Para mí, fue el show del año. No por snobismo. No por cantidad de gente. Por razones que empiezan en la previa y terminan días después, cuando uno ha contado tanto el recital a los que no pudieron ir que termina entendiendo cosas que no había visto. Y somatizándolo.
Cierto que íbamos predispuestos: antes del recital, Mr. Tak (Takuya Nakamura, el multiinstrumentista de CocoRosie), nos había abierto la puerta de un juego bastante inusual: la humildad, el relajo. Y el humor, como gancho transcultural. Así que cuando llegamos al Le Parc ya presentíamos un buen momento.
Sabíamos que las hermanas Casady habían estado divirtiéndose en previa sesión de fotos y que habían andado posando de la misma manera que veríamos un rato después, en el escenario: como nenas.
Es imposible caer ante la fascinación de la biografía, pero no vamos a repetir ahora el encuentro de las hermanas. Lo que sí me parece importante (y una experiencia muy directa del vivo) es la complicidad íntima que ambas reviven en escena.
No es que no haya dúos carismáticos, pero es una química única. Así que cuando se pintan a lo payasas o se disfrazan con lo que sea o hacen una suerte de ritual en el piso es natural pensar 1) que no recibieron educación tradicional porque son hijas de una pintora que se especializó en pedagogía alternativa y de un granjero que se hizo chamán 2) que se criaron imaginando cuentos de terror y fiestas de disfraces 3) les importa nada el ridículo 4) que hicieron de su complicidad un método de trabajo y una forma de arte.
Y el público gana con el experimento. Porque si algo hace falta para sostener la magia, ahí están Mr Tak y Tez, el prodigioso beatboxer. Y eso, no? El acierto de la formación. Porque cuando aquí los solistas o las bandas más indie siguen metiendo arreglos de violines o algunos instrumentos étnicos, Bianca (con voz extraterrestre) y Sierra ( con su lirismo sexy) buscan una máquina humana para las bases y un instrumentista desopilante para las teclas y la trompeta, para amalgamar.
Otro acierto: la puesta. Fiel a su estética, CocoRosie trabaja con una idea que no puede ser mejor, de tan simple. Un cordel atravesando el escenario con túnicas, pelucas, tutús y ropas de cualquier forma y color colgadas en broches para irse montando (en novia freak, en bailarina, en reina folk) entre tema y tema.
Muchos de los que estuvieron esa noche en Le Parc corearon sus canciones imposibles, tan retorcidas que se resisten al cover, melodías que parecen hechas sólo para una feria de diversiones medio onírica en la que todos quedamos colgados un buen rato, después del apagón final.
Jugando en la intimidad
El grupo franco-americano liderado por las hermanas Casady vino en noviembre y deslumbró a la audiencia. El disco “Tales of A Grass Widow” sonó en vivo en el Le Parc.
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