Casualmente anoche, a última hora, al ver un noticiario, quedé asombrada con la estatua de Colón tirada, mutilada, sin brazos y abandonada. A pesar de los pedidos de no retirar la escultura de su lugar, fue remplazada arbitrariamente por la de Juana Azurduy. Con todo el espacio geográfico que existe en la Argentina no era necesario el remplazo, sino simplemente encontrarle otra ubicación y ahorrarnos los gastos que esta medida generó.
Lo que me duele, como a muchos otros, es el que nos hayan ofendido y humillado de esa manera, porque no fueron argentinos quienes pusieron dinero para esa estatua; era algo que pertenecía a los inmigrantes y debió cuidarse por respeto a los que ya no están y dieron tanto a este país.
Solamente atravesar el océano provocó miles de muertes.
Los que lograron llegar a nuestro país labraron la tierra virgen en condiciones climáticas diferentes, sin agua, sin luz y sin casa. Les dejo un momento para que ustedes, nietos o bisnietos, recuerden a esos seres que hicieron, con su trabajo y sacrificio, parte de esta patria.
Otra más. Para el 25 de Mayo no tuvieron en cuenta ni a un solo prócer de la historia de este país; no lo digo con rabia ni con rencor, pero sí con mucha pena al comprender que tantos argentinos obsecuentes parecen haber aceptado que la historia argentina nace con la familia Kirchner, la que ahora prácticamente da a entender que esta Argentina es de su exclusiva propiedad.
En este marco, nuestro papa Francisco busca el milagro de una conversión y de un nuevo comienzo; que Dios me perdone, pero no tengo ninguna esperanza.
El otro día estuve muy conmovida por la participación de miles de argentinos y la defensa de la vida de la mujer, del no a la violencia y al delito, que no sólo lo paga esa muerte sino familias enteras. Sinceramente me sentí consternada al ver banderas de partidos políticos; quisiera que alguien me dijera el motivo, ¿a qué van?, ¿cuál es la ayuda que pueden dar al dolor de una familia? Al dolor de niños que ven la muerte de su madre. La búsqueda de la justicia fue esa marcha y que no quede en el olvido. De todo corazón, eternamente gracias al que hizo posible esta multitudinaria manifestación.
María Teresa Barbera