Katmandú: el techo del mundo

Nepal es un pequeño país de Asia, mundialmente conocido porque en su territorio se encuentra la montaña más alta del planeta, el Everest.

Katmandú: el techo del mundo
Katmandú: el techo del mundo

Nepal es un pequeño país de Asia ubicado entre dos grandes potencias como China al norte y la India al sur. Es conocido porque dentro de su territorio se encuentra el punto más alto de la tierra: el Monte Everest de 8848 metros. 

Los nepalíes lo llaman Sagarmatha (Cumbre de los Océanos). La cadena de los Himalayas atraviesa todo el país que tiene un total de once cumbres que superan los 8000 metros. Su capital, Katmandú, era mi destino viniendo desde la India. El largo periplo comenzó en Benarés donde tomé un tren de medianoche hasta Gorakphur.

Junto a una mochilera escocesa, Hailey, y un inglés, Luke, fuimos los únicos occidentales en la cola para el trámite de salida de la India e ingresamos a Nepal por la ciudad fronteriza de Bhairahawa donde se gestiona la visa turística.

A 22 kilómetros de allí está la ciudad de Lumbini donde nació Siddharta Gautama, El Buda. Un monolito recuerda el sitio donde llegó al mundo el fundador del Budismo, religión que profesa un alto porcentaje de la población local. Ajustamos los relojes al cambio de horario más insólito que he visto en todos mis viajes: un adelanto de solo 15 minutos es la diferencia entre India y Nepal. Desde allí comenzó otro incómodo viaje en un micro viejo y lento. Con las mochilas atadas al techo partimos a Katmandú.

Demoramos once horas en recorrer sólo 282 kilómetros entre pueblos remotos y caminos de tierra que iban ascendiendo por las montañas con la banquina rozando a pocos metros del precipicio. A la madrugada llegamos a la capital que todavía dormía. 
Fuimos en taxi a la zona de Thamel el sector comercial y hotelero para extranjeros. Es un barrio atestado de tiendas y puestos callejeros donde venden desde elementos de montañismo hasta alfombras orientales. Conseguimos buen precio en el Hotel Diplomat en la calle Jyatha. Me acosté un rato en una cama de verdad por primera vez en 48 horas luego de dos noches de dormir en tren y en buses.

La primera visita fue a Plaza Durbar, un extenso complejo de pagodas y templos que es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Se ven montones de vacas sagradas caminando entre los esbeltos edificios que le dan un aire completamente oriental al entorno. Es una pena que estén bastante mal conservadas pese a recibir protección oficial. La Casa de Gobierno ocupa un edificio blanco de altas columnas situado en el lado sur de esta zona.

Comenzó a caer una fina llovizna y me refugié en los escalones de una pagoda desde donde tenía un buen panorama de la ciudad. Llevaba 25 días de viaje y no había probado ni un solo bocado de carne vacuna ya que las vacas son sagradas y no se tocan. Me estaban dando ganas de un buen asadito a la jarilla pero me conformaba con una hamburguesa.

En las cadenas de comida rápida solo servían hamburguesas de pollo y vegetarianas. A la salida de un ciber-café veo un cartel donde anunciaban meat burger (hamburguesa de carne). Ingresé al lugar, un pequeño local sobre una calle peatonal, y pregunté de qué animal era la carne. Logré entender que era de buey. Lo pensé un poco y pedí una. Mi resignado estómago agradeció el aporte de proteínas cárnicas.

Los famosos gurkhas 

Ochenta kilómetros al noroeste de Katmandú se encuentra la ciudad de Gorkha. De allí provienen los soldados mercenarios que se hicieron célebres durante la Guerra de Las Malvinas. El Royal Army los contrata desde hace siglos y existe en Londres un cuerpo especial de gurkhas al que aspiran pertenecer los reclutas para huir de la pobreza de su país. Son conocidos por su coraje en combate y su lema es Kaphar hunnu bhanda marnu ramro (Mejor morir que ser cobarde). No es fácil ingresar al ejército gurkha. Durante el exigente reclutamiento se les hace una marca indeleble con tinta oscura en pecho y espalda para que los rechazados no vuelvan a colocarse en la fila. Solo el ocho por ciento de los aspirantes son aceptados.

