Los actores principales no pueden arriesgar una respuesta a la pregunta que los interpela y que se formula también cualquier ciudadano preocupado por el futuro institucional del país: ¿Cómo va a terminar esta feroz e inédita confrontación entre el poder político y la Justicia? Por ahora, los responsables se muestran tan compenetrados en las acciones de la lucha, que parecen haber perdido -además de todo límite-, la capacidad de levantar la mirada y dimensionar el grave daño que están produciendo a la vida democrática.
En ese golpe a golpe al que asistimos, lo más destacado de la semana que pasó fueron dos fallos de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal. En uno de ellos, la Sala II declaró inconstitucionales dos artículos de la ley de subrogancias, que confieren al Consejo de la Magistratura la atribución de designar suplentes en caso de apartamiento del juez interviniente en una causa. En el otro fallo, la Sala I apartó al juez Claudio Bonadío del expediente que investigaba el caso Hotesur, que involucra a la familia de la presidenta Cristina Fernández.
Esos dos pronunciamientos no fueron los únicos, pero son los que tienen mayor incidencia en el funcionamiento de la estructura judicial y marcan con nitidez la profundidad de la grieta.
Sugerencias
Esta máxima tensión de las últimas horas anticipó a la feria judicial de invierno que tendrá, hasta comienzos de agosto, a Elena Highton como única integrante de la Corte Suprema en funciones. De los cuatro miembros del alto Tribunal, ella es la más cercana al Gobierno, y el dato pone en alerta a quienes sospechan que se están incubando nuevas acciones oficiales para avanzar sobre los jueces.
El jueves por la noche, luego del apartamiento de Bonadío, los representantes kirchneristas en el Consejo de la Magistratura encabezados por Julián Álvarez, que es a la vez viceministro de Justicia, más el secretario General de la Presidencia, Eduardo de Pedro, celebraron con euforia -y el beneplácito de Cristina- lo que consideran uno de sus principales logros. “Ella lo pidió, ella lo tiene”, comentaron a viva voz los operadores presidenciales.
En realidad, los deseos de la jefa de Estado de que le sacaran de encima a Bonadío “como sea”, no son recientes y costó la renuncia a la ex SIDE a Francisco Larcher, el hombre al que Néstor Kirchner dio la subjefatura de la Secretaría de Inteligencia en 2004. En diciembre pasado, Larcher fue llamado a Olivos por Cristina y escuchó la orden: “Sacá a Bonadío de en medio, del modo que sea”. El hombre dijo no entender lo de “el modo que sea” y la Presidenta, molesta, le respondió: “Sí que entendés. Hacelo”.
El propio Larcher contó luego la anécdota en círculos políticos y agregó que su negativa enfureció más a Cristina. A los pocos días Larcher dejaba la SIDE. Hace algunas horas, luego de que Bonadío dijera por radio “si me encuentran suicidado busquen al asesino”, muchos calificaron de irresponsables las expresiones del magistrado. Pero la razón de tan fuerte definición es que Bonadío conocía aquel diálogo de la Presidenta con Larcher, y desde entonces ha recibido varias amenazas de muerte.
Ahora el desplazamiento del juez que investigaba a la familia presidencial se hizo a través de esa Justicia que responde sin ningún tipo de límites al oficialismo. Un triste mal menor a lo que sugiere Bonadío.
Exploraciones
Estas batallas que definen la impunidad se dan en plena campaña electoral, cuando la sociedad debe decidir sobre sus próximos gobernantes, al tiempo que contemplan el penoso espectáculo que también los tiene de protagonistas, las fuerzas políticas enhebran sus estrategias para las elecciones primarias del 9 de agosto y las generales del 25 de octubre.
En absoluta reserva, fuentes serias cercanas a Mauricio Macri y a Sergio Massa admiten que hay conversaciones entre ellas. La idea todavía en pañales sobre la que hablan, se basa en algún acuerdo similar al que fracasó antes del cierre de listas, pero que ahora podría implementarse si ambos líderes dan el visto bueno.
El esquema sobre el que trabajan en borrador es el siguiente: Entienden que Massa le ganará las PASO a José De la Sota y quedará como candidato a presidente del espacio UNA. Suponen que Felipe Solá, del Frente Renovador, sacará en las primarias más votos que María Eugenia Vidal, del PRO. Imaginan entonces que Massa podría bajarse de su candidatura y apoyar a Macri, con Vidal haciendo lo mismo para que el macrismo apoye a Solá. Por ahora son sólo análisis, pero avanzan.