La Alianza del Pacífico: la apuesta y la amenaza al Mercosur

El país fue admitido como observador de ese bloque, una iniciativa promovida por el Gobierno que apunta a dinamizar la recepción de inversiones y mejorar la reputación argentina en el exterior, coinciden los especialistas. La decisión marca también una ma

La Alianza del Pacífico: la apuesta  y la amenaza al Mercosur

En América Latina hay 110.000 empresas exportadoras, de las cuales unas 65.000 están en Chile, Colombia, México o Perú, los países que componen la iniciativa de integración regional creada en 2011 y bautizada Alianza del Pacífico.

Esta cantidad no sólo es casi el 60% de las firmas exportadoras de la región, sino también el doble de las que existen en el Mercosur. Además, los países de la Alianza del Pacífico ya son el principal destino de las exportaciones argentinas con alto contenido tecnológico. De ahí la importancia económica de que el Gobierno busque un acercamiento al bloque.

El presidente Mauricio Macri ya tenía previsto viajar a Puerto Montt para participar de la cumbre empresarial del 30 de junio a la cual se espera que asistan unos 300 empresarios de los países integrantes de la Alianza. Y el jueves, se conoció la noticia de que la Argentina pasará a integrar el club de países observadores de la Alianza, que ya componen 42 naciones (Costa Rica y Panamá, son incluso candidatas a ser miembros). Así, Macri también asistirá a la cumbre presidencial del bloque, que se celebrará el 1 de julio en Puerto Varas.

Los especialistas advierten que, para Argentina, ser observador no es sólo un gesto político, sino que se traducirá en oportunidades concretas a la hora de atraer inversiones porque mejorará la reputación del país. Además es el primer paso para ser miembro, lo que potenciaría mercados que ya son grandes receptores de exportaciones industriales locales.

Para desentrañar la magnitud del impacto económico de la iniciativa, se contactó a Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de la Fundación ExportAr, la agencia de promoción de exportaciones, y actual director general de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI); Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Exterior; Gustavo Segré, CEO de Center Group y profesor de la Universidad Paulista; y Mauricio Claverí, de Abeceb.

El atractivo
La Alianza del Pacífico suma 215 millones de habitantes y casi 40% del PBI de América Latina (de ser un país, sería la octava economía mundial) y los acuerdos comerciales les permiten a sus miembros llegar sin pago de aranceles a entre 1.500 y 4.500 millones de habitantes (según el país); la participación de las exportaciones en su PBI casi duplica la de Argentina y es el ámbito de origen de la mayoría de las inversiones extraterritoriales de empresas latinoamericanas, según un informe de DNI.

Los expertos coinciden en que entre la Argentina y los países de la Alianza hay más temas para la cooperación que para la competencia, como la facilitación de comercio, la acumulación de origen, la movilidad de personas, las estadísticas para el comercio de servicios, la cooperación en ciencia, tecnología, innovación y prospectiva, la sostenibilidad ambiental, el transporte, la energía, la política industrial, una aproximación conjunta a Asia Pacífico, el turismo y menores aranceles al comercio trasfronterizo. En este último plano, la Argentina ya tiene acuerdos con Chile y Perú.

Un 45% de las empresas exportadoras argentinas ya exportó a la Alianza del Pacífico (hacia el Mercosur lo hizo un 65%), mientras al resto del mundo la proporción es muy menor (a Europa solo exportó 28% de los exportadores; a los EE.UU., un 20%; y a China, un 4%). Un mejor acceso a la Alianza del Pacífico implicará ingresar en un puente de integración en cadenas hacia otros mercados.

En América Latina hay 110.000 empresas exportadoras y, de ellas, unas 65.000 están en la Alianza del Pacífico (el doble que en el Mercosur). “Esto es así porque Chile celebró acuerdos internacionales con economías que representan 81% del producto bruto mundial; México, con quienes generan 60% del PB mundial; Perú, con quienes explican el 77%, y Colombia, con el 27% del producto global. La Argentina tiene acuerdos con quienes sólo representan 5% del producto bruto global”, explica el estudio de DNI.

Paso histórico
Para Elizondo, la admisión como observador de la Argentina podría ser un acontecimiento histórico, tras lustros en los que el país no produjo movimientos de este tipo sin el concurso de Brasil, con quien tuvo alineamiento absoluto, y luego de décadas sin generar vínculos con bloque económico alguno, salvo el Mercosur.

A diferencia del Mercosur, que es una unión aduanera que prevé libre comercio intrazona pero altos aranceles consensuados de todos sus miembros hacia terceros, en la Alianza del Pacífico hay libre comercio entre sus miembros y autonomía de cada uno de ellos para gestar acuerdos de comercio e inversiones con terceros.

