Julián Maradeo: “La Iglesia nunca colabora con la Justicia civil”

El periodista publicó un libro con detalles sobre varios casos. Entre ellos, está el del instituto para chicos sordos de Mendoza y La Plata.

Julián Maradeo: “La Iglesia nunca colabora con la Justicia civil”
Julián Maradeo: “La Iglesia nunca colabora con la Justicia civil”

"La principal diferencia entre el Caso Próvolo de La Plata y el de Mendoza es que acá (NdA: el autor de la frase habla desde La Plata) la Iglesia presionó y logró estancarla durante mucho tiempo. Pero hay 15 testimonios de sobrevivientes quienes acusan a los curas Corradi y Corbacho.

Incluso hay hasta una denuncia en contra de Corradi por estafas que hacía en rifas. En Mendoza, en cambio, hubo un apoyo político a los sobrevivientes, y la causa civil está muy desarrollada".

El autor de la frase es Julián Maradeo (36), periodista que vive en La Plata y autor de "La Trama", libro en el que se explaya sobre la trama detrás de los abusos y delitos sexuales en la Iglesia Católica. Maradeo ha investigado los casos más resonantes de este tipo en el país.

Entre ellos, el del instituto religioso para chicos sordos Antonio Próvolo, caso que actualmente se encuentra en proceso judicial en Mendoza -con los dos sacerdotes mencionados (entre otros) imputados, detenidos y a la espera del comienzo del juicio-; aunque la especialización de Maradeo se ha dado en los episodios de La Plata. Recién en el último mes la causa platense se reactivó con la realización de varios allanamientos en la sede del instituto en aquella ciudad.

Precisamente sobre estos episodios -que habrían sido cometidos por los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho con anterioridad a las denuncias en Mendoza, aunque salieron a la luz cuando estalló el caso en nuestra provincia- se explayó Maradeo en diálogo Los Andes. 

"En el expediente hay declaraciones de los chicos que estaban en el instituto y que cuentan que -al igual que detallan algunos de los chicos de Mendoza- los llevaban a un lugar perteneciente al Próvolo en Valeria del Mar, hoy clausurado.

Llama la atención que no permitían que los acompañaran los padres. Además, y otra cosa en común con lo que se observa con los denunciantes en Mendoza, el patrón común para elegir a las víctimas era que sean chicos con problemas en sus casas o con padres que no manejaran la Lengua de Señas”, acotó Maradeo.

El caso de Julieta Añazco (una de las fundadoras de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico en Argentina y quien fue abusada por el sacerdote Héctor Giménez en la Plata en la década del 80) y el caso Illarraz (que debe su nombre al cura Justo Illarraz, condenado en mayo de este año a 25 años de prisión por abuso y corrupción de menores en Paraná) también integran el trabajo.

Maradeo comenzó con la investigación a mediados de 2013, cuando investigaba el recorrido de la Derecha Católica en Argentina. "Un colega me comentó que había estallado el caso Illarraz con abusos entre los años 1983 y 1988", sintetizó Maradeo.

En 2014 el periodista publicó su primera nota sobre los abusos de Illarraz, y luego lo contactaran víctimas de todo el país. "Es evidente que detrás existe un funcionamiento sistemático de encubrimiento. Los abusos cometidos por curas no se dan ni por el celibato ni por homosexualidad; sino que es por la relación de poder que tiene el cura", manifestó.

Además de los 3 casos mencionados; en la primera parte de su obra, Maradeo describe ese "sistema mundial de encubrimiento".

"Pude entrevistar al obispo de San Francisco, Sergio Buenanueva, que es quien fue puesto por el episcopado para diseñar la estrategia sobre cómo enfrentar los casos de abuso. Y reconoció que la Iglesia siempre corre detrás de los casos, cuando ya se hacen públicos. También reconoció que son abusos de poder y sostuvo que no hay archivos en la Iglesia donde quede registrado el recorrido de los curas acusados. Creo que eso existe, pero no se reconoce porque abriría la puerta a que la Justicia los exija. La Iglesia nunca colabora con la Justicia", siguió Maradeo.

Para el periodista existen una serie de lugares comunes en que cae la Iglesia cada vez que se conocen estos episodios. "Todo comienza cuando un niño toma valor y cuenta lo que le pasa. Lo primero que se hace es correr al niño del centro de la escena, y también se lo aleja del cura acusado. Si se sigue propagando la denuncia, se procede a trasladar al cura a otra Diócesis. Cuando surgen más quejas de las víctimas, comienza el amedrentamiento y silenciamiento. Y cuando ya está todo expuesto, salen con el comunicado simulando dolor y diciendo que las puertas de la Iglesia están siempre abiertas", sintetizó Maradeo.

Si bien el escándalo del Caso Próvolo se destapó en noviembre del 2016, ya desde 2008 se organizaban marchas en Verona (Italia) donde ex alumnos también denunciaron haber sido abusados por curas, entre ellos Corradi.

"En 2015, el Papa recibió de parte de uno de los sobrevivientes una ficha donde figuraba qué había ocurrido con los sacerdotes acusados. Y estaba detallado que Corradi había llegado a La Plata. En setiembre de ese año y en una conferencia mundial de la Red de Sobrevivientes, Julieta Añazco también mencionó que ese cura estaba en Argentina. Pero la Iglesia recién actuó y se refirió al tema cuando explotó públicamente", manifestó el escritor.

"Todavía esperamos al primer político que se atreva -en alguna de esas visitas- a plantearle a Bergoglio que se deben tomar medidas de fondo sobre el tema de los abusos eclesiásticos", sostuvo.

Maradeo indicó además que cualquier declaración pública o pedido de disculpas "no es más que marketing comunicacional", en la medida en que no se hagan cambios de fondo.

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