El arma distintiva de un gurkha es su cuchillo oficial llamado Kukri. Es un temible puñal de 33 centímetros de longitud con hoja curva y una muesca en la parte inferior para detener el arma blanca rival en el combate cuerpo a cuerpo. Vi a un oficial gurkha haciendo guardia frente a un templo y le pregunté si me permitía sacarle una foto con el kukri colocado en su cintura. Accedió sin problemas y le hice un par de tomas. Ni se me ocurrió pedirle que lo desenfundara ya que otro de los mandatos gurkha es que si el kukri sale de su vaina debe probar sangre.

Es imposible volver de Nepal sin un kukri. Los hay de todos los tamaños. Compré uno acorde a mi presupuesto que es una reproducción más pequeña. La hoja tiene tallados unos dibujos tribales y en el mango de madera destaca el símbolo del yin y el yang como equilibrio del universo según la cosmología china. La funda está trabajada en cuero y adornada con monedas de bronce de antiguo cuño. Me costó unos cuantos minutos de negociación en un puesto de la Plaza Durbar. 


    Soldado Gurkha exhibiendo el temible puñal Kukri en su cintura.
Soldado Gurkha exhibiendo el temible puñal Kukri en su cintura.

Si vas en busca de aventura para bajar ríos haciendo rafting o trekking y escalada hay mucha variedad de empresas encargadas. Cuando notan que sos extranjero se arriman a ofrecerte sus servicios que incluyen vuelos en avioneta o helicóptero para avistar la cima del Everest.

Hice la obligada visita al complejo más famoso de Katmandú: la Stupa Budista de Swayambhunath que también contiene un monasterio tibetano. Se lo conoce como Templo de los Monos ya que está habitado por gran cantidad de simios del tipo macaco rhesus que son cuidados por los monjes. Está ubicado en la cima de un monte a tres kilómetros del centro de la ciudad.

Obviando a los insistentes taxistas decidí ir caminando. Desde lejos destaca la alta estupa sobre la cual se ubica una cúpula dorada que tiene pintados los ojos del Buda, señal divina. En la base del cerro se erigen varias estatuas del Buda sentado.

La vista del valle de Katmandú con la cadena de los Himalayas de fondo es impactante. Aseguran que en días despejados se ve el Everest pero no tuve esa suerte ya que el smog y algunas nubes opacaban el panorama.


    Los ojos del Buda observan desde lo alto en la Estupa de Swayambhunath.
Los ojos del Buda observan desde lo alto en la Estupa de Swayambhunath.

Los ojos del Buda están en los cuatro lados y te miran fijamente dondequiera que vayas. El jefe espiritual del templo se asomó para saludar a los visitantes y me hice una foto con él. Su rostro se parecía bastante al del Dalai Lama. Varios fieles hacían rodar las ruedas de plegaria como señal de oración. Los monos andan libremente por el lugar pidiendo comida. Están acostumbrados a la gente. Igualmente hay que andar con cuidado y evitar tocarlos. No había pedigüeños ni vendedores alborotando alrededor.

Pude sentarme un rato y encontrar algo de sosiego mientras contemplaba la enorme pared de roca de los Himalayas y el verde valle a sus pies. Descendí lentamente del cerro y volví caminando al centro. Comencé a despedirme del fresco clima nepalí y las cumbres más altas del planeta para emprender el largo y casi eterno, regreso a Mendoza.

Datos

Visa turística de Nepal por quince días: 25 dólares

Hotel Diplomat en Katmandú: 30 dólares

Ingreso a Durbar Square: 3,50 dólares

Hamburguesa de buey: 50 centavos de dólar

Cuchillo Kukri (imitación): 10 dólares

Kukri original: desde 100 dólares

Ingreso al Templo de los Monos: 1 dólar

Avistaje del Monte Everest en avioneta ida y vuelta: a partir de 200 dólares

Rafting en el río Trishuli: 60 dólares

Trekking y expediciones a los Himalayas: www.nepalecoadventure.com 

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