Juliana Morales: pichona de crack

Es delantera de Gimnasia y con 13 años ya ganó dos títulos de Primera División de la Liga Mendocina. Todo un récord, al menos, en la provincia.

Juliana Morales: pichona de crack

Dicen que con sólo ver caminar a un futbolista uno puede darse cuenta de su calidad. Y ella tiene toda la pinta de crack cuando pone la pelota entre sus pies. Se llama Juliana Morales. Tiene 13 años y ya festejó dos títulos de primera división de Liga Mendocina. Un logro que no tiene parangón, al menos en nuestro medio.

En AFA, está el  antecedente de Darío “Chachete” Roa, un chico que debutó con 13 años en Racing de Trelew, pero aún sin campeonatos conseguidos.

Es delantera del plantel de Gimnasia que lleva 25 partidos invicto y se sumó hace apenas un año y medio en una tarde que con la irreverencia de los 12 años, hizo su presentación con un cambio y un sombrero en la prueba en la fue alineada para los suplentes. "Una compañera se enojó ese día. Pero desde ahí me han cuidado siempre. Somos un equipo muy unido y eso se traduce a la cancha", cuenta Juliana en su charla con Más Deportes en el césped del Víctor Legrotaglie, el lugar donde es feliz.

“Es una jugadora con mucha personalidad, hábil, rápida, inteligente, que está en pleno crecimiento. Juega de delantera y se mueve muy bien por todo el centro de ataque”, cuenta Emanuel Galve, su director técnico y quien fue el que decidió ponerla en el equipo de Primera más allá de su corta edad.

Ella agradece todo lo que los hermanos Galve (Emanuel y Pablo) han hecho. “Al principio jugaba muy poco, pero con el correr de los partidos fui jugando cada vez más minutos. Antes eran cinco, después diez y hasta veinte", cuenta con el brillo en sus ojos esta niña que recién cursa el primer año del secundario y que vive con su papá Carlos y sus tres hermanos. Todos hinchas de Gimnasia.

“Empecé a jugar en la calle con los chicos del barrio. Me enseñó Paul, un amigo. Nos pasábamos toda la tarde jugando por la Coca. Ellos me enseñaron a jugar fuerte. Yo meto cuerpo si es necesario y ellos ya saben que si me tienen que ir fuerte no hay problemas. Siempre jugaba con los hombres. A ese grupo todavía lo conservo. Esa experiencia me permitió poder llegar rápido a primera, porque me acostumbré a los golpes. Ellos me pegaban cuando yo les hacía algún caño y yo también a ellos. Jugar con los hombres es casi lo mismo que jugar con las chicas más grandes”, dice mientras su papá la mirá con orgullo y asiente. “Venían los chicos a pedir que la dejara jugar y volvía con todas las rodillas lastimadas”.

Justamente la rodilla le ha jugado una mala pasada en este último tiempo. “Me tuvieron que operar de los meniscos por un golpe en un entrenamiento. Pero no bajo los brazos y vengo al gimnasio todos los días, porque quiero estar para cuando empiece el torneo Clausura el 20 de agosto”, cuenta.

“Más allá de su edad, tiene en claro adónde quiere llegar y está convencida de ello. Está todo el tiempo jugando con la pelota. Va al club y vuelve a agarrar la pelota se pone a hacer payanitas”, nos cuenta el director técnico.

Juliana no sólo se destaca en el fútbol de 11, ya que también participó de varios equipos de futsal. En el juego reducido se desempeña como defensora. Sobre su participación en los títulos de las Lobitas cuenta: “La verdad que me pegaban mucho cuando entraba, pero yo no tengo problemas. Estoy enojada porque me he perdido muchos goles, pero al menos pude dar algunas asistencias”.

Su amor por el juego llevó a que sus hermanos también se interesaran por jugar. “Milagros juega en Las Pitucas -equipo B que también está en el torneo de Primera-, Lucía y Thiago están en la escuelita”.

A la hora de contar quiénes son sus referentes no duda y menciona a Lucía Agüero (la goleadora del equipo mensana que convirtió 38 goles en diez partidos). “Es mi ídola. Una bestia. Me gustaría seguir sus pasos. Tiene 20 años, es la goleadora del torneo, está en la selección argentina de futsal y ahora va a ir a la selección de fútbol 11. Es impresionante todo lo que ha logrado”.

Después nombra a Palacios Alvarenga por los goles, a Neri Espinosa por sus gambetas y obvio a Lionel Messi.

En el final le agradeció a sus compañeras por todo lo que la ayudaron. Se fue con la pelota bajo el brazo, soñando en todo lo que viene. El Guinness le está guardando un lugar.

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