Está a punto de embarcarse en el Delta del Tigre para continuar la tercera semana de rodaje de “El pampero”, película con la que Julio Chávez regresa al cine después de ocho años, ahora en thriller bajo la dirección de Matías Lucchesi.
Pero no lo llamamos para hablar de islas y veleros. Actor, dramaturgo, director y maestro de actores, Chávez llega ahora en su perfil de artista plástico, pues ha elegido a Mendoza como primer puerto para exponer fuera de la Capital Federal.
La invitación vino a través de la infatigable Galería Daniel Rueda, que suele llevar a cabo en nuestra provincia muestras de los grandes talentos del país. Pero, al parecer, el affaire de Chávez con esta tierra se continuará en los próximos meses.
En mayo llegará nuevamente a Mendoza para estrenar aquí la obra teatral “Red”, en la que se apropia de la figura del pintor y grabador Mark Rothko. Y para agosto prepara junto a Nora Dobarro una gran exposición conjunta en el Museo de Arte Moderno.
Aquí y ahora, Dobarro (su curadora) se encuentra montando el trabajo de ese gran amigo. Mientras mira sus obras, reafirma una frase que sirve para definirlas: “Dan cuenta de lo frágil y de su protección”.
Madera y acrílico
Esas dos ideas en pos de un lenguaje propio construyen el presente plástico del actor. Por un lado (como colgó en la Galería Rubbers) se pueden ver dibujos creados a fines de la década del '80. Lápiz negro y rayas, muchas rayas, que crean un paisaje, una persona, un cuerpo desnudo, un gato. Por otro, algo muy distinto, de los últimos años: esculturas en madera, con detalles en colores vivos.
“El lenguaje de la pintura enriquece a mi actor. Conviven las actividades, también con la escritura y la dirección. Todo está interconectado”.
De las dos a las tres dimensiones
Todo comenzó en 1983, cuando Chávez sintió la necesidad de agarrar los pinceles y comenzó a frecuentar el taller de Nora Dobarro, la artista plástica argentina que terminó siendo curadora de su obra y a quien se debe la muestra que inaugura Chávez en la Galería Daniel Rueda.
En ella, el artista expondrá siete objetos escultóricos realizados en el último año, que acompañará con dibujos y pinturas producidos entre el ‘83 y el 2005.
-¿Cómo se dio ese salto del pincel a la escultura?
-Es un modo de continuar tu lenguaje. Claro que con la escultura se enfrentan otros problemas técnicos, pero nunca son éstos los que determinan un lenguaje.
Uno puede lograr una obra de gran calidad y a la vez alejarse de su sensibilidad. Yo, en cierto sentido, me considero un artista hasta tosco, pero creo que en el exceso de la pincelada o en su carencia está la impronta.
En 2004, inspirado por su único maestro de escultura Enrique Aguirre Zabala, Chávez comenzó a realizar sus pequeños “muebles inútiles”, una serie de objetos que nacieron, a su vez, del juego de “ficcionalizar” materiales.
-¿Ficcionalizar?
-Quería hacer marcos para mis cuadros, entonces agarré telgopor y lo disfracé de madera. Ahí empezó el juego hasta crear una serie de "inutilidades".
Junto a Nora Dobarro expuso por primera vez su trabajo escultórico. Ahora, después de 30 años de amistad artística, ambos llegan a Mendoza para poner en escena un diálogo de roles.
Esta vez, Dobarro será la curadora de la muestra pero, en agosto, ambos regresarán para realizar una exposición conjunta en el MAMM que se llamará “30 años/57 segundos”.
- Suponemos que "30 años" remite a la relación con Nora. ¿Y 57 segundos?
- 57 segundos es lo que dura una escena que interpreto en la obra “Red”. Durante ese tiempo realizo bocetos que el público no ve. Ya llevo más de 170. Digamos que en base a esos bocetos haré una instalación en el MAMM (a la que fui invitado por Laura Valdivieso, directora del Museo), además de presentar una escultura en gran tamaño.
No, no son bocetos al estilo Rothko, a quien se asocia al expresionismo abstracto. Son bocetos a lo Julio Chávez, que acumula en cada función, durante esa escena en la que se sienta en el sillón de escenografía.
-Trabajo dentro trabajo...
-Y sí, es la posibilidad de combinar.
Que sabe de artes combinatorias, es obvio. Desde el velero en el que está filmando se subirá al avión que lo trae directamente a la inauguración de la Galería Rueda para tomar el primer vuelo de la mañana siguiente y volver al rodaje.
En todos los casos, Chávez manifiesta su singularidad de artista pensante. “Lo interesante es que el lenguaje (en cualquier formato o disciplina) se acerca a lo verdadero y que, a la vez, ponga en juego el problema de la expresión y la interpretación”.
De Hirsch a Hirsch Chávez
“En realidad Julio Hirsch es mi verdadero nombre, el que figura en mi documento”, cuenta el actor al que todos conocen como Julio Chávez. Y agrega: “Tomé mi apellido original para diferenciar al artista plástico del actor. No quería ser un actor que pinta”.
Desde entonces (empezó a pintar a los 23 años) firmaba sus obras como Julio Hirsh. Pero en el último año hubo otro cambio y el pintor pasó a ser Julio Hirsch Chávez.
“Produje un matrimonio -dice-, ya que la gente tiene una tendencia a eliminar el Hirsch porque Chávez tiene más popularidad. Ahí ya no me meto, me quedo con el Julio Hirsch Chávez, que une y al mismo tiempo diferencia”.
"Red" llega en mayo
Para el mes de mayo se anuncia la llegada a Mendoza de la obra “Red”, en la que Julio Chávez se mete en la piel de uno de los artistas más representativos del expresionismo abstracto: el estadounidense de origen letón Mark Rothko (1903 - 1970).
La obra, del autor norteamericano John Logan y aquí dirigida por Daniel Barone, se centra en la relación entre el artista y su asistente (interpretado por Gerardo Otero), un discípulo que pasa de ser apenas un empleado para todo uso a una suerte de conciencia que molesta.
Esa relación algo asimétrica entre maestro y discípulo, con algo de renacentista pero sin atisbo de vínculo sexual, sirve también para que el maestro reflexione en voz alta y exprese sus razones y sus angustias, además de lidiar con otras lumbreras de moda en los 60 como Andy Warhol, Jackson Pollock, Roy Lichtenstein y hasta Picasso.
El trabajo de Julio Chávez ha sido destacado por la crítica como “un modelo de comprensión del personaje”. Lo suyo es composición en estado puro, esa capacidad del artista de absorber las entrañas de su criatura y exponerla a la manera de un médium, expulsar sus demonios, transformarse en lo físico y lo vocal, para apoderarse de la escena y abarcarla en cada respiración.
Ficha
Julio Hirsch Chávez. Muestra individual.
Desde: mañana hasta el 10 de abril.
Lugar: Daniel Rueda Galería de Arte. The Plaza Business. Montevideo 230, piso 8, oficina 4, Mendoza.
Visitas con cita previa a: info@danielrueda.com.ar | Celular +54 (9) 261 (15) 4 166590