El taller se encuentra en el fondo de la casa, en una pieza que antes servía para guardar esos objetos que rara vez se ocupan. Las herramientas se mezclan con el aceite para el motor, los lubricantes, las cubiertas y los repuestos que necesita para que al karting no le falte absolutamente nada y funcione lo mejor posible en el kartódromo.
En un rincón se puede apreciar el casco íntegramente de color blanco y el buzo antiflama que transpira en cada cita del certamen local.
Mientras trabaja en la caja de cambios recibe el llamado de su madre desde la cocina. El agua ya está hirviendo en la olla y los aderezos listos. Rápidamente se limpia las manos y comienza a armar los panchos que minutos después saldrá a vender por las calles de Colonia Segovia -de donde es oriunda- para solventar los gastos y correr ante una veintena de hombres.
Todo está hecho a pulmón por Julieta Gelvez. La joven, que de niña siempre anheló con ser parte del automovilismo, está cumpliendo el sueño de muchos. Con un karting que ella misma alista y contando con la colaboración de sus padres, la única dama del campeonato trata de estar lo más adelante posible en cada presentación de la categoría Súper 4 Tiempos, conocida como “la más ruidosa” y la única en la que se utiliza la caja de cambios.
Por su esfuerzo para estar presente en cada carrera, Julieta fue reconocida por la subcomisión de karting en la fecha anterior. Justamente en ese capítulo llegó su mejor producción en la competencia definitiva, siendo cuarta. Sin embargo, días después, recibió la grata noticia de que el segundo había sido excluido de la verificación técnica, por lo que saltó al último escalón del podio, siendo el primero después de 11 carreras en su haber.
A pocas horas de afrontar el tercer capítulo del actual calendario, Julieta recibió a Más Deportes para contar su vida entre los fierros.
-¿Por qué nació esta pasión?
-Porque mi papá me invitó a ver una carrera de TC 2000 en El Zonda y a partir de ese momento me encantó el automovilismo. Tenía 12 años y quedé enamorada de los Chevrolet Astra que manejaban Matías Rossi, Christian Ledesma y Marcelo Bugliotti. Además, el sonido de los motores en la Quebrada Rugiente me atrapó mucho más. No me olvido más de ése día, porque después empecé a seguir todas las categorías, ver las carreras, analizar los resultados. Con el Rastrojero de mi papá fuimos a varios autódromos; dormíamos en la cúpula.
-Y tampoco te perdías las conferencias de prensa que hacían en Mendoza antes de cada fecha.
-Ni hablar. Iba a todas y si estaba Matías Rossi mucho mejor. Salía de la escuela y, en vez de ir a mi casa o juntarme con amigas, partía a las conferencias para sacar fotos o tener autógrafos de los pilotos.
-¿Desde ese momento surgió la chance de correr en karting?
-Claro. Llevé a mi papá para ver una carrera de karting y vimos que justo estaba girando Camila Gil en Las Heras. Pregunté dónde se podía comprar un karting, me dieron algunos consejos y empecé a buscar un chasis. Me acuerdo que compramos uno muy viejo con motor Zanella; eran cuatro caños locos (se ríe). Lo armamos y cuando lo tuvimos listo fuimos a probar al Hermanos Morales. Ése día había llovido y el circuito estaba con charcos y, como tenía muchas ganas de probarlo, comencé a secar la pista como podía. No había nadie pero al rato llegó un hombre en una moto que, cuando se sacó el casco, me di cuenta que era Juan Manuel Basco.
-Tocada por la barita mágica.
-Algo así. No podía creer que él estuviera ahí. Nos subimos a la moto y me fue marcando los radios de giro, dónde tenía que acelerar y frenar, dónde doblar. Él me ayudó muchísimo para dar mis primeros pasos. Hasta me dio una mano en la carburación, porque con mi papá no teníamos ni idea y justo se rompió el motor al agarrarse una biela. Como no conocía a nadie y vio mi entusiasmo, el Pelado hizo muchas cosas para que pudiera correr.
-Actualmente, Alberto Moscetta te ayuda con el motor. ¿En qué momento aparece en tu vida?
-Al poco tiempo de conocer al Pelado. Cuando se rompió el motor se lo llevé al Cóndor y, a partir de ahí, me empezó a dar una mano. Pero como no tenía dinero para correr, tenía que seguir juntando plata para hacerlo. Iba a ver los ensayos y algunas carreras, pero nada más.
-Pero después surgió la idea de vender panchos para destinar todo el presupuesto al karting.
-Todo se dio cuando terminé la secundaria. Yo ya trabajaba en la despensa con mis padres, entonces los ahorros fueron para el karting. Pero se me ocurrió vender panchos, por lo que la gente de Colonia Segovia tiene una cena obligada conmigo (se ríe). Hasta puse una urna con mi foto para que la gente colaborara en el almacén con el objetivo de juntar dinero y poder correr.
-¿Y las salidas con las amigas?
-Se terminaron. Mi mamá siempre me decía que la plata también la destinara a zapatillas o ropa, pero yo sólo pienso en correr en karting. Después, cuando sea más grande, voy a salir a ver zapatos y ropa.
Ahora me interesa dar pelea en la Súper 4 Tiempos. No quiero exagerar pero, desde que corro, tengo que haber salido dos veces al año. Mis amigas me invitan pero no puedo porque, al otro día, tengo que trabajar, preparar los panchos o ir al kartódromo a probar o a correr.
-¿Cómo fue la fecha del debut?
-Fue en la última de 2012. En esos días había vendido pirotecnia porque fue cercana a las fiestas de fin de año, entonces llegué con lo justo para pagar la inscripción. Tenía 16 años y desde ese momento no me bajé más del torneo. La primera carrera no fue fácil porque choqué y el karting quedó bastante dañado.
-¿Por qué la Súper 4 Tiempos?
-Porque muchos me aconsejaron y encima es más barata que las demás categorías. Usamos cadena y piñón y el lubricante es el mismo que lleva una moto. Me encantaría correr en la Senior, pero por ahora haré experiencia en la 4 Tiempos.
-¿Costó convencer a tus padres?
-Al principio fue difícil porque encima mi papá no entendía nada y mi familia nunca fue “fierrera”. Él se dedicó siempre a su finca y al almacén con mi mamá, por lo que no estaban muy convencidos. Pero mi papá se entusiasmó, compró el karting con mucho esfuerzo y acá estamos. En el caso de mi mamá, antes no iba a las carreras porque tenía miedo, pero ahora me hace el aguante viéndome desde los boxes.
-¿Imaginabas quedar entre los diez mejores del torneo pasado?
-Ése resultado superó las expectativas porque nosotros llegamos a duras penas a cada fecha. Quedé octava en el certamen sumando puntos en casi todas las carreras. Fue muy bueno para ser mi primer año.
-Y llegó el podio tan buscado.
-Me había puesto feliz el hecho de haber subido al podio por el trofeo que me dieron por mi esfuerzo, pero la fecha fue más importante al saber que había quedado tercera por la exclusión a Franco Fernández. Hasta hoy no lo puedo creer; eso me motiva para ir creciendo en cada fecha, sumando la experiencia necesaria para estar en la pelea.
-¿Te resulta difícil ser la única dama entre tantos hombres?
-Al principio me miraban feo, pero siempre recibí apoyo. Es un deporte difícil pero está lindo el ambiente; es bastante deportivo. Cómo será que hasta los metalúrgicos que están cerca de casa me sueldan el chasis cada vez que tiene un golpe. Todos ayudan y eso es lo mejor.