La auto victimización, el pesimismo, el estrés, la depresión, la recreación del dolor y la autocompasión pueden ser actitudes que una persona enferma o que ha sufrido un accidente traumático experimenten y se transformen en impedimentos para alcanzar una cura exitosa o una mejor calidad de vida durante el tratamiento.
Toda enfermedad o accidente que comprometa la salud posee dos dimensiones, la que atañe al plano físico, del cuerpo, los tratamientos y cuidados, y la del plano emocional y mental, ambos en interrelación constante. Una persona que no acepta su condición de salud o que la afronta con una actitud pesimista transita este período de una manera totalmente distinta a la que lo hace un paciente emocionalmente estable y optimista.