El español es desgarbado, dueño de una imagen que parece casi adolescente. Killian Jornet viste una remera gris, con un estampado celeste, un pantalón con múltiples bolsillos y una barba de algunos días le quitan la presión de sentirse una celebridad.
Tampoco busca serlo, la idea del estrellato le genera incomodidad. Aunque su fama como deportista de elite, aventurero y autor de best sellers, ha cruzado los continentes a fuerza de desafiarse y conocerse a sí mismo.
“Si solo hablamos de estilo, de sueños y de proyectos pero no salimos a buscarlos, nunca sabremos si es posible”, había escrito en “La frontera Invisible” (2014).
El hijo de los montañistas Eduard Jornet y Nuria Burgada fue elegido "Aventurero del año" por la revista National Geographic. Su vida minimalista da testimonio de que la felicidad es una construcción en la que sólo se requiere conocerse. "Hasta hace poco vivía en los Fiordos noruegos, después en una furgoneta. Tengo una vida errante".
El autor de "Correr o morir", al hablar de si explica: "Soy una persona solitaria; vivimos en una sociedad de mucha comunicación, de noticias en todo momento, y necesitamos del silencio para conocernos, para saber más sobre nosotros. La alta montaña es un espejo de lo que realmente somos".
Kilian Jornet visitó Mendoza en diciembre de 2014, para cumplir con un capítulo de su proyecto "Summits of my life", El reto: subir y bajar el Aconcagua en el menor tiempo posible.
El 23 de diciembre, en su segundo ataque al Coloso de América, logró su hazaña en 12h 49'; un récord que el ecuatoriano Karl Egloff (11h 52') rompería dos meses después.
