“Resulta imposible explicar qué es un cineclub sin mencionar en primer lugar el origen de su creación: la cinefilia”, leemos en el primer párrafo del folleto que el Cineclub Stocco reparte jueves tras jueves entre sus asistentes.
Y continúa la explicación: “Etimológicamente, es el amor por el cine. El cinéfilo no es exactamente un aficionado erudito como lo es, por lo general, el de las otras artes. La cinefilia es una muestra de la neurosis del coleccionista y del fetichista. Su pasión es acumulativa, exclusiva y fundamentalista”.
Por la tangente, se definen así a ellos mismos María Laura Ferreyra, Luciana Sánchez, Hugo Gómez, Victoria Falcón, Alfredo Renón, Fernando Heredia y Sebastián Ferreyra.
Ellos, más alrededor de 70 socios, son el Cineclub Stocco, que todas las semanas abre esta pasión al público general en el Microcine de la Municipalidad Sala David Eisenchlas (9 de Julio 500, subsuelo).
Junio los tendrá muy ocupados de hecho, porque el ciclo preparado promete convocar a fans, curiosos y nostálgicos. En “Mr. Burton y una galería de personajes peculiares” veremos cinco clásicos del director estadounidense (ver cuadro). Y no solo eso, desde mañana y todos los viernes del mes -en una tarea orquestada junto al Espacio Le Parc y la Secretaría de Cultura- ofrecerán un ciclo con cinco películas animadas producidas en el famoso Studio Ghibli japonés.
Sin embargo, es buena la ocasión para remarcar que son siete ya los años que llevan proyectando películas gratis, y homenajeando con su nombre al realizador mendocino Victorio “Papi” Stocco, quien fue miembro de Film Andes y fundador de la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video.
Además de reivindicar el coleccionismo, ellos se propusieron volver a la experiencia originaria: en el océano de megabytes, donde casi cualquier película es fácil de conseguir, se impone la necesidad de volver a la sala oscura y a la mirada ancha.
Es cierto, podemos verlas (incluso vorazmente) en las pantallas (¡cada vez más grandes!) de un buen televisor o la computadora, pero no dejamos de asistir a imágenes empequeñecidas, cortadas por los bordes y aceleradas, además de ser ofrecidas de una manera abundante y dispersa. “La visión y la comprensión de las obras” sería otro objetivo de este club.
Así, mes tras mes, se mantienen a flote con ciclos de diferentes directores o temáticas. Se trata, como vemos, de una opción para ver cine clásico sostenida en el tiempo (la única propuesta similar en la provincia son los ciclos del Cine Universidad).
-¿Pero qué es lo que motiva a la gente a venir todas las semanas?
Sebastián: Para mí, la gente viene porque es un ciclo que ha perdurado en el tiempo. No paramos en enero, no paramos en julio, y creo que la trayectoria que hemos sabido conseguir le da al público esa seguridad de que puede venir a ver una buena película, una buena presentación, y además una peli que no sabés si te gusta o no, pero eso saldrá en el debate.
Luciana: Yo creo que otro atractivo es la diversidad de propuestas que solemos hacer, porque suelen ser ciclos por director, o ciclos por género o que siguen una temática, y eso puede apelar a distintos tipos de espectadores.
-¿Cuál es el criterio con el que arman la grilla?
Luciana: Primordialmente, nuestros gustos personales. Todos los fines de años además, desde hace tres o cuatro años, proponemos a nuestro público un ciclo sorpresa. Les damos pistas y la gente elige qué es lo que quiere ver.
Y sí, por aquí pasa de todo: clásicos de Hollywood, cine de autor europeo, películas asiáticas, argentinas, cine clase B, C, D... hasta la Z. De hecho, todos los julios, desde hace cinco años, traen una muestra de lo que es el Buenos Aires Rojo Sangre, un festival que se hace anualmente en la Capital Federal de cine de género fantástico, terror y bizarro. Ellos consiguen traer los mejores largometrajes y cortometrajes, dándole la posibilidad a esta porción de Cuyo de acceder a un conjunto de producciones difíciles de ver de otra forma.
-Me parece importante destacar el apoyo estatal que les ofrece el espacio. ¿Notaron que han tenido en algún momento que "remar", digamos?
Sebastián: Sí. En el caso de la Municipalidad, ellos confían en nosotros, por la trayectoria. Siempre estuvimos acá, hemos crecido y hemos podido hacer también ciclos de cine en el parque con la Secretaría de Cultura, también en Godoy Cruz al aire libre, en la Estación Benegas.
Es un poco lo que también nos gusta a nosotros, la itinerancia. Aparte, los últimos viernes de cada mes también proyectamos películas en la biblioteca popular Escritores Mendocinos del barrio Ujemvi, en las Heras. Esa es un poco la idea del Cineclub, hacerle ver películas a personas a las que usualmente no les llegan. En este mundo increíble del cine, se ve un mínimo porcentaje de lo que se produce.
-¿Se dedican al cine, además?
Luciana: Ninguno de nosotros ha seguido una carrera en el cine, pero sí hemos tenido experiencia en distintas áreas del cine. Sebas y yo hicimos un taller en este microcine y de ahí surgió la idea de armar el Cineclub, que fue como un proyecto de fin de año de ese taller. Y, por ejemplo, han trabajado en la realización de cortometrajes, nosotros también hemos hecho nuestros propios cortometrajes.
-Pero esto de estudiar cada vez que se proyecta una película nueva, es una forma de profesionalización...
Luciana: A nosotros nos gusta pensar que sí, que sea lo más profesional posible. Por eso es que todos los meses no solo programamos en la sala, sino que también nos encargamos de difundir por Facebook, el blog, gacetillas, hacemos nuestras gráficas, etcétera...
Se reconocen fetichistas, neuróticos, obsesivos por los subtítulos y por las copias en la mejor calidad posible. Son necesarios, sí, y agradecemos de que estén.
Para asociarse
Para formar parte del Cineclub Stocco basta con ponerse en contacto con ellos cualquier jueves y donar una película original (ya sea en DVD o VHS), que formará parte de una filmoteca común, abierta para todos y de uso gratuito.
El cineclub ubica en el Microcine de la Municipalidad Sala David Eisenchlas, calle 9 de Julio 500 (subsuelo).
Un mes timburtiano
Ambientes perturbadores, personajes extraños (y hasta retorcidos), estética oscura. Las películas que delinearon para junio de Tim Burton son, en su mayoría, de sus primeras producciones, donde es quizás más fiel a su propio estilo: siempre a las 21, gratis, en el Microcine de la Municipalidad (9 de julio 500).
Hoy proyectan "Beetlejuice" (1988), donde vemos cómo un matrimonio de fantasmas contrata los servicios de Beetlejuice, un especialista en asustar mortales, para que ahuyente a los nuevos propietarios de su casa.
El jueves 8 seguirá "El joven manos de tijera" (1990), con Johnny Depp y Winona Ryder.
El jueves 15 se verá la animada "El extraño mundo de Jack" (1993, que no dirigió Tim Burton sino su discípulo dilecto, Henry Selick, aunque según los dibujos de Tim).
Luego, el 22 será el turno de "Ed Wood" (1994) y el ciclo cerrará el jueves 29 con "La leyenda del jinete sin cabeza" (1999).