Maxi Salgado - Editor de Más Deportes - msalgado@losandes.com.ar / Twitter: @maxisalgado
La verdad que da vergüenza ajena cuando uno analiza lo que pasó esta semana en el fútbol local. La caótica definición de la Primera B, de la Liga Mendocina, como el festejo de los jugadores de Boca de su título en el hotel en Bahía Blanca y el episodio -poco claro- del doping de los jugadores de River en la Copa Libertadores. Demasiados golpes para un deporte que no se merece semejante destrato.
En lo que tiene que ver con la definición de los ascensos de la Primera B local, en donde San Martín y Universidad Nacional de Cuyo consiguieron un lugar en la máxima división, fue lamentable ver como los dos partidos terminaron en una batahola.
Las imágenes del técnico de Algarrobal pegando trompadas a los jugadores de la UNCuyo, como si fuera una riña callejera, y lo mal que lo pasaron los asistentes del partido entre Mayor Drummond y San Martín, en Luján, tienen como responsables tanto a la Liga Mendocina como al Ministerio de Seguridad de la Provincia.
¿Por qué? Simplemente porque los encuentros se jugaron sin la presencia de efectivos policiales y la ¿seguridad? la aportaban personas de una empresa de seguridad privada. Desde la dirigencia aseguran que el alto costo de los efectivos policiales hace imposible que los clubes paguen los operativos y por eso se recurre a esa opción.
Recordemos que desde hace unos meses el costo de cada efectivo pasó a 680,48 pesos por cada período de servicio.
Pero la Liga es la que decide a que partidos hay que mandar policías y a cuáles no, y en este caso donde había dos ascensos en juego, todos sabían que la situación podía terminar mal.
"Acá -por Drummond- no había policías pero si responsables de seguridad privada, y esto sucede porqué algunos dirigentes no dicen la verdad como corresponde, fuera de micrófono hablan de que no enviamos efectivos policiales, pero a mí personalmente me cuentan otra cosa y me piden que por favor abaratemos los costos de planilla y no se los mandemos. A partir de ahora no vamos a enviarles cuatro policías le vamos a exigir que sean ocho lo que cumplan el servicio", aseguró Carlos Suraci, con quien coincidimos plenamente.
Desde el Estado ven a los partidos de fútbol como eventos privados, tal como lo dijo hace un tiempo el propio gobernador Alfredo Cornejo.
Lo que olvidan las autoridades gubernamentales que eso es seguridad pública, tal como lo dijo un senador esta semana. "El Ministerio de Seguridad tiene que mandar los efectivos y después pasarle la factura a la Liga o a los clubes. Si hubiera habido un muerto, el responsable es el Estado".
Todo el desenlace le da la razón al Ministro Gianni Venier, quien hace un tiempo aseguró que "la inseguridad la produce el fútbol, porque los clubes tienen barras que no saben controlar".
Pero lo más triste de todo lo que se pudo ver tras la excelente cobertura de Más Deportes, cuyas imágenes fueron replicadas por la mayoría de los diarios digitales, es que los violentos estaban adentro de la cancha, eran los propios protagonistas. Jugadores y técnicos que después son docentes en escuelas de fútbol municipales. ¿Cómo se paran frente a los chicos a enseñarles que la violencia no está bien?
Nada los justifica, más allá de que recurran a que todo fue un momento de calentura. Es por eso que aplaudimos las fuertes sanciones que surgieron desde el Tribunal de Disciplina de la Liga y la preocupación de las autoridades de deportes municipales para que esa situación no se repita.
Cómo tampoco debería festejarse la actitud de los jugadores de Boca que se taparon con una sábana en el festejo del título en Bahía Blanca, con la clara intención de gastar a River con el fantasma del descenso. Está naturalizado que el que gana, en lugar de festejar, debe mofarse del derrotado. Imaginen ustedes lo que sería eso en el día a día, donde sólo un grupo minúsculo tiene el éxito soñado y el resto debe seguir peleando para lograr su objetivo.
En ese sentido hay que aplaudir a Juan Román Riquelme, quien salió a contestar todas las críticas que se le habían hecho por ensalzar las virtudes del clásico rival de Boca y se preguntó "¿Qué tiene de malo felicitar a River cuando gana? Ojalá ellos hagan lo mismo cuando nos toca a nosotros".
Y cómo si todo esto fuera poco para un deporte que pide a gritos un pulmotor, aparecieron los doping positivos de los jugadores de River Plate. En principio era uno, dos, cinco, siete. Oficialmente quedaron en un par. Más allá del número, lo real es que todo se debe a un suplemento vitamínico que se le estaba suministrando a los jugadores. Una práctica que, off the récord, los protagonistas aseguran que es común.
Pase lo que pase, River quedará manchado y los jugadores aún más.
También es por demás criticable la actitud del presidente de Rosario Central, quien pidió a que Rodolfo D'Onofrio, titular de River, debía ser "quemado en una plaza pública", porque el Millonario había contratado a Javier Pinola, ex jugador del Canalla. Si un dirigente actúa en consecuencia, que se le puede pedir a los hinchas del equipo.
Cambiar la realidad
Más allá de ser reiterativo, con todas estas situaciones vuelve a tomar fuerzas la importancia del Diplomado que la UNCuyo va a dar para los dirigentes deportivos.
Uno quiere creer que con esta capacitación, la que tendrá una duración 12 encuentros con 11 ejes temáticos (Gestión del Deporte Social y Comunitario; Gestión del Deporte de Rendimiento/Competitivo; Políticas deportivas; Planeamiento Deportivo; Gestión de las personas en organizaciones deportivas; Marco normativo de la gestión deportiva; Gestión económico financiera de las organizaciones deportivas; Gestión comercial de entidades deportivas; Gestión de organizaciones saludables (evaluación, valoración y aptitud deportiva; doping, suplementación y nutrición). Apostar por la educación para no chocarnos con noticias que manchan la actividad deportiva.