Si bien los gobernantes definen a San Juan como una provincia minera y la resistencia a esta actividad no ha tomado la importancia que ha tenido en Mendoza, hay sectores que se manifiestan en contra, sobre todo en épocas cuando el agua se vuelve un recurso escaso.
Según Jorge Millón, director de Hidráulica de San Juan, de la totalidad del caudal que viene de los ríos se destina el 93% al sector agropecuario y el 7% restante se distribuye entre el uso poblacional, industrial, minero, piscícola, ganadero y medicinal o termal. "Aunque ha hecho mucho ruido el uso minero en realidad anda en el orden del 1,5% del consumo de agua, muy poco frente al agrícola y muy parecido al industrial", aseguró.
Así todo, grupos de productores que tendrán 100 días de corta, piden que se les restrinja el recurso a las empresas que se dedican a la extracción de metales.
"Si las mineras están usufructuando en forma de comercio el agua, queremos que a ellos también se les corte por el mismo período que a nosotros, para que no haya privilegios", manifestó Bruno Perín, presidente de la Junta de Riego de Pocito. Tal como sucede en Mendoza, los regantes de San Juan forman un Consejo con funcionarios para ejercer un cogobierno del recurso.
"No se nos está respetando porque no podemos decidir sobre el uso minero. Estamos en una difícil situación y destinados a desaparecer", se lamentó el hombre dedicado a la producción hortícola. Aunque Perín reconoce que la minería está paralizada relativamente, se siguen realizando actividades de exploración. "Se hacen hoyos, se eleva la temperatura del río y destruyen los glaciares", enumeró.
Otro sector que se muestra crítico está formado por una serie de asambleas ambientalistas de la provincia. "Hubo muchas marchas, pero actualmente el movimiento viene desgastado porque son muchos años de lucha y mucha compradera (sic) de medios", contó desde esa provincia Ramón Gómez parte de "Espacio por el agua" y uno de los fundadores de la "Asamblea sanjuanina contra la contaminación y el saqueo" de la cual ya no forma parte.
Más allá de la cantidad de agua que utilizan las mineras, para él lo más grave es que trabajan en altura y afectan negativamente todo el sistema que baja al llano.
"Perjudican todo el ciclo de decantación del agua. Sus explosiones generan, por un lado, contaminación sonora y, por el otro, mucho polvo en suspensión que cae sobre los glaciares y agudiza su derretimiento", explicó el hombre. Hizo hincapié en la contaminación del recurso que generan por la oxidación de metales expuestos a la humedad en altura.
Los proyectos mineros activos que tiene San Juan sobre el río con el mismo nombre son Casposo y Pachón. "Casposo tiene una concesión de 100 litros por segundo lo que sería equivalente a una propiedad de casi mil hectáreas y Pachón tiene la concesión otorgada pero tiene un consumo mínimo porque se encuentra en etapa de exploración", detalló Millón.
En el río Jachal funcionan Veladero, que tiene concesión del río, y Gualcamayo, que utiliza agua de vertientes y de forma subterránea. Allí se encuentra el proyecto binacional Pascua Lama que en este momento está paralizado.