Ya pasado el primer mes de cuarentena, y a pesar de que comienzan a verse las primeras normas de lenta flexibilización, hay algunos síntomas que se van profundizando y que nos obligan a tomar nuevos recaudos para nuestra salud física y mental. Uno de esos temas que se observa en muchas casas es el estrés con el que se convive diariamente .
El encierro, la convivencia, la falta de sueño u horas mal dormidas, las preocupaciones económicas y una mala alimentación son varios de los factores que nos juegan en contra y parecerían cronificar un estado de estrés.
La OMS define al estrés como "reacciones fisiológicas que en su conjunto preparan al organismo para la acción", siendo un estado de alarma, una respuesta necesaria para la supervivencia. Pero cuando esta respuesta natural se presenta en exceso y de forma sostenida en el tiempo, es cuando produce su mayor impacto.
Así es como repercute en el organismo, desencadenando un desbalance hormonal y un desequilibrio de neurotransmisores que en su conjunto generan un terreno inflamatorio y oxidativo que termina afectando la salud. Eso se produce por el desequilibro de mecanismos protectores con los que cuenta cada organismo para compensar ese estado, como antioxidantes, flora intestinal y sistema inmunológico. Allí es donde aparece una mayor predisposición a enfermarse y desarrollar sobrepeso, obesidad abdominal, diabetes tipo 2, enfermedades cardiacas, hipertensión, trastornos de ansiedad y depresión, fatiga crónica, disfunción sexual y el desarrollo de tumores malignos.
El estrés también repercute en la piel, ya que el cortisol elevado en plasma rompe las fibras de colágeno, generando adelgazamiento de la dermis y un envejecimiento prematuro y acelerado.
Si a ello le sumamos las radiaciones azules de los aparatos tecnológicos, a los que tanto tiempo les dedicamos en cuarentena, sin la aplicación previa de protectores solares, solo estamos acelerando el proceso del envejecimiento.
La receta: actividad física
Si bien la cuarentena obligatoria impide, por el momento, salir a correr o hacer algún deporte al aire libre (solo caminar por el momento), resulta paradójicamente indispensable, a esta altura del confinamiento, realizar algún tipo de actividad física para contrarrestar el estrés y envejecimiento prematuro.
La actividad física tiene muchas ventajas para la salud: mantiene nuestro cuerpo en buen estado y forma, generando y manteniendo la masa muscular y el metabolismo basal y aumenta la irrigación de los tejidos con mayor llegada de oxígeno a los mismos (la piel se verá más oxigenada y luminosa).
A través de la actividad física, además, no solo se modela la figura (apuntando a “vernos bien y entonces sentirnos bien”) sino que durante su práctica compensamos el desequilibrio hormonal y de neurotransmisores, mejoramos la percepción de nosotros mismos, reforzando la autoestima y percibiendo sensación de felicidad. Mentalmente nos mantiene desconectados de cualquier pensamiento negativo que favorece y sostiene nuestro estado de estrés, y conectados en el aquí y ahora.
Menos estresados y rejuvenecidos
Se ha comprobado que la actividad física es un activador del gen de la telomerasa, que se encuentra silenciado en algunas células de nuestro organismo. Es la enzima que mantiene la longitud de los telómeros, permitiendo la renovación celular y el rejuvenecimiento.
El telómero es una parte del ADN que se encarga de preservar la calidad de los cromosomas, información genética que se encuentra presente en el núcleo de todas las células de nuestro organismo. A lo largo de nuestras vidas, las células del cuerpo se van renovando, dividiendo y multiplicando para formar nuevas células. De esta manera es como se renuevan los tejidos.
Los telómeros, durante la división, se van acortando hasta que se afecta el ADN y las células dejan de dividirse y renovarse. El estrés y los malos hábitos alimenticios aceleran el proceso de acortamiento de los mismos.
Lo cierto es que somos una unidad de mente, cuerpo y emociones. Qué pensamos de nosotros mismos, cómo nos vemos y nos encontramos físicamente, son señales que enviaremos a cada célula de nuestro cuerpo e influirá en la manera en que nos sentimos.
Por todas estas razones es que, aún más en este proceso de cuarentena, resulta esencial la actividad física para poder bajar el estrés y mantenernos con la energía de la juventud.