"Esa es tu excusa. Por eso, no te voy a abrir la puerta del juego. Un artista no da excusas", dispara Nacha Guevara, cuando uno de los participantes se justifica por cantar con una guitarra desafinada. "Entraste al escenario como si estuvieses pisando zapallos", le dice Nicolás Repetto a otra que, ciertamente, llevaba los tacos con poca prestancia.
Desde el inicio de “El artista del año (El Trece)”, el jurado escapó de las convenciones televisivas de los realities que se vieron en los últimos años. Son sólo dos "mentores" -como se los llama en el ciclo-, tienen un clima intimista de living y no un frío escritorio. Ofrecen devoluciones de calidad, con dosis de rigor. El aporta su experiencia de 30 años de televisión. Y ella varias décadas en el vanguardista café concert, la música y el teatro.
Otra de las rarezas del programa de búsqueda de talentos conducido por Mariana Fabbiani es la falta de escándalos. No hay peleas ni cruces violentos. No son complacientes e intentan juzgar la calidad artística de los participantes. "Aunque sepamos que es imposible ser justos", dice Repetto, que debuta en este rol. "Pero que tampoco quiero hacer una carrera como jurado".
Sentados en un amplio sillón en la casa de Nico en San Isidro, ella elogia el oído musical de él. Nacha habla de la falta de un background cultural de los participantes ("mi abuelo era analfabeto, pero todas las tardes escuchaba ópera", recuerda). Y piensan que pueden guiarlos en una potencial carrera artística. "Esta tarea es un servicio, como todas las de la vida. Es darle al otro un material para que lo ayude a ir en la dirección que desea", apunta ella, mientras Florencia Raggi -mujer de Repetto- invita galletitas y sus hijos juegan en la pileta.
-Cuando aceptaron la propuesta para participar, ¿qué perfil de jurado querían ser?
Nico
: Hay un prejuicio sobre los jurados de la tele; muchos creen que son todos malos y conventilleros. Es cierto que nosotros no peleamos ni entramos en cierto juego mediático, pero no desestimamos a otros jurados. A medida que lo voy haciendo me doy cuenta lo difícil que es ser justo. Además, está Nacha; dimensioné lo mucho que sabe a partir de sus devoluciones.
Nacha
: (Hace un ademán de agradecimiento). Quería libertad para trabajar y eso quedó en claro desde el primer minuto. No recibimos ninguna presión. Me gusta trabajar con Nicolás porque tiene una mirada de la televisión que yo no tengo. Mi experiencia no está ahí.
-Por esas miradas diferentes también se pelean un poco, ¿no?
Nacha
: No... No nos peleamos. Tenemos miradas diferentes, que en el transcurso del programa se fueron emparejando. El juega el rol del productor y se fija si alguien tiene ángel en vivo. Yo tengo una mirada más holística. En la tele, el cuadro es más chico. Yo veo más todo. Mi ojo se ha entrenado durante años y años en el todo.
Nico
: Es muy cierto lo que dice. Desde producción, siempre me dicen que cuando ponchan la cámara estoy mirando para abajo. ¿Sabés por qué? Porque me fijo en el monitor. Quiero ver cómo entran al escenario y cómo los ve el público. Te diría que mi rol de mentor tiene más que ver con el packaging del artista que con lo que dará después. Si no tenés esas armas mínimas, no te podés enfrentar a un público, a un micrófono ni a un jurado. Intentamos siempre que en la devolución haya algo.
Nacha
: También Nico tiene un oído muy fino. Me sorprendió mucho eso. Él no es afinado, pero puede percibir las afinaciones del otro, las cosas del tempo. Y lo hace con mucha facilidad.
-Ustedes están acostumbrados a exponerse y a que los juzguen por su trabajo. Por momentos, son muy duros en la devolución con los participantes. ¿No sienten que se les va la mano?
Nacha
: Esta no es una tarea para ser "nice" (agradable). Yo intento ser justa y fiel a mi punto de vista, aunque me pueda equivocar. Como dicen los maestros: 'No basta con ser bueno. Hay que ser justo'. Ser buena es más fácil. Decís a todo que sí, en el programa y en la vida. Los participantes no se pueden ir de la vida y que la gente diga "qué bueno que fue..." Tienen que decir algo más.
Nico
: Ser justo en un rol así es imposible. Cuando termina el programa, siempre le digo a Nacha que me arrepiento de algo (se ríe). No creo que haya sido justo ni en un solo programa. Pero no lo hago por malintencionado, sino porque es difícil lograrlo. A una le dije que entró como si pisara zapallos. No debería habérselo dicho.
-Cuando el rating no acompaña, a veces aparecen los escándalos y otras cuestiones mediáticas. ¿Tienen miedo de que eso ocurra?
Nacha
: No, porque la producción nunca encaró para ese lugar. Además me conozco, sé lo que busco y lo que busca Nico. De entrada, no están los ingredientes para hacer esa ensalada.
Nico
: La decisión de la producción es hacer este tipo de programa. Incluso puede jugar en contra para el espectáculo porque se demostró que la vereda de enfrente te da más de comer. No quiero decir que somos el jurado cool (con onda) y del otro lado hay otra cosa. Veo a Alejandro Lerner y lo respeto. Lo mismo me pasa con Valeria Lynch y Reina Reech. Hay gente con mucho talento ahí sentada. Eso fue un aliciente para aceptar. La del jurado no tiene por qué ser una tarea menospreciada.
-Dicen que en toda enseñanza hay, necesariamente, un aprendizaje. ¿Qué aprenden ustedes ejerciendo este rol?
Nacha
: Dicen los maestros que uno enseña lo que necesita aprender. Es una de las verdades más grandes que conozco. En ese proceso de intentar enseñar, hay que observar al otro con mucha atención. La devolución también viene del otro y ese otro trae una mirada nueva. Este planeta es una gran escuela. Y a mí me resulta muy placentero hacer algo que nunca hice, como ser jurado de un programa de televisión.
Repetto
: Uno aprende todo el tiempo. Yo tengo unas cuantas verdades dentro de mi profesión. Pero no estoy cien por ciento seguro de ninguna de ellas.