La admisión de Argentina para participar como observador es un status que no concede los atributos de miembro pleno y que ya poseen otros países de la región: Uruguay y Paraguay. La aceptación -oficializada ayer- no implicaría ningún compromiso efectivo por parte del país, sino sólo ingresar en un estadío que podría finalizar con la incorporación al bloque, aunque no necesariamente, advierte Claverí.

“Un observador no tiene beneficios formales iniciales, pero sí ventajas”, evalúa Elizondo. En primer lugar, estar sentado en la mesa de la Alianza y poder empezar a negociar temas puntuales con cada país y de a uno. En segundo, la reputación. Para la Argentina, que quiere recibir inversiones extranjeras, dar este paso implica enviar una señal fuerte frente al mal momento de Brasil y a la cerrazón histórica del Mercosur. Por último, sería el inicio de un proceso que puede derivar en la incorporación como miembro pleno.

“Ser observador es un inicio”, plantea Elizondo, quien sostiene que ante una incorporación estructural y plena a un nuevo bloque, también el Mercosur debería tomar decisiones para coordinar los nuevos movimientos de internacionalidad.

Sin embargo, para la Argentina, según el director de DNI, el intento en sí de acercarse a la Alianza del Pacífico ya marca un nuevo perfil: una mayor autonomía relativa frente al Mercosur -sin abandonar al bloque como principal alianza estratégica-, el acercamiento a un conglomerado promotor del libre comercio internacional y el reconocimiento de que en el Pacífico está el gran motor económico transnacional.

“La Argentina tiene muy pocos acuerdos comerciales con terceros mercados porque es miembro del Mercosur y el bloque funcionó más inclinado hacia adentro que como plataforma de acceso a terceros mercados”, explica Elizondo.

En materia comercial, el Mercosur tuvo muy poca internacionalidad. “Con el acercamiento a la Alianza del Pacífico, la Argentina reconoce una tendencia mundial: la OMC ya admite más de 620 acuerdos internacionales en el mundo, mientras hace 15 años eran sólo 270 (más del 50% del comercio mundial ocurre entre países que generaron esos pactos)”, enfatiza Elizondo.

Si Argentina pasara a ser miembro pleno de la Alianza del Pacífico, mostraría un nuevo rumbo, que contribuiría a una nueva reputación del país, un dato de relevancia para quienes toman decisiones de negocios. Y mejoraría su comercio hacia quienes ya son grandes receptores de exportaciones industriales locales, dado que la región es el principal destino para exportaciones con alto contenido tecnológico. “El giro argentino respecto de la Alianza del Pacífico es pasar de la indiferencia al interés en trabajar conjuntamente”, sostiene Ochoa.

Claverí es más escéptico. Como observador, dice, la Argentina no obtendría ningún beneficio comercial y resalta que la agenda de la Alianza del Pacífico está más orientada al desarrollo que al comercio. Para Ochoa, la decisión es un primer paso de una estrategia diferente de desarrollo, que busca ampliar el espectro de naciones con el que el país se relaciona y apuntar a una integración con países que participan más intensamente de los procesos de negociación plurilaterales.

Brasil, en su laberinto
Los analistas coinciden en que, por su crisis política, Brasil no está en condiciones de tomar decisiones en temas estratégicos. Sin embargo, también niegan que la iniciativa argentina haya sido tomada de espaldas al gigante del Mercosur. "Es fijar una posición autónomamente", dice Elizondo.

“La Argentina quiere más internacionalidad, más comercio internacional y una relación más equilibrada con el mundo. La decisión se tomó en ese contexto; no pensando en Brasil”, evalúa el director de DNI, y enmarca la movida dentro de otras, como la mejora de la relación con los EEUU y la UE y la redefinición del vínculo con China. El acuerdo argentino con la Alianza también redefiniría la relación con la región al abrirla. “Aunque Brasil es el socio comercial más importante de la Argentina, ya no es sólo él; aparecen Chile y México con mucha relevancia”.

“Brasil está en temas complejos y el gobierno de Temer tiene cuatro semanas”, opina Ochoa, y añade que hay que esperar a ver si habrá elecciones anticipadas. Por otra parte, si bien Temer es más aperturista que Dilma, ambos gobiernos desean un acercamiento con la Alianza del Pacífico.

“Brasil siempre incentivó la aproximación del Mercosur a la Alianza del Pacífico”, enfatiza Segré, para quien el pedido del canciller José Serra de retrotraer el Mercosur a una zona de libre comercio busca que cada socio pueda negociar por sí solo con otros países o bloques y la Alianza podría ser uno de los casos.

Según este profesor de la universidad paulista, en los próximos meses, es de esperar una definición de Brasil respecto de la Alianza del Pacífico, una vez que se defina el juicio político contra Dilma Rousseff, ya que Rousseff y Michel Temer, actual presidente interino, tienen visiones geopolíticas diferentes.

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