Jürgen Habermas: el diálogo es la superación

El legendario autor de la Teoría de la Acción Comunicativa llegó este año a su novena década de vida.

Jürgen Habermas: el diálogo es la superación
Jürgen Habermas: el diálogo es la superación

A 50 kilómetros de Múnich, cerca del lago de Starnberg, vive Jürgen Habermas. Entre casitas alpinas se levanta su adusta morada racionalista, geométrica y "minimal". Allí vive con su esposa desde 1971, que es cuando empezó a ser el director del Instituto Max Planck de Ciencias Sociales.

El pasado 18 de junio Habermas cumplió 90 años y abundaron homenajes en la comunidad académica, y especialmente en Alemania, que lo reviste con un aura de leyenda por haberse formado en la Escuela de Fránkfurt. Después de los fundadores, él fue segunda generación del instituto, donde convergieron con igual afluencia marxismo, filosofía, psicología y sociología; y de donde salieron personajes tan distintos como Max Horkheimer y Erich Fromm (sí, el de "El arte de amar").

Pero Habermas es el único que sobrevive y es conocido aún en los debates públicos entre intelectuales. Por eso podría pelear el título de ser el "último frankfurtiano".

Hay quienes lo consideran el último intelectual vivo, incluso: "Es de la estirpe de los grandes, la de los clásicos contemporáneos (...) Después del fallecimiento de los Rawls, Rorty, Foucault, Derrida, Bourdieu o Luhmann, ya solo queda él entre los que de verdad cuentan, los que acabarán entrando en los libros de texto del futuro", veneraba Fernando Vallespín en el diario El País de España hace unas semanas. Para nosotros Noam Chomsky, Edgar Morin, Alain Badiou, Bifo Berardi, Byung Chul Han y tantos más también cuentan, aunque es entendible el entusiasmo: Habermas es un pensador de proporción histórica.

Nacido en Düsseldorf en 1929, es hoy heredero directo de Theodor Adorno y Max Horkhaimer, sus maestros. Como todo joven alemán nacido por aquella época, sus primeros años no pudieron apartarse de la experiencia del nazismo, y haber pertenecido (constreñido) a las juventudes hitlerianas es una herida de la que no le gusta hablar.

Aunque sí ha hecho mucho para redimirse de ese pasado escandaloso para un intelectual.

En 1953, Karl-Otto Apel (profesor, colega y amigo) le dio la "Introducción a la metafísica" de Heidegger para que estudiara. Y mucho fue el rechazo que le produjo saber que para su maestro a la distancia, para el gran filósofo alemán del siglo XX, el nazismo era un destino inexorable de esa nación, un "destino del ser". Fue entonces cuando Habermas polemizó de igual a igual con el propio Heidegger, que lo habrá leído desde su cabaña en la Selva Negra con asombro en la cara, pues un estudiante de 24 años le pedía explicaciones públicas sobre lo que había escrito. Se limitó a guardar silencio.

Pero esa experiencia lo marcó profundamente, pues supo muy pronto que las indagaciones de la filosofía germana estaban muy lejos de sus intereses. Después de doctorarse en la Universidad de Marburgo, viajó directamente al Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt, donde sus maestros mezclaban con total libertad filosofía con otras disciplinas, incluida el marxismo. Y todos eran también judíos. 

La otra experiencia de la que, según él mismo, se desprende su pensamiento fue una mucho más personal e incluso psicológica. Habermas nació con fisura de paladar y labio leporino, por lo que tuvo que someterse a cirugías que lo obligaron al silencio y el rechazo de sus compañeros de escuela, además de darle para siempre la fisionomía que todavía lo hace fácilmente reconocible entre otras caras de filósofos. El aislamiento le demostró algo muy básico, y es que los seres humanos tenemos una naturaleza social, que se posibilita a través de la comunicación: el puente entre las distintas subjetividades.

Habermas teorizó entorno al hecho comunicativo, construyendo uno de los cuerpos teóricos más difundidos y estudiados en la materia, que es la Teoría de la Acción Comunicativa, publicada en un libro homónimo de 1981.

Como sintetiza Adela Cortina, catedrática de la Universidad de Valencia, esta teoría "descubre la entraña dialógica de los seres humanos y extrae consecuencias de ella para diseñar una esfera pública polifónica en que se escuchen todas las voces".

"Ésta es la clave de la teoría de la acción comunicativa, que permitió a Habermas aportar a la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt el camino que buscaban Horkheimer y Adorno desde los años sesenta para poner fin al imperio de la razón instrumental. La única racionalidad humana no es la de individuos que se instrumentalizan recíprocamente para maximizar sus beneficios mediante estrategias, sino que existe también esa racionalidad comunicativa, que insta a construir la vida desde el diálogo y el entendimiento mutuo de quienes se reconocen como interlocutores válidos", amplía en una semblanza publicada también en El País de España.

Habermas es un defensor de la idea de que, si hay cosmopolitismo posible, será por medio de la mediación de Europa, pues el ideal cosmopolita es una vieja aspiración de la Modernidad y Habermas abona ese camino de racionalidad y progreso.

Para muchos, Habermas tiene demasiada confianza en el consenso racional y en la capacidad comunicativa de la gente.

Citas extraídas de su última entrevista en El País, 2018

"Soy de la anticuada opinión de que la filosofía debería seguir intentando responder a las preguntas de Kant: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me es dado esperar? y ¿qué es el ser humano? Sin embargo, no estoy seguro de que la filosofía, tal como la conocemos, tenga futuro. Actualmente sigue, como todas las disciplinas, la corriente hacia una especialización cada vez mayor. Y eso es un callejón sin salida, porque la filosofía debería tratar de explicar la totalidad, contribuir a la explicación racional de nuestra manera de entendernos a nosotros mismos y al mundo".

“Para la figura del intelectual, tal como la conocemos en el paradigma francés, desde Zola hasta Sartre y Bourdieu, fue determinante una esfera pública cuyas frágiles estructuras están experimentando ahora un proceso acelerado de deterioro. La pregunta nostálgica de por qué ya no hay intelectuales está mal planteada. No puede haberlos si ya no hay lectores a los que seguir llegando con sus argumentos”.

“ (...) el fundamentalismo religioso es un fenómeno totalmente moderno. Se remonta a los desarraigos sociales que surgieron y siguen surgiendo a consecuencia del colonialismo, la descolonización y la globalización capitalista”.

Obras destacadas

Lecturas obligadas

* “Teoría de la acción comunicativa” (1981)

* “El discurso filosófico de la modernidad” (1989)

* “Conciencia moral y acción comunicativa” (1995)

* “La constitución de Europa” (2011)

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