es que no sabemos compartirlo", acusó Julio, que se pasó la tarde vendiendo espigas con la imagen del santo: "Algo he vendido, estoy agradecido. Esta es una época egoísta en la que todos miramos nuestro bien, sin ver al que necesita".
y reflexiones del Papa Francisco.
Oscar llegó a caballo y dejó su animal junto a un patrullero, contó que viene todos los años, que es de Los Barriales: "Ojalá todos seamos un poco San Cayetano y aprendamos a dar un poco de trabajo y de pan", cerró antes de encarar hacia el santuario.