Kicillof y la carencia total de autocrítica

Durante su reciente visita a la provincia, el ministro de Economía dijo que su cartera ministerial no puede hacer frente a todos los pedidos, sin reconocer que su gobierno es el principal culpable de todo lo que sucede a las economías regionales.

Kicillof y la carencia total de autocrítica

Si hubo algo que distinguió a la actual gestión gubernamental durante la autocalificada “década ganada” fue una carencia absoluta de humildad, rayana con la soberbia.

Todo lo que hace el kirchnerismo “es perfecto”, motivo por el cual no acepta las críticas y, muy por el contrario, todo aquél que piense distinto y lo haga público, pasa a engrosar la lista de enemigos, encuadrado en una amplia gama de adjetivos calificativos, que parten desde el golpismo, pasan por “actitudes destituyentes” y culminan con “campañas” impulsadas por los medios dominantes.

Lo grave del caso es que esa actitud no afecta sólo a la cabeza del proyecto, en este caso la presidenta de la Nación, sino que ha permeado y ha contaminado también al selecto grupo de aduladores que la rodea y que alcanza también a quienes integran el Gabinete nacional.

Resultaba poco menos que lamentable escuchar en su momento al ex-jefe de ministros, Jorge Capitanich, intentar explicar lo inexplicable, hasta que su discurso quedó tan carente de contenido que debió dejar el cargo en manos de otro dirigente, más político y más hábil, como Aníbal Fernández, que suele suplantar el raciocinio por la palabra altisonante, como si gritando y desautorizando a los demás pudieran lograrse los objetivos.

En ese esquema puede ubicarse también al ministro de Economía, Axel Kicillof, quien durante una reciente visita a Mendoza dejó en claro que ha aprendido a la perfección las lecciones del kirchnerismo. Para el jefe de la cartera económica todo lo que ha hecho el gobierno nacional es perfecto, asegurando en ese marco que los problemas que se plantean son por culpa de los demás.

Ese ministro, que desconoce cuáles son las cifras de pobres en el país y -lo más grave- que no quiere contarlos porque sería “estigmatizarlos”, se refirió al apoyo que desde su cartera se brinda a las economías regionales.

Dijo, entre otras cosas, que destinó 40 millones de pesos para los pequeños productores y aclaró que el operativo no se concretó porque no hubo gente que ofreciera sus vinos para la venta, agregando que también la Nación debe salir a cubrir las necesidades de otras regiones, como sucede con la fruta de Río Negro. Kicillof debería volver a las aulas porque resulta evidente que no ha superado la materia comprensión de textos.

Porque tanto la vitivinicultura como los productores de frutas de Río Negro, los de aceitunas y aceite de La Rioja o de los limones de Tucumán, no exigen que la Nación les compre la producción. Sólo piden que los dejen trabajar.

Reclaman que el Ministerio de Economía detenga la emisión de moneda para que pueda frenarse la inflación, la principal culpable de la falta de competitividad de los productos argentinos en el exterior; piden que les devuelvan el IVA en tiempo y forma; plantean que se reduzcan las retenciones por exportaciones; solicitan que se reduzcan los costos de transportes que son los que generan mayores costos en un país de las dimensiones de la Argentina; consideran que debe existir un dólar que se adapte a las circunstancias que vive el mundo, especialmente después de las devaluaciones del real o del acercamiento del euro al dólar, entre otros planteos.

En definitiva, piden que se mantengan reglas claras en la economía, porque los hechos demuestran que hasta 2010 no había problemas y no existían los reclamos. De todos modos, podría anticiparse que la mentalidad kirchnerista del ministro no le va a permitir aceptar que es el principal culpable de lo que está sucediendo en las economías regionales.

Si restaba algo a la visita de Kicillof, fue cuando al referirse a los problemas que tuvo la Provincia para pagar los sueldos, dijo que “si la provincia tiene problemas para pagar sueldos, el gobierno nacional no puede sustituir lo que la Provincia no logra”.

Aunque quizás en este aspecto el ministro tenga razón ya que la Nación no tiene problemas para pagar los suculentos salarios que abona y que duplican a los de las provincias, porque cuando se enfrenta a ese problema, directamente hace funcionar la máquina de billetes.

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