El kirchnerismo arriesga en las elecciones del próximo 27 nada menos que el control legislativo de las dos cámaras, que tiene desde hace dos años cuando la presidenta Cristina Fernández arrasó en las urnas y logró la hegemonía parlamentaria.
Luego de la mala performance del oficialismo a nivel nacional en las primarias del 11 de agosto, en la Cámara de Diputados hubo reacomodamientos en los bloques y fugas, sobre todo hacia el sector del PJ que conduce Sergio Massa (el Frente Renovador), el ganador de la elección bonaerense.
Esto le significó al kirchnerismo quedarse sin un puñado de legisladores lo que, sin embargo, no le hizo perder el dominio de este cuerpo. En el Senado, en tanto, no hubo cambios sustanciales (allí el oficialismo se maneja con mayor comodidad).
Pero si los resultados de las PASO se repiten, el kirchnerismo quedará muy justo en las dos cámaras e incluso podría perder el control de Diputados. Veamos cómo es la situación en detalle.
En el Senado, el FpV y los bloques aliados tienen 42 bancas. De ellas, 16 se renuevan en estos comicios y las 26 restantes pertenecen a senadores que tienen mandato por dos o cuatro años más. Las provincias que eligen este año senadores son Neuquén, Río Negro, Tierra del Fuego, Salta, Santiago del Estero, Chaco, Entre Ríos y la Ciudad de Buenos Aires.
Si los resultados de las PASO se mantienen, el kirchnerismo tiene asegurado al menos 13 de las 24 bancas en juego, por lo cual llegaría a 39 legisladores, dos más que los 37 que se exige para el quórum y para las votaciones con mayorías especiales. Esto es así porque gana dos senadores por Salta, Entre Ríos, Río Negro, Chaco y Tierra del Fuego, pero además suma los tres por Santiago.
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Pero además, los candidatos K de Neuquén (Marcelo Fuentes) y Capital (Daniel Filmus) pelean voto a voto para poder ingresar, lo mismo que el aliado K José Garramuño, del Movimiento Popular Fueguino.
Lo de Neuquén podría significar el mayor traspié para el Gobierno ya que el MPN tiene amplia ventaja y se impondría cómodamente en las urnas, con la novedad de que los dos senadores que ingresarían no responden al gobernador Jorge Sapag, aliado K, sino a la oposición.
Se trata del gremialista petrolero Guillermo Pereyra (moyanista) y de Lucía Crexel, prima de Sapag pero crítica del Gobierno nacional. En el caso de Río Negro, la fórmula oficialista que encabeza Miguel Pichetto tiene asegurado el triunfo pero entraría por la minoría Miguel Saiz, un radical que supo estar aliado a la Casa Rosada cuando fue gobernador.
Así, la ventaja K en esta cámara podría ampliarse o acortarse dependiendo de estos resultados. Si se diera el peor de los escenarios, el oficialismo quedará obligado a mantener firme sus acuerdos con legisladores no kirchneristas que funcionan como aliados, como Roxana Latorre, María Higonet, Josefina Meabe y José Roldán.
A este grupo hay que sumar a Carlos Menem, quien no asiste a las sesiones desde hace más de un año y debería reaparecer para salvarle las papas del fuego al oficialismo en algún caso.
En Diputados la situación para el oficialismo es más compleja, en cualquiera de los escenarios que se ensayen. El kirchnerismo tiene actualmente 131 legisladores (sumando propios y aliados), dos más que los 129 que exige el quórum o las votaciones más importantes.
En esta cámara, el Gobierno arriesga sólo 47 bancas y le quedan 84 (en rigor son 86 pero hay que descontar los neo-massistas Facundo Moyano y Rubén Sciutto quienes vienen diferenciándo y coqueteando con el Frente Renovador).
Si los resultados de las PASO se mantienen, la Rosada podría cosechar el mismo número de bancas que pone en juego, de manera que quedaría al límite de perder el control legislativo. Muy justo.
Pero hay dos escenarios más que tener en cuenta. El primero es la posibilidad de que el Gobierno sufra una derrota mayor. En este caso, la oposición pasará a controlar el cuerpo. Ya hay dirigentes que postulan la necesidad de quedarse con la presidencia del cuerpo, como hizo el PJ cuando la Alianza perdió en 2001.
La segunda situación hipotética es que haya nuevos reacomodamientos en los bloques (más fugas del oficialismo), lo cual llevaría también al kirchnerismo a perder el dominio de Diputados. En los dos casos, las espadas K deberán replantear nuevas alianzas.
Lo que es seguro es que el kirchnerismo deberá redoblar esfuerzos para aprobar sus iniciativas.