Cuando colocó el cros cruzado de derecha sobre el rostro del venezolano, Kevin Muñoz sabía que su rival se había quedado sin posibilidades, de ahí en más todo fue festejo; su padre ingresando al ring de manera inesperada y cargó en andas a su hijo, flamante campeón mundial juvenil supermosca.
La escena debe haber recorrido muchos lugares en el país, por la televisión, como también lo hizo la calidad de la definición de Muñoz, que se coronó como el mejor de la división del Mundo de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y con ello se instaló en la vitrina del historial del pugilismo de Mendoza, al convertirse en el octavo campeón ecuménico de la provincia.
Fue la pelea central de la velada que se disputó en el estadio Polimeni de Las Heras, y que tuvo como figura al pibe de tan sólo 20 años, que sin lugar a dudas tiene mucho para proyectar en su carrera profesional, en la que sumó su noveno triunfo consecutivo y el cuarto por la vía del nocaut.
Habían transcurrido tan sólo 30 segundos del quinto rounds cuando el "Diamante" Muñoz (9-0-0; 4 nocauts), metió el cros de derecha, tras una secuencia de 5 golpes, sobre el "Colibrí" Guerrero (6-3-1; 5 nocauts) que se fue a la lona. Buscó recuperarse, tras la cuenta de proyección, pero fue inútil.
El estadio Polimeni -que no tuvo una gran concurrencia- en el que se consagraron “Cotón” Reveco y “Yoni” Barros, se transformó en una fiesta tras la categórica definición.
Y el nombre de Kevin resonó en el mítico lugar, como en contadas peleas ha sucedido en ese escenario.
Muñoz es un boxeador con notables cualidades técnicas en una división que ha visto brillar a muchos mendocinos; el último de ellos, Juan Carlos Reveco; ex doble campeón mundial minmosca y mosca AMB.
El lasherino no tuvo una gran exigencia de parte del venezolano de 22 años nacido en Mérida, que estuvo muy lejos de hacerle honor a su récord de 6 triunfos, de los cuales 5 había ganados por nocauts.
Guerrero buscó un golpe de definición, principalmente de contra, pero siempre fue anticipado por el jab y el cros de Muñoz, que lo superó en velocidad y aprovechó su mejor alcance de brazos. El campeón se movilizó rápidamente hacia los laterales y combinó con inteligencia, pese a que en el primer asalto se lo notó ansioso.
Mientras el venezolano, apostaba a un golpe de suerte, Muñoz se agigantaba en el escenario; caminaba, bloqueaba y le hacía sentir el rigor de sus golpes y Guerrero comenzaba a dar muestras de cansancio.
Cuando se adueño del centro del ring, el lasherino manejó la distancia a su antojo y combinó arriba y abajo. Y, sobre el cierre del cuarto asalto el venezolano quedó expuesto. Por lo tanto, en el quinto salió a jugarse todo pero no tenía con qué hacerle frente a la jerarquía de un campeón, que aún tiene mucho para recorrer.