Juegos peligrosos en relaciones exteriores

Aventuradas actitudes del Gobierno están colocando a nuestro país en una situación de enfrentamiento internacional, más peligrosa para nuestro futuro que sólo quedarnos “fuera del mundo”.

Juegos peligrosos en relaciones exteriores

No es el primer gobierno en nuestro país que ha condicionado el manejo de las relaciones exteriores a sus intereses políticos internos.

Pero a esta altura, resulta una evidencia incuestionable que la Presidenta ha llevado las cosas a un juego demasiado peligroso para el país, comprometiendo su futuro inmediato y posiblemente también el lejano.

En las relaciones internacionales las palabras, las actitudes, los gestos que se usan con otros países no son asuntos pasajeros.

Lo que la Presidenta está haciendo, secundada por un canciller que no califica las mínimas condiciones para ocupar el cargo, han llevado las cosas a una situación que no debiera ser pasivamente aceptada ni por los partidos políticos que se dicen opositores ni por amplios sectores sociales, económicos, intelectuales; menos aún por el Congreso Nacional, responsable primario de las relaciones exteriores, que desconoce cláusulas de acuerdos firmados por el Ejecutivo o sus funcionarios, como el del petróleo con Chevron, algunos con China -Estación Espacial en Neuquén- y Rusia -participación en una nueva usina nuclear-.

Los hechos de las últimas semanas, bien conocidos, no son más que una escalada que viene de más atrás: una actitud de crítica frontal a EEUU y a Europa.

Como contracara, la búsqueda de alineamiento con países que pretenden constituir un polo opuesto, que van de Venezuela y Cuba a Rusia y China.

Los discursos, intelectualmente superficiales y políticamente ofensivos, pronunciados en la Asamblea de la ONU y el Consejo de Seguridad de dicha organización, a los que le han seguido los de entrecasa, muestran a una presidenta ofuscada, carente de la prudencia necesaria para manejar cuestiones delicadas como las relaciones exteriores.

La Argentina hace mucho que, por decisión propia, está “fuera del mundo” o peleada con buena parte de él. Un juego peligroso que comenzó Néstor Kirchner cuando organizó, en 2005, la denominada Contra Cumbre de las Américas, que significó una humillación para el presidente de la primera potencia del mundo, acción pergeñada con la compañía de Chávez y Castro. Siguió el memorándum firmado con Irán, que no hizo más que irritar a la comunidad judía internacional, a EEUU y la UE.

El fallo del juez Griesa favorable a los holdouts ha dado lugar a una escalada de violencia verbal inaceptable para un país de gente educada como el nuestro.

Debemos agregar el ataque a Ángela Merkel por haber dicho lo que muchos en el país dicen: que el problema económico central, la principal causa de nuestro endeudamiento, es que vivimos por encima de nuestras posibilidades.

El incidente de hace unos días con el agregado comercial de EEUU, a cargo de la Embajada en nuestro país, por haber dicho una obviedad: que salir del default nos beneficia, concluyó con expresiones de altos funcionarios de aquel país que muestran nuestro aislamiento e insignificancia internacional.

Sin olvidar nuestras malas relaciones con países vecinos como Uruguay, Brasil y Paraguay. El largo enfrentamiento con los EEUU es un asunto cuestionable pero no extraño en nuestra historia; lo que ahora preocupa es que va siendo acompañado de un alineamiento político con el eje China-Rusia, dos países importantes para nuestras relaciones comerciales pero que, en materia política, deberíamos observar con más cuidado.

No son justamente ejemplos de democracias republicanas, seguramente como tampoco lo somos nosotros, lo que posiblemente facilita el acercamiento y los acuerdos.

El juego peligroso de unirnos a los “enemigos de nuestro enemigo” pensando que eso será bueno para nosotros es una interpretación pueril, fruto de una concepción ideológica anacrónica. Es necesario evitar que este juego deje secuelas irreparables para el futuro.

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