Entre Palito Ortega, Marcos Mundstock, Pity Álvarez, Ricardo Mollo y Miss Bolivia se mueve la vigorosa impronta musical de “Mis Américas. Volumen ½”, el último opus de ese cantautor inclasificable que es Kevin Johansen y que lo traerá nuevamente a Mendoza en agosto para presentarse en el escenario del Teatro Plaza.
Sucesor de “Bi”, aquel disco doble -y desdoblado- donde el músico nacido en Fairbanks, Alaska, hace 52 años, fragmentaba las influencias musicales materno-paternales en dos álbumes -uno más bien rockero y otro de sonidos de Latinoamérica- este nuevo material es, según palabras de su creador, producto de una intrepidez que le dieron “los años”.
“Uno va fantaseando con cosas para las canciones, invitados, mezclas, sonidos, combinaciones y con los años te vas animando más a probar, a preguntar, a intentar cosas que por ahí antes no te hubieras atrevido”, afirma Johansen sobre el disco grabado en Nueva York, Río de Janeiro y Buenos Aires.
Y en ese derrotero se enlazan las voces e improntas de Miss Bolivia (con su rap en “El dios de la marea”), Marcos Mundstock y Palito Ortega (el primero un monólogo inicial para la “Bach-chata” y el segundo los coros de “La infelicidad ja ja ja ja” en el mismo tema); Pity Álvarez (“Folky”), Ricardo Mollo (“Zambaguala del viajero”), además del plantel estable de los tres hijos mayores del músico (Miranda Johansen de 19 años, Kim Ema Johansen de 14 y Tom Atahualpa Johansen de 9) que lo acompañan en algunas canciones. Su cuarto hijo, Roy, recién cumplió un año en marzo.
“En el disco conviven temas nuevos con canciones viejas que tenía archivadas hacía años. Eso pasa cuando uno, en lugar de artista de culto, fue un artista oculto: tenés mucho archivo que todavía no mostraste”, bromeó.
“Y lo bueno es que las canciones se mezclan bien porque, en el fondo, las temáticas siguen siendo siempre las mismas: la muerte, el sexo, el amor y dos o tres cosas más”.
-En tu música siempre aparece la multiplicidad de orígenes -nació en Alaska, se crió en Uruguay, vivió en Nueva York, hoy vive en Argentina-. ¿Fue difícil pincelar tus Américas para este álbum?
-Mi intención fue apropiarme de las Américas, que no son más que las de uno, las que uno conoce. No es que me fui al Lago Titicaca a sentarme y conectar: fui a las ciudades que conozco. Precisamente que sea un volumen medio significa que este álbum es recién la punta del iceberg, la parte de “Mis Américas” que recién conozco.
-Entre todas esas Américas, ¿pudiste dilucidar si existe una impronta americana que aglutine todo?
-Yo disfruto de las mieles de ser músico y que la gente nos recibe con buena onda. Es decir, la América que me toca a mí es mucho más amable, es una donde me festejan las ideas, de empatía, cercanía, donde esa ventaja hermosa de hablar el mismo idioma en un tramo territorial tan extenso se materializa. Luego, en el día a día, no sé si será tan así. Es otro clima político, social; aunque hay puntos de conexión y con el músico argentino hay un changüí, un “cope” con nosotros. Bah: nos quieren si no somos tan argentinos.
-¿De qué manera elegiste un seleccionado de músicos tan heterogéneos?
-Yo soy muy pudoroso con mis ídolos. Cuando escribí la “Bach-chata” pensé en Les Luthiers, primero porque son una influencia ineludible de lo que hago y además porque me pareció que era un tema para que aparecieran y a Mundstock le gustó. En medio de esa canción yo decía “La infelicidad ah ah ah ah” y pensé en Palito, que tenía que avisarle y de paso preguntarle si se animaba a cantar. Después a Pity lo agarré en zona, estaba por Gascón y Corrientes y pensé en su voz aguardentosa para “Folky”. Con Mollo tardíamente me anime a pedirle que se sumara a “Zambaguala…” con su voz medio folclórica, y a Miss Bolivia le pedí que hiciera un rap para “El dios de la marea”. Fueron todos muy generosos.
-Y sumaste a tres de tus cuatro hijos a cantar en distintos temas...
-Fue muy orgánico todo. Ellos están en un ambiente donde escuchan los temas, yo compongo en el living y ellos pasan, opinan y se copan. Fue todo casero, natural, porque no es que ellos dicen “uy, papi es especial, hace arte”. Es todo accesible y la idea de fondo siempre es divertirse.
-Por primera vez después de muchos años vas a presentar un disco sin la compañía de Liniers, ¿cómo modificará su ausencia los shows en vivo?
-Liniers se va dos años a Vermont y, si bien lo voy a extrañar mucho, está bueno el ejercicio de volver a hacer algo más teatral, de retomar una puesta diferente. Él fue muy generoso de aportar su arte visual en los shows y además de lo artístico se generó una gran amistad.
El álbum cuenta además con las participaciones del brasileño Arnaldo Antunes, los peruanos Kanaku y El Tigre y el chileno Macha Asenjo (Chico Trujillo).
Fue producido por Matías Cella con la colaboración del histórico Cachorro López.
La gira
La presentación del disco "Mis Américas. Volumen ½" arrancó hace un mes en Brasil, sigue hoy con un concierto en Costa Rica, el jueves se presenta en Lima, y seguirá el 6 de agosto en la ciudad argentina de Córdoba y el 26 de ese mismo mes en el Teatro Plaza de Mendoza. Aún no se anunció cuándo saldrán a la venta las entradas.