La agónica “pacificación” de las favelas de Río de Janeiro

Unas 38 comunidades son el escenario de violencia, Santa Marta es la más afectada. La policía realiza constantes operativos contra pandillas de delincuentes.

La agónica “pacificación” de las favelas de Río de Janeiro

En 2008, Santa Marta fue la primera favela de Rio en ser “pacificada”. Conocida por haber sido escenario de un videoclip de Michael Jackson a finales de los 1990, rápidamente se convirtió en un modelo: la comunidad que abría sus puertas incluso a turistas extranjeros.

Pero las cosas han cambiado y no respetan ni siquiera al “rey del pop”.

Hace un mes, su estatua de bronce, orgullo y atracción de esta barriada a los pies del Cristo Redentor, apareció con un fusil colgado al cuello.

La imagen mostró quién manda de nuevo ahí.

Desde entonces, hubo al menos seis tiroteos y un policía herido de bala: de la Santa Marta ejemplar al símbolo de la agonía de la “pacificación”.

El proyecto nació hace casi una década con la mirada puesta en el Mundial-2014 y los Juegos Olímpicos-2016, cuando el gobierno de Rio decidió cambiar su estrategia de guerra al crimen instalando en las favelas las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPP).

Ese cuerpo, pensado para ser de proximidad, ha desplegado unos 9.500 agentes en 38 comunidades y, aunque desde 2013 empezó a acumular denuncias de actuaciones arbitrarias, permitió que Santa Marta viviera seis años sin tiros.

La favela que visitaron Madonna o Joe Biden tenía todos los ingredientes para triunfar: solo 5.000 habitantes, límites con la rica zona de Botafogo y el empuje de líderes fuertes.

Pero pasados los megaeventos deportivos, con Rio hundido en la crisis y policías pagados con retraso, los problemas se acentuaron.

“Santa Marta ya no está pacificada. Se llama favela pacificada, pero ya no tenemos paz. En cualquier momento puede haber un tiroteo”, dice 'Ze' Mario Hilario, el aguerrido presidente de la asociación de vecinos, de 57 años.

Aunque la violencia en favelas del extrarradio es peor -con enfrentamientos diarios que multiplican los muertos por balas perdidas-, la tensión en Santa Marta es palpable.

Casi nadie se atreve a hablar, por miedo a represalias. “Aquí es mejor decir 'yo no sé, yo no vi'”, resume una señora en la cola de una peluquería.

Las cifras oficiales ponen los pelos de punta: en el primer trimestre de 2017, hubo 623 enfrentamientos en favelas “pacificadas”, siete tiroteos por día.

Con más de 100 policías asesinados este año, ocho en UPP, la secretaría de Seguridad Pública ya no permite que los periodistas visiten las unidades ni que entrevisten a sus agentes, ni siquiera en Santa Marta.